
La baja natalidad en España es un problema presente y futuro. Tras años de caídas, los leves repuntes en los nacimientos que se están anotando en lo que va de año siguen sin ser suficientes para recuperar niveles que se perdieron más de una década atrás. Por qué se tienen tan pocos hijos y qué derivada económica entraña este escenario son cuestiones cuyos tentáculos se extienden desde el mercado laboral hasta el acceso a la vivienda.
Los datos. Desde los años 80, los nacimientos han dibujado una tendencia descendente la mayor parte del tiempo. Salvo un pequeño repunte de la fecundidad en los 2000, a partir de 2008 la gráfica volvió a profundizar en las caídas. Durante estas cuatro décadas, la tasa de fecundidad de España ha estado por debajo de la media de la OCDE. Con promedio de hijos por mujer de 1,16 en 2022 frente al 1,51 anotado por el conjunto del organismo internacional, España se sitúa a la cola de fertilidad del conjunto de países, sólo por delante de Malta y Corea.
Las últimas proyecciones de población del INE, estiman un repunte en los nacimientos hasta 2038 si la tendencia actual de pequeñas alzas se mantiene en el tiempo. Sin embargo, nunca será suficiente para que superen a las defunciones. El insorteable efecto de envejecimiento que tendrá sobre la sociedad, en la que la proporción de gente mayor sobre la joven irá en aumento, comprometerá la fuerza laboral así como el sistema de pensiones, cuyo mantenimiento podría verse comprometido a tenor de esta deriva (la jubilación de los babyboomers es el ejemplo presente que mejor describe el modelo).
El daño de la baja natalidad para la economía es evidente, pero, ¿a qué se debe?, ¿por qué tenemos menos hijos? ¿Corresponde sólo a un cambio en la percepción vital o esta está provocada por la coyuntura económica? El dicho de que 'cualquier tiempo pasado fue mejor' parece cumplirse en lo que a la fecundidad se refiere pese a los avances sociales de las últimas décadas. ¿A qué se debe esta incongruencia? Las crisis económicas encadenadas, sobre todo en lo que va de milenio, tienen parte de la culpa.
Emanciparse es cada vez más difícil ante un mercado inmobiliario tensionado y un empleo juvenil definido por la alta temporalidad (España es el país europeo con mayor proporción de trabajadores con contratos temporales) o el paro (también de récord). La edad media a la que esto ocurre en España supera los 30 años y sólo en un 16% de los casos, sin entrar en la tipología de vivienda a la que se puede acceder. Comprar es todavía un reto mayor ante la dificultad para ahorrar y el alto desembolso que exige la entrada del piso para ser propietario. Este panorama, que ya supera con creces la recomendación de destinar como máximo el 30% de sueldo a la renta, retrasa el resto de decisiones vitales, una de ellas, tener hijos. ¿Cómo asumir económicamente la crianza de un hijo cuando gran parte del salario se destina a sufragar los gastos de la vivienda?
El último informe 'Society at a Glance' publicado por la OCDE indica que en España, el porcentaje de mujeres que no tienen hijos se incrementó desde el 9% para la cohorte de mujeres nacidas en 1960 hasta el 24% para las nacidas en 1975. Y quienes son madres, lo hacen, de media, más allá de los 32 años frente a los 30,9 de la OCDE. Ellas copan la mayor parte del trabajo parcial en el país y ellas aún cargan en su mayoría con la tarea de los cuidados, que les aboca a dejar de lado el desarrollo de su carrera profesional o a tener que trabajar menos horas o en empleos más precarios. ¿Qué hay que hacer para que la situación mejore y destierre el pesimismo económico que descarta la idea de tener hijos?
El trío de ases para revertir la situación
Un estudio sobre mercado laboral y fertilidad publicado por Nezih Guner, Ezgi Kaya y Virginia Sánchez Marcos pone el foco en España para explicar la influencia del mercado laboral en las tasas de fecundidad basándose en datos de la Seguridad Social sobre la alta temporalidad del país y en los turnos partidos y horarios tardíos que torpedean la conciliación.
El 'paper' investiga si las mujeres tendrían más hijos si tuvieran un contrato único, desapareciera el turno partido y se universalizara el subsidio a la crianza que ahora perciben las madres trabajadoras.
El estudio se nutre del caso español -enfocado especialmente a las mujeres con estudios universitarios- donde "la combinación de horarios de turnos partidos y trabajos temporales crea desafíos significativos para las personas que desean tener hijos" y donde, "a las seis de la tarde, en España un 50% de los individuos permanecen en su puesto de trabajo, frente a menos del 20% en el caso de países como Noruega o el Reino Unido". Un ejemplo perfecto para ilustrar las trabas a la conciliación.
La respuesta es sí. La ratio se elevaría de 1,60 hijos a los 44 años hasta 1,69 si se eliminara la jornada partida y avanzaría en términos similares si se acabara con la temporalidad. "En una economía de contrato único, los empleos duran más y las mujeres disfrutan ingresos más altos y más seguros" que con contratos temporales, indicaban en un estudio previo.
Tras estas reformas se produce, además, un aumento sustancial de la participación de las mujeres en la fuerza laboral y una disminución de la brecha en el empleo entre mujeres con y sin hijos, remarcan los autores.
Más allá de la mayor seguridad en el empleo, también favorecen a la natalidad las ayudas a la crianza. El estudio toma de ejemplo la ayuda de 100 euros al mes que perciben las madres trabajadoras en España hasta los 3 años del menor en forma de deducción fiscal. Si se extendiera a todas las madres, elevaría la fecundidad de 1,60 a 1,86 hijos por mujer.
La medida, que podría verse aumentada hasta 200 euros hasta los 18 años del hijo si sale adelante el plan de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, sigue a otras planteadas en este sentido en la ley de familias -en tramitación parlamentaria- como son los permisos por cuidados retribuidos o la universalización de dicho subsidio por crianza.
Las políticas de conciliación y la equiparación del permiso de paternidad al de maternidad (ambos de 16 semanas, intransferibles) son algunas de las medidas tomadas hasta ahora que, de momento, no evidencian un cambio de tendencia que, de seguir, derivará en un drástico giro demográfico en los próximos años y cambiará la tipología más común de hogar. La vivienda asequible y pública se erige como la gran tarea pendiente de España.