
Suiza se ha erigido por méritos propios en un fortín contra la inflación en el corazón de Europa. Este pequeño país es la 'aldea gala' dentro del Viejo Continente que ha resistido el asedio inflacionario. En este caso, sí se puede decir que la independencia total (monetaria y energética) de esta economía ha sido una suerte de bendición para mantener la estabilidad de precios, mientras que el resto de Europa sufría el impacto de una 'bomba inflacionaria' que estalló tras la pandemia y terminó de expandirse con el inicio de la guerra de Rusia en Ucrania. Suiza, a través del control del tipo de cambio de su divisa y de un mix energético casi infalible, ha esquivado esta 'bomba' para suerte de sus ciudadanos. La última lectura de inflación del país es del 1,3% interanual de enero, registrado por la Oficina Federal de Estadísticas del país.
La primera pata de esta profilaxis contra la excesiva subida de los precios que ha permitido a Suiza presumir de un máximo inflacionario del 3,5% interanual en el verano de 2022 -frente al máximo histórico del 10,6% en la eurozona en octubre de ese año- es la energética. "El mix energético de Suiza solo depende en un 2% de los combustibles fósiles. En cambio, esta cifra asciende al 38% en la zona euro", explica en una nota para clientes Lucie Barette, economista de BNP Paribas.
El peso de la energía hidroeléctrica (68%), nuclear (19%) y fotovoltaica y eólica (11%) ha permitido a la economía suiza verse moderadamente afectada por el aumento de los precios del gas procedente de Rusia y por la subida de los precios del petróleo (con una inflación de los precios de la energía que alcanzó el 29% interanual en su punto más alto entre 2021 y 2022, frente al 44% interanual en la zona euro durante el mismo periodo), detallan desde el servicio de estudios del banco francés.
El mix energético del país está muy concentrado en la energía hidráulica, gracias a la impresionante orografía de Suiza, que permite construir presas y centrales hidroeléctricas en casi cualquier punto, lo que junto a las lluvias recurrentes supone una generación de electricidad casi constante. Las altas montañas servían en el pasado como refugio ante los enemigos. Hoy, las altas montañas han servido de 'refugio energético' a Suiza ante otro poderoso enemigo: la inflación.
No solo las montañas y el 'poderío hídrico' son los héroes de esta historia. También la nuclear tiene parte de mérito. La energía nuclear es, hasta la fecha, la más estable de todas (siempre generando y casi sin interrupciones). Ese 20% del total de generación, junto al enorme potencial de la hidroeléctrica, hacen de Suiza un país independiente en términos energéticos, una suerte de isla o fortín que apenas se ve afectado por las tempestades del gas o el petróleo. Suiza ha mostrado el camino a una Europa que lleva años confiando su producción de electricidad al gas ruso. Al igual que la UE ha apostado claramente por la autosuficiencia agroalimentaria con el fuerte apoyo de la Política Agraria Común, una estrategia similar con la energía habría sido clave para evitar muchos de los males que afligen hoy al Viejo Continente.
Esta independencia ha evitado que Suiza sufra los rigores del chantaje energético ruso que ha causado tanto daño a otras economías occidentales que han aprobado sanciones contra Moscú: Alemania e Italia, otrora bastante dependientes del barato gas ruso son el mejor ejemplo. Desde prácticamente el primer momento, Suiza aparcó su histórica neutralidad y secundó los paquetes de sanciones contra Rusia aprobados por Bruselas. Estas sanciones suizas fueron muy seguidas de cerca en la medida en la que en torno a un 80% del comercio de materias primas de Rusia pasaba hasta el momento por Suiza y los depósitos rusos en instituciones financieras suizas ascendían al equivalente de casi 11.000 millones de dólares en el tercer trimestre de 2021, señalaban los economistas de Danske Bank al comienzo de la invasión de Ucrania.
Otro punto a favor es que la energía representa una parte menor del gasto de consumo de los hogares en Suiza, lo que significa que el peso asignado a su contribución a la hora de calcular la inflación es automáticamente inferior al de la eurozona (5,5% frente a 10,2%, respectivamente). En consecuencia, el componente energético sólo ha contribuido un 38% de media a la inflación general de Suiza, frente al 54% de la zona euro. Desde BNP Paribas destacan que el contagio observado en las economías europeas de la inflación energética al resto de componentes del Índice de Precios al Consumo (IPC) no ha sido tan patente en el país helvético precisamente por la contenida subida de los precios de la energía.
La soberanía monetaria de Suiza
El otro gran pilar suizo a prueba de 'bombas inflacionarias' es su moneda: el archicélebre franco suizo, divisa refugio por antonomasia durante décadas. "La apreciación del franco suizo también ha contribuido a contener la inflación al reducir el coste de los bienes y servicios importados. Esta estrategia ha ayudado al país a controlar aún más los precios del petróleo y el gas importados, que se negocian en gran medida en euros y dólares", explica Barette.
El Banco Nacional de Suiza (BNS) no tiene problemas a la hora de admitir que interviene en el mercado de divisas. La 'flotación sucia' del franco suizo ha sido clave para mantener los precios estables en los últimos años dentro de Suiza. Desde 2021 a esta parte, el franco suizo se ha apreciado más de un 17% contra euro, lo que ha permitido al pequeño país alpino absorber toda la subida de precios de los bienes y servicios que importa de la Eurozona, que son muchos (la zona euro es la principal pareja comercial de Suiza).
El 69% de las importaciones de Suiza se originan en la UE, por lo que la fortaleza del franco frente al dólar es una auténtica bendición para los consumidores suizos. La Unión Europea es, con diferencia, el mercado más importante para la industria suiza orientada a la exportación. De una forma gruesa y sencilla: si la inflación sube un 10% en la zona euro y el franco se aprecia otro 10% frente a la divisa única, los suizos no notarían ni una pizca de la inflación que viven sus vecinos europeos. En todo caso tendrían que lidiar con su inflación doméstica, que parece bastante contenida.
Poniendo el foco en la trayectoria reciente de la divisa, los analistas coinciden en que las agresivas expectativas de relajación de la Reserva Federal de EEUU y del Banco Central Europeo (BCE), junto a las tensiones en Oriente Medio, han provocado una fuerte subida del franco suizo frente al dólar y al euro en diciembre. Desde entonces, es cierto que el par USD/CHF ha subido a cerca de 0,87 y el par EUR/CHF se ha mantenido en torno a 0,94 por una expectativa de recortes de tipos del BCE algo más gradual. Algo que podría dar apoyo renovado al euro y, en menor medida, al dólar frente al franco en los próximos meses, opina Roberto Mialich, estratega de divisas de UniCredit.
Sin embargo, aunque los expertos ven al franco sobrevalorado, como se ha visto con la citada crisis del Mar Rojo, no hay que pasar por alto el rol de receptora de capitales de Suiza en momentos de recesión o tensiones geopolítica (el capital busca refugio en Suiza apreciando el franco): "Los riesgos geopolíticos y el enorme superávit por cuenta corriente de Suiza siguen siendo dos frenos contra una caída más pronunciada del franco", reconoce Mialich. Por si esto fuera poco, el banco central incluso ha intervenido ya en los mercados de divisas este año para respaldar al (ya fuerte) franco.
Hasta la fecha, la apreciación del franco ha sido lo suficientemente significativa como para afectar materialmente las perspectivas de inflación, según reconocía hace unas semanas Thomas Jordan, presidente del banco central helvético. "El franco suizo se ha fortalecido de forma intensa... esto ya tuvo cierto impacto: las perspectivas de inflación han avanzado lentamente".
La inflación seguirá por debajo de la europea
Desde Oxford Economics argumentan que, con todos estos ingredientes, la inflación suiza seguirá siendo inferior a la de la eurozona en los próximos años, en torno al 1% anual. En una nota previa a los datos de inflación de diciembre, Javier Corominas destacaba que el crecimiento de los salarios en Suiza es moderado, lo que evita un riesgo de espiral de salarios y precios. El economista también resaltaba el estoicismo de la inflación subyacente (excluyendo alimentos frescos, energía y combustible), que apenas superó en unas décimas el 2% a comienzos del año pasado y que en la lectura de enero se ha mantenido por debajo de esa cota con un 1,2%. El analista de Oxford mostraba su confianza en que la general se mantendría por debajo del 2% durante 2024.
En su última reunión, celebrada a mediados de diciembre, el BNS decidió mantener los tipos en el 1,75% fijado el pasado junio y emitió una comunicación más dovish, telegrafiando claramente que no se plantean nuevas subidas de tipos, abriendo la puerta a los analistas a pensar en próximas bajadas de tipos. En un contexto en el que la inflación de los precios al consumo se situó en el 1,4% en Suiza en noviembre, el sexto mes consecutivo, por debajo del 2%, esto no fue sorprendente. Pero el banco central fue algo más lejos, señala Charlotte de Montpellier, economista sénior del servicio de estudios de ING para Francia y Suiza.
"El BNS revisó a la baja sus previsiones de inflación. Ahora prevé una inflación media del 2,1% en 2023, del 1,9% en 2024 y del 1,6% en 2025, frente al 2,2%, 2,2% y 1,9%, respectivamente, de su reunión anterior. El BNS sigue esperando un repunte de la inflación en los próximos meses, debido a la subida de los precios de la energía, los alquileres y el IVA. No obstante, reconoce que la inflación ha sido más débil de lo previsto en los últimos meses y que 'a medio plazo', la menor presión inflacionista procedente del exterior y unos efectos de segunda ronda algo más débiles están dando lugar a una revisión a la baja. Las previsiones de inflación para todo el periodo se sitúan, por tanto, dentro de la banda de estabilidad de precios, definida por el BNS entre el 0 y el 2% de inflación", desarrolla De Montpellier.
Debido a esta subida limitada de los precios, el Banco Nacional Suizo también se ha convertido en uno de los últimos bancos centrales en salir del periodo de tipos de interés negativos. Además, solo ha subido sus tipos cinco veces desde mediados de 2022 (250 puntos básicos en total), llevando el tipo de interés nominal a un 1,75% que deja al tipo real en territorio negativo (con una inflación que se situará en torno al 2% anual a finales de 2023).
Suiza es una pequeña economía muy abierta, por lo que las tendencias globales deberían afectarle y mucho. Pero los suizos han dado una lección a la eurozona de cómo contener la inflación a través de su mix energético y su banco central: "El Banco Nacional Suizo no ha escatimado esfuerzos para mantener la fortaleza del franco en su lucha contra la inflación, recurriendo incluso a la intervención en los mercados de divisas", sentencian desde Oxford Economics.