
Superar el periodo de prueba parece haberse vuelto más complicado que nunca para los trabajadores españoles. En los siete primeros meses del año la cifra de los que no lo lograron fue de 574.016, un 14,1% más que en el mismo periodo del año anterior, que a su vez ya marcó un récord histórico tras dispararse un 71% en tasa interanual. Las causas parecen apuntar a la reforma laboral, pero el análisis de los datos indica que, en realidad, la norma solo ha agravado una tendencia del mercado laboral iniciada al menos desde la Gran Recesión.
Los últimos datos de la estadística de la Tesorería General de la Seguridad Social que clasifica las bajas de afiliación por causa solo llegan hasta julio, si bien este es históricamente el mes con mayor número de las motivadas por no superar el periodo de prueba. Algo que revela el marcado carácter estacional de este comportamiento.
El organismo que depende del Ministerio de Inclusión ofrece el dato en dos formatos: como el total registrado en el mes y como media por día laborable. En este caso, hablamos de 105.102 y 5.002,4 bajas, respectivamente.
Si sumamos las anotadas en los meses anteriores obtenemos un total de 574.016 y un promedio por día laborable de 3.987,2. Son cifras que superan con creces las registradas en el mismo periodo de 2019, último comparable antes del impacto de la pandemia. El repunte es del 39,5% en el total de bajas.
Pero el cambio no es únicamente un incremento de las cifras, sino de su composición. En 2019, el 21,5% de las bajas corresponden a trabajadores con contratos indefinidos. En 2023, ese porcentaje se ha disparado al 72,2%. De hecho, las bajas de trabajadores con este tipo se ha disparado un 368% respecto a hace cuatro años. Por su parte, las de trabajadores con contratos temporales han caído un 50%.
Se puede argüir que el auge de las bajas de indefinidos se explica únicamente porque hay más altas de trabajadores con contratos indefinidos. Y es cierto, pero con matices: las incorporaciones de afiliados con estos contratos en los siete primeros meses de 2023 superan las registradas en el mismo periodo de 2019 en un 302,4%. Es decir, 66 puntos menos de lo que han crecido las bajas por no superar el periodo de prueba.
Por su parte, las altas de temporales han caído un 47%, un porcentaje más alineado con lo que han retrocedido los ceses por no superar el periodo de prueba (-50,8%).
Dicho de otra forma, el cambio en el uso del periodo de prueba no se puede explicar solo por la mera correlación del incremento de los contratos indefinidos. Así pues, ¿cuáles pueden ser esas otras causas?
Sospechosos habituales
El primer sospechoso es que la 'obligación' para las empresas de crear empleos indefinidos obligó a 'improvisar' unas políticas de contratación que anteriormente pivotaban sobre los puestos temporales. Esto llevó a que se utilizara el periodo de prueba como un sucedánea de los contratos eventuales. Una idea que el marcado carácter estacional de estas bajas (recodemos que los meses de julio son los que más registran) contribuye a reforzar.
Esto explicaría que las altas de nuevos contratos indefinidos aumentaran un 133% interanual en los primeros siete meses del año mientras las bajas por no superar el periodo de prueba de estos trabajadores se dispararon un 684%. Desde el Gobierno, patronal y sindicatos, se consideraba que era una situación que respondía al encaje de la reforma laboral y se resolvería según las empresas se adaptaran y avanzara la negociación colectiva.
De hecho, el V Acuerdo de Negociación Colectiva insta a que los convenios regulen los periodos de prueba para que sirvan realmente para facilitar el "mutuo conocimiento" de las partes contratantes y también la idoneidad de la persona trabajadora y sus aptitudes, así como su adecuación a las perspectivas de desarrollo en la empresa. Una forma sutil y elegante de pedir que se impiden los abusos.
¿Ha servido este compromiso para corregir la situación? Las altas de indefinidos se han moderado respecto a 2022. Suben un 23,2% en lo que va de año respecto a los siete primeros meses del pasado ejercicio. Pero las bajas de afiliación por no superar el periodo de prueba de indefinidos crecen más del doble, un 52,2%. Aunque el 'gap' se ha reducido, el incremento se produce sobre unas cifras que ya eran récord hace un año. Curiosamente, es el comportamiento inverso al de los temporales: las altas de afiliación de temporales también frenan su caída, al 18,3% interanual, pero las bajas por no superar el periodo de prueba retroceden un 39,9%.
La paradoja es aún más evidente si utilizamos los datos agregados de todos los tipos de contratos: las altas de afiliación han retrocedido un 0,23% interanual en los primeros siete meses del año, pero las bajas por no superar el periodo de prueba crecen un 14,1%.
El papel de la reforma de 2012
Sin embargo, el análisis de la serie histórica apunta un dato llamativo: aunque en los meses de julio se registra el máximo anual, el récord histórico está en marzo de 2020, con el estallido de la pandemia en España y la declaración del Estado de Alarma que obligó a cientos de miles de empresas a echar la persiana. Ese mes hubo 127.962 despidos (antes de la 'prohibición' de despedir improvisada por el Ejecutivo) y 116.491 bajas por no superar el periodo de prueba.
Aunque la mayoría de la destrucción de empleo en ese momento se produjo por el fin de contratos temporales, esto apunta que el periodo de prueba es una de las herramientas 'preferidas' por las empresas para reducir plantilla. En realidad, en la última década ha sido más habitual que las bajas por este motivo superen a los despidos propiamente dichos.
Pero este es un fenómeno que se da en los contratos temporales (donde se despide mucho menos) más que en los indefinidos. Así que no es algo que sea achacable exclusivamente a la reforma laboral que se aprobó en 2021.
La serie histórica comparable se remonta a octubre de 2012, ocho meses después de la aprobación de la reforma del PP, y desde ese momento se aprecia que según la recuperación de la Gran Recesión se consolida, los despidos retroceden y empiezan a verse superados con cada vez mayor frecuencia por las bajas por no superar el periodo de prueba, sobre todo en verano.
Aunque la recuperación del mercado de trabajo tras la Gran Recesión fue más lenta que al registrada tras la pandemia, y además tuvo un peso mucho menor del contrato indefinido, se aprecia que la tendencia ya estaba ahí. Una de las explicaciones que se dio hace una década fue el uso del contrato indefinido de apoyo a emprendedores introducido en 2012, con un periodo de prueba de un año. Pero el uso de esta figura, derogada en 2018, fue limitado en la práctica, en comparación con el peso del resto de los contratos fijos y, sobre todo, temporales. Da igual el tipo de empleo que sea: cuando se crea, España abusa del periodo de prueba.
La ventaja es obvia: no hay que pagar indemnización de 12 días por año que corresponde a la finalización de un contrato temporal o de 20 días en caso de despido propiamente dicho.
¿En qué falla la reforma laboral?
Pero tras la reforma laboral la recuperación del empleo se centra en los indefinidos, que han absorbido un comportamiento que antes se centraba en los temporales (que suponían nueve de cada diez contratos). Así, aunque los despidos de indefinidos marcan récord y siguen superando a las bajas por periodo de prueba, la brecha se ha reducido en el último año hasta el punto de que incluso se ha cerrado en algunos meses. Esto da idea de que hasta qué punto los cambios en la contratación han sido inútiles contra este tipo de precariedad.
Lo que se puede reprochar la reforma es que no ha acertado con la fórmula para contrarrestar un problema que era más que previsible, a tenor de lo ocurrido en los años precedentes. El apartado incluido en el V acuerdo de Negociación Colectiva, refleja la libertad que la Ley da a los convenios para regular el periodo de prueba. Pero la norma fija un máximo de 6 meses para los trabajadores técnicos titulados y dos para el resto, si bien este último umbral sube a 3 meses en el caso de las empresas de menos de 25 trabajadores. En el caso de los temporales de duración inferior a 6 meses, el límite del periodo de prueba es de menos de un mes.
Con estos plazos, se entiende que el uso desproporcionado del periodo de prueba para prescindir de trabajadores es una forma de elevar la volatilidad del empleo. Además, la cotización adicional a la Seguridad Social que la reforma laboral introduce para los contratos temporales tampoco parece servir en este caso. Diversos juristas advierten de que el recargo de 29,74 euros se aplica para los supuestos en los que el contrato tiene una duración estipulada inferior a 30 días, si no se supera el periodo de prueba en menos tiempo no, aunque esta cuestión sigue siendo objeto de discusión con la Seguridad Social.
¿Un gran suspenso de las empresas?
Sin embargo, existe una hipótesis que explica el auge de estas bajas tras la reforma laboral que se centra en el particular comportamiento el mercado laboral tras la pandemia: que se trate de dimisiones encubiertas. Es decir, que no es el trabajo, sino la empresa la que supera el periodo de prueba. España no ha sido ajena al 'rebote' del mercado laboral tras la pandemia y eso explica que la empleo se haya disparad con una intensidad muy superior a la previa a la pandemia.
Aunque el foco de preocupación está en el auge de los despidos, lo cierto es que una de las principales causas por las que un trabajador deja su trabajo es la renuncia voluntaria, que ya ronda los 1,5 millones de casos en lo que va de año (la mayoría indefinidos). Simplemente, tiene más opciones e incentivos para cambiar de trabajo que antes de la pandemia.
En este sentido, el auge de las bajas por no superar el periodo de prueba sería una extensión de esta práctica, que afectaría, además, a los fijos discontinuos (lo que explicaría la desproporción entre la evolución de las altas de afiliación de indefinidos y la de sus bajas por no superar el periodo de prueba). También hay que tener en cuenta que la volatilidad de estos trabajadores (369.164 pasaron a la inactividad solo en julio, más del triple que las bajas por no superar el periodo de prueba) hace que muchos se desencanten con su empleo y renuncien e los primeros meses. A esto contribuiría una pésima gestión de los recursos humanos en muchas empresas.
Sin embargo, los datos muestran que la correlación de la evolución de las bajas por no supera el periodo de prueba es más estrecha con los despidos que con las renuncias voluntarias, lo cual apunta a que el fenómeno responde a una precariedad estructural del mercado laboral que la reforma no ha corregido y que, en todo caso, se ha visto agravada por la intensa recuperación del empleo otras la pandemia.