Economía

Más de un millón de indefinidos dimiten en el primer semestre y elevan la presión sobre los sueldos

  • El sobrecalentamiento del mercado laboral influye en la evolución de los salarios
  • Los trabajadores ganan más poder para negociar sus retribuciones

Nadie diría que el mercado laboral con la mayor tasa de paro de la Unión Europea y la menor ratio de vacantes por desempleado presenta síntomas de un 'sobrecalentamiento' tan intenso que está afectando al alza a los salarios. Sin embargo, la evolución de los sueldos y las incongruencias entre las diversas estadísticas que la miden apuntan a que hay un factor que está pasando por debajo del radar de los análisis económicos. Este puede ser las dimisiones, que alcanzaron un máximo histórico de 280.678 en junio impulsadas por las de 211.641 trabajadores con contratos indefinidos, que son precisamente los que tienen salarios más altos.

Después de un 2022 que ya fue histórico en número de renuncias, 2023 ha seguido batiendo marcas. Aunque el dato global solo sube un 4,18% respecto a junio de hace un año, esto se explica porque las dimisiones los indefinidos han crecido un 26% mientras las de los temporales han retrocedido un 34%. De hecho, las dimisiones con un empleo fijo superan por primera vez el millón en el conjunto de un semestre. En concreto, suman 1.014.556, un 56% más que en el mismo periodo de 2002.

A primera vista, la explicación parece estar un mero un efecto estadístico: las restricciones a los contratos eventuales introducidas en la reforma laboral han aumentado en once puntos porcentuales los trabajadores indefinidos. Pero este argumento peca de simplificar lo ocurrido. Incluso obvia el verdadero impacto de la nueva normativa.

Y es que los asalariados con contrato estable siempre han sido más que los eventuales. En junio de 2019 suponían el 61,8% de los afiliados al Régimen General, mientras que los eventuales eran el 30,9%. Existe una tercera categoría de "otros" que la Seguridad Social define como "aquellos afiliados que no tienen contrato", formada mayoritariamente por funcionarios, que suponían un 7,28% del total. En junio de 2023, los porcentajes cambian: los indefinidos suponen el 77,7% de los afiliados, los indefinidos el 14,18% y el resto el 8,2%.

Pero las dimisiones no han seguido la misma evolución: hace cuatro años las renuncias de indefinidos suponían el 33,96%, las de temporales el 64,15% y las del resto un 1,89%. En junio de 2023, los indefinidos habían pasado a suponer el 75,4%, los eventuales el 22,67% y los restantes un 1,92%.

Aún aceptando que las posibilidades de encontrar un empleo indefinido se han disparado tras la reforma, este trasvase que no deja de ser sorprendente en un país con una tasa de paro que órbita alrededor del 12% y apenas 5 vacantes por cada 100 parados, 149.645 según los últimos datos del INE, correspondientes al primer trimestre. Unos datos que el propio Ministerio de Trabajo utiliza para rebatir las advertencias de las patronales, que hablan de una demanda de mano de obra mucho mayor.

Más poder para el trabajador

La pregunta e evidente: si en España hay tan pocos puestos por cubrir, ¿a dónde ha ido ese millón de indefinidos tras dimitir? Es más:  ¿cómo es que los datos de empleo pueden seguir aumentado

La única conclusión plausible es que no estamos ante una 'Gran Renuncia' de personas que abandonan el mercado laboral. Simplemente, cambian de trabajo, y si pueden hacerlo es porque otras empresas les abren sus puertas. Aunque esas vacantes no aparezcan en los registros convencionales, que parecen centrase en la cobertura de puestos de nueva creación y no en los que genera la rotación del mercado laboral, que antes eran ocupados por temporales y ahora, cada vez más, por indefinidos. 

Una de los factores a tener en cuenta es que el rebote del empleo tras la pandemia coincide con un momento en el que España empieza a tener un problema añadido a causa de la edad: el porcentaje de activos entre 25 y 65 años está en su mínimo histórico. Todo ello desemboca en un desequilibrio creciente en la demanda de mano de obra que castiga con intensidad a sectores variados, desde la hostelería a la alta tecnología.

Esto hace que esos trabajadores puedan cambiar de trabajo con más facilidad que nunca. De hecho, en paralelo al auge de las renuncias se ha producido el de las bajas por no supera el periodo de prueba, un fenómeno que muchos expertos achacan no a que las empresas abusen de esta figura, sino a una decisión de los recién contratados que han encontrado una oferta mejor.

Aunque la verdadera clave es que ahora renuncian trabajadores que en el pasado jamás se lo habrían planteado: los que tienen un contrato indefinido.

Dicho de otra forma, si tiene más posibilidades para elegir tienen más poder para imponer sus condiciones. Y esto, inevitablemente, repercute en los salarios de una manera más intensa de lo que los análisis tradicionales preveían.

Según los últimos datos de la Agencia Tributaria, los sueldos en las empresas españoles han aumentado un 5,7% en el último año, por encima del 3,34% que se pacta de media en los convenios colectivos. Esta divergencia apuntan a la existencia de una brecha entre los sueldos que las empresas pactan con los sindicatos y los que tienen que abonar realmente para fichar trabajadores o retenerlos.

Un tercer indicador que se puede sumar al estudio de los sueldos es el 'Indeed Wage Tracker'. Elaborado por el mayor buscador de ofertas de empleo del mundo, y valorado por instituciones como la OCDE y los bancos centrales de Inglaterra o Irlanda, su valor radica es que compara la variación interanual en los salarios recogidos en las ofertas de empleo. Y en nuestro país alcanza el 5,9%, una subida que supera a las grandes economías de la zona euro, a Estados Unidos y solo se ve rebasada por Reino Unido. Ello a pesar de que España es uno de los países europeos con la inflación, al menos comparativamente, más moderada.

Aunque el número de empresas españolas que publican sueldos en las vacantes que publican ronda el 13% (tres puntos más que en Alemania, pero muy por debajo del 42% de Reino Unido) lo sorprendente es que los resultados se acercan mucho más a los datos de la Agencia Tributaria que a los de los convenios colectivos.

Una brecha que puede ser una buena noticia para aquellos trabajadores o candidatos que ven cómo sus sueldos mejoran por encima de lo que pactan patronales y sindicatos, pero no tanto para organismos como el Banco de España o el Banco Central Europeo, más preocupados por la inflación. O, mejor dicho, por los 'efectos de segunda vuelta' que pueden hacer que los incrementos salariales, igual que los márgenes empresariales, retroalimenten los precios. Esta preocupación no es nueva, aunque tradicionalmente sus advertencias ponen el foco en el SMI, las nóminas del sector público o los acuerdos entre empresas y trabajadores. Su idea es que la mayor presión regulatoria y una negociación colectiva centralizada del mercado laboral español hace que sea menos volátil que en países como Estados Unidos o Reino Unido. Pero qué ocurre ¿si esta idea ya no sirve?

Tomemos como ejemplo el SMI, que se ha disparado más de un 46% en cinco años tras permanecer prácticamente congelado los cinco años anteriores. Con los datos en la mano, no se puede decir que esté lastrando de manera inequívoca la creación de empleo, pese a que la última subida, del 8% en 2023, afecta a más trabajadores que nunca. Esto podría responder a que muchas empresas ya daban por amortizada la necesidad de subir salarios si no quieren que sus trabajadores se vayan.

En el caso de los indefinidos, esta presión es aún mayor que entre los temporales, ya que en su caso se da el fenómeno de que su poder adquisitivo no se ve afectado solo por la inflación, sino también por las medidas para contrarrestarla. De hecho, son estos trabajadores los que suelen tener una hipoteca afectada por la subida de tipos. Lo que tradicionalmente se consideraba un freno a la hora de tomar la decisión de cambiar de empleo, ya no lo es tanto.

Un problema inédito en España

Los problemas que provocan las renuncias siguen lejos de la que se vive en Estados Unidos o Reino Unidos, pero resultan inéditos en un país en el que tradicionalmente la evolución salarial se fía al poder de la negociación colectiva entre patronales y sindicatos. Algo lógico en un país cuyos niveles de temporalidad y precariedad siguen entre los peores de la zona euro, pese al innegable alivio que ha supuesto la última reforma laboral. Esto alienta la idea de que un asalariado en solitario siempre tendrá las de perder ante el empleador.

Echando la vista atrás, los datos parecían corroborar esta idea: tras la crisis financiera, la variación salarial estimada por Hacienda quedaba muy por debajo de la recogida en los convenios. Desde 2018 la diferencia se invierte, aunque el mayor incremento se ha dado en el último año.

Y es que el auge de las dimisiones de indefinidos apunta a que la percepción de los trabajadores ha cambiado. Estos trabajadores tienen más que ganar al cambiar de empleo, ya que su poder adquisitivo no se ve afectado solo por la inflación, sino también por las medidas para contrarrestarla. Precisamente son ellos los que suelen tener una hipoteca afectada por la subida de tipos. Pero lo que tradicionalmente se consideraba un freno a la hora de arriesgarse a de cambiar de empleo, ya no lo es tanto.

En otras palabras, lo que tradicionalmente se consideraba un freno a la hora de tomar la decisión de cambiar de empleo, ya no lo es tanto. Y esto se traslada a las decisiones salariales de las empresas.

En este sentido, estudiar los datos de Seguridad Social de las renuncias puede contribuir a explicar el 'sobrecalentamiento' del mercado laboral, así como la razón por la que las recetas tradicionales para moderar la inflación no están dando los resultados esperados.

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