Las bajas de afiliación por no superar el periodo de prueba siguen disparándose un año después de la entrada en vigor de la reforma laboral, y alientan las voces que afirman que la nueva norma ha trasvasado parte de la precariedad del empleo temporal al fijo. Pero también existen otras explicaciones. La primera, que se trata de un simple efecto colateral por del aumento de los contratos indefinidos. La segunda, que muchas de estas bajas son en realidad dimisiones y no ceses. Y la tercera, que reflejan una práctica habitual en las empresas que no deriva de la reforma laboral, si bien esta no parece haberla frenado.
El Banco de España se sumó hace unas semanas al debate sobre si la reforma laboral está dañando la estabilidad que ofrece los contratos indefinidos. La institución planteaba que la tasa de baja en esta modalidad de empleo, considerada de alta calidad, está creciendo más rápido que en otros tipos de contratación y con mayor salida al desempleo durante 2022. No es la primera entidad en plantear que el nuevo marco regulatorio perjudica a la calidad del nuevo empleo premium.
Fedea y BBVA Research apuntan a que la reforma laboral ha reducido el uso de contratos temporales a cambio de flexibilizar la contratación indefinida. Especialmente a través de la sustitución de los extintos contratos temporales por obra y servicio por la modalidad de fijo discontinuo, en la cual el trabajador interrumpe su actividad de manera temporal, pero manteniendo la vinculación contractual y supone que el empleado deja de estar afiliado a la Seguridad Social y tiene derecho de prestación por desempleo, pero no cuenta en las cifras oficiales de paro.
La novedad que planteaba el Banco de España es que los contratos indefinidos ordinarios, también se han vistos afectados con un aumento significativo de bajas, que terminan en desempleo. Los datos estadísticos de la Seguridad Social recogen mes a mes el motivo por el que causan bajan los afiliados. La casuística es grande, casi media centena de tipos de bajas, pero el "despido" en período de prueba es el que más ha crecido, si exceptuamos el pase a la inactividad de los trabajadores fijos discontinuos, que es la primera causa.
Esta perspectiva abre la puerta a que los períodos de prueba en las contrataciones indefinidas se hayan convertido en la rendija dentro del nuevo marco regulatorio para convertir contratos indefinidos en temporales de corta duración. Los trabajadores con contratos indefinidos que no superan el período de prueba se han multiplicado coincidiendo con la entrada en vigor de la nueva normativa. Las últimas cifras disponibles, de marzo, indican que, en los últimos doce meses, esta vía para cortar la relación laboral crece un 141% hasta las 57.275 bajas que se produjeron el pasado mes de marzo.
¿Despidos o dimisiones?
"Estamos analizando el aumento, pero todavía faltan datos para tener una perspectiva completa de lo que está pasando, hay cierta sensación de que se puede estar produciendo cierto abuso, pero es una exageración hablar de alarma, no se han disparado tanto como parece", explica Raúl Olmos de la secretaría de acción sindical de CCOO. Los ceses durante el período de prueba solo suponen un 8% del total de bajas tramitadas en marzo.
En contra de la teoría de que el período de prueba se utiliza masivamente para despedir a los nuevos contratos indefinidos juega que a la vez se ha producido una intensa creación de empleo, con lo que entra dentro de la normalidad que crecieran en paralelo el número de bajas. Si nos remontamos a marzo de 2019, el incremento de bajas en período de prueba es del 339%, coincidiendo con la histórica generación de empleo que ha experimentado la economía española tras la pandemia.
Pero conviene recordar que no todas las bajas de los contratos indefinidos entrañan un despido. Dejando al margen el caso de los fijos discontinuos inactivos, que son objeto de su propia y bien conocida polémica, las dimisiones son la segunda categoría por donde se tramitan más bajas. Pero están relacionadas con un cambio de empleo. También hay otros tipos como excedencias, fallecimientos del trabajador o incapacidades. En rigor, hay cinco causas concretas que se pueden desagregar como bajas que terminan con el afiliado en el paro.
Estas corresponden a la decisión de la empresa de prescindir del trabajador. Cinco de ellas hace referencia explícita a un tipo de despido (disciplinario, objetivo, colectivo o improcedente). La que falta pertenece a la categoría de período de prueba. De forma técnica no son un despido, ya que se corresponde a una cláusula del contrato, que se activa si el empleador no está satisfecho con las capacidades o el rendimiento del trabajador. Aunque también puede suceder a la inversa.
Esto es algo en lo que el Ministerio de Trabajo y los sindicatos hacen hincapié: los casos de trabajadores que dejan un trabajo voluntariamente (porque no están contentos o, más habitualmente, porque les surge otro mejor). En este caso, equivale a una dimisión y si la persona acaba apuntada al paro no tiene derecho a prestación. Esta sería una tercera teoría que explicaría el aumento exponencial de los ceses durante el período de prueba.
"La respuesta para saber si se debe a un abuso de la empresa o a un comportamiento de los trabajadores la conoceremos en septiembre cuando se publique la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL)", indican desde CCOO Olmos. Y señala que "la intuición nos dice que al haber más contratos indefinidos son los propios trabajadores los que deciden no continuar con el período de prueba".
Más allá de la intuición, existe un dato que puede arrojar algo de luz hasta conocer el de la MCVL: las prestaciones por desempleo de las personas que van al paro tras no superar un período de prueba por decisión de la empresa. En marzo, el número de altas iniciales de prestaciones de paro justificadas por no superar el período de prueba se han disparado un 58% respecto a 2022.
Pero este dato incluye el total de bajas de trabajadores, tanto de personas que firmaron un contrato contratos indefinido como temporales. Si volvemos a los datos de ceses registrados por la Seguridad Social, el incremento anual de bajas de todos los tipos de contratos fue del 27%. Es decir, menos de la mitad de lo que aumentaron las prestaciones. La clave de que el incremento total sea tan reducido es que las bajas de contratos temporales, que hasta la reforma laboral eran la mayoría, se han desplomado un 43%.
Los ceses crecen más que los indefinidos
Es decir, el incremento de los ceses durante el período de prueba se está concentrando exclusivamente en los puestos de trabajo indefinidos, y creciendo a ritmo vertiginoso. Pero no solo se incrementan. También cobran mayor peso entre el total de ceses. En marzo, el 42% de las causas de baja con destino al desempleo se correspondían a período de pruebas. Hace un año apenas representaban un 25%. Y antes de la pandemia, en 2019, último año en el que el mercado de trabajo funcionó con normalidad, sin pandemias, ni presiones inflacionistas, solo suponían el 5%, entre las distintas fórmulas equiparables al despido.
¿Se puede decir que la reforma ha espoleado el uso del período de prueba para que no se consolide la relación laboral con un contrato indefinido? Esto es lo que avisan muchos despachos de abogados, que ven un repunte de la litigiosidad por estos casos. Hasta la reforma, el período de prueba entre los contratos indefinidos parecía prácticamente un mero trámite. Ahora su carácter ha cambiado.
"Teniendo en cuenta que se ha reducido la contratación temporal, con incluso la desaparición del tradicional contrato de obra o servicio, lo que está sucediendo en algunos casos es que por ejemplo se extingue la relación dentro de un período de prueba, como si de una contratación temporal se tratase y sin derecho a ninguna indemnización", explica Eva Hernández, abogada de Escalona & de Fuentes.
La clave para prescindir de un trabajador durante el período de prueba está en el coste. El empleador no está obligado a indemnizar al empleo. Puede extinguir la relación laboral de forma unilateral y sin justificación. "Puede haber indicios de fraude si los ceses durante el período de prueba se han sustituido por los antiguos contratos temporales", dice Hernández.
La duración del período de prueba puede ser pactado en convenio colectivo, pero en su defecto puede superar los seis meses. Tiempo suficiente para que sea asimilado como una nueva fórmula de trabajo temporal. Esta tesis parece avalada por el hecho de que, mientras el empleo indefinido crece a un ritmo del 17% anual, las bajas en período de prueba han cogido una velocidad vertiginosa. Se ha pasado de 23.743 bajas a 57.275 a cierre del pasado mes de marzo, un aumento anual del 141%.
Una tendencia que venía de antes
Las cifras encajan con la insinuación del Banco de España y otras instituciones de investigación, pero el equipo de Yolanda Díaz tiene una respuesta en este caso: la reforma laboral no ha modificado la regulación de los períodos de prueba, que además tiene margen de flexibilidad mediante los convenios colectivos que pactan patronales y sindicatos. Por lo tanto, más allá de que las bajas aumenten porque hay más contratos indefinidos, esta distorsión no es achacable a la nueva ley. O incluso la ha reducido.
Para el vicesecretario general de Política Sindical de UGT, Fernando Luján, la reforma laboral ha "resituado" donde corresponde a los contratos temporales. "Antes de la reforma laboral se estaban utilizando como si fuera un período de prueba, antes de acceder al contrato indefinido", señala.
Hay una métrica que puede corroborar esta tesis: la tasa de bajas por no superar el período de prueba anotada cada mes por la Seguridad Social sobre los contratos temporales y registrados cada mes por el Servicio Público de Empleo. La de estos últimos es mucho mayor si la comparamos con el escenario previo a la reforma, dispara al 9%, cuando en 2022 era del 2%. Pero el resultado es sorprendente si comparamos la evolución desde 2012, cuando comienza la serie histórica, con la de los contratos temporales.
Aceptando que los datos de 2012 aún eran algo incompletos, aunque la Tesorería General de la Seguridad Social los publica igualmente, con lo cual la comparación más correcta es a partir de 2013, se aprecia que la tasa entre los indefinidos supera cada vez más a la de los temporales hasta llegar a un 6% en 2019. Se enfría a mediados de ese año y se hunde con la pandemia. Posteriormente, se recupera levemente para volver a reactivarse con fuerza, coincidiendo con la reforma laboral, hasta superar nivel de entre el 8,5% y el 9%. En comparación, la de los temporales sigue una evolución más estable, pese a que se firmaban muchos más contratos, que apenas se ve penalizada por la reforma laboral.
¿Cómo se explica esto? Parece que el uso del período de prueba es mucho más permeable a la volatilidad endémica de la contratación en función del ciclo económico. Ello contribuye a dar lógica al freno en 2019, un año de desaceleración económica por la pandemia y el fuerte rebote en 2022. Pero ya existía la misma tendencia antes, a partir de la reforma laboral de 2012.
A falta de datos anteriores de bajas a 2012, es difícil saber si esta puede considerarse una causa o fue la recuperación de la economía tras la crisis financiera, a más contratos más abuso del período de prueba en los indefinidos), pero los indicios están ahí y merecen un análisis en profundidad, Lo que se puede afirmar es que ninguna de las grandes modificaciones del mercado laboral lo han corregido.
Coincidencia o no, los ceses en período de prueba en contratos indefinidos tocaron máximos históricos durante los meses de verano, que históricamente están marcadas por incremento significativo de contrataciones temporales para cubrir la campaña estival. El año pasado superaron las 60.000 bajas en junio y julio.
Las primeras sospechas de la corta estadística es que parte de la inestabilidad que ha caracterizado al trabajo temporal se ha desplazado a los contratos indefinidos. Este verano será otra prueba de algodón para detectar si en muchas contrataciones indefinidas durante el verano se activan los ceses durante el período de prueba.