Economía

La debilidad de la demanda conduce a Europa a la estanflación

  • El mercado ve ya más probable una caída de precios en pleno frenazo del PIB...
  • ... que una inflación descontrolada y lejos del 2% por más tiempo
  • Los nuevos pedidos se desploman en la industria y los servicios a nivel comunitario
Sede del Banco Central Europeo (BCE), en Francfort del Meno, Alemania. Dreamstime
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El futuro a corto plazo en Europa se baraja entre varios escenarios, pero todos dan por sentado que la coyuntura actual es de evidente desaceleración y de recuperación con menor firmeza de lo previsto. Son sensaciones que se pueden percibir a través de indicadores tan globales como el PIB, que en primavera apenas avanzó una décima. Además, el frenazo se puede apreciar al desgranar estadísticas como el índice PMI: a la merma de poder adquisitivo se suma la menor actividad empresarial que resulta en un desplome de los nuevos pedidos en prácticamente todos los sectores. Un problema de demanda que puede tirar para debajo de los precios y sumergir a Europa en una deflación, aunque el continente puede afrontar una situación de altos precios con crecimiento estancado.

De hecho, el Banco Central Europeo (BCE) da por sentado que la fase en la que se introduce la economía no era la que esperaban: "La economía podría estar entrando en una fase de estanflación en contraste con el escenario benigno de un aterrizaje suave", firmaban las actas publicadas a finales de agosto.

Tal y como recoge el think tank Oxford Economics, la probabilidad percibida de deflación vuelve a rebasar ligeramente por encima de la media de la media de la última década. De hecho, los últimos resultados apuntan a una probabilidad ligeramente mayor de deflación que de inflación persistentemente alta a largo plazo. Por tanto, en la balanza de factores que puedan alterar la economía ahora desequilibra la deflación frente a un nivel de precios fuera del objetivo del 2% que persiguen los bancos centrales.

La actividad industrial no se frenaba en Europa de forma tan contundente desde mayo de 2020, ya que 19 sectores de 20 se contrajeron en agosto. Esta señal es contundente e indica que la desaceleración se extiende entre el propio sector y, además, alcanza también a los servicios.

"Las tendencias de los nuevos pedidos tomaron un giro sombrío, ya que la debilidad de la demanda, antes limitada al sector manufacturero se extendió a los servicios", señala S&P Global.

De esta forma, se pasa de un shock de oferta por la guerra a un problema de demanda, siendo además el consumo y la demanda interna un elemento clave en Europa. Según Martin Moryson, Economista Jefe para Europa de DWS, el consumo privado tiene un peso equivalente a más de la mitad del PIB a nivel comunitario, mientras la demanda interna suma un 73% de las cuentas nacionales.

El comportamiento más débil de la demanda deja a las empresas en desventaja para marcar los precios de venta. "Es probable que las tendencias desinflacionistas cobren impulso. No sólo los precios de los alimentos han empezado a disminuir realmente, sino que las expectativas de precios de venta tanto en la industria como en los servicios han bajado, a pesar de cierto repunte reciente, lo que refleja un poder de fijación de precios más débil", explican expertos de ING Economics.

En la actualidad, una de las grandes preocupaciones es la rigidez de las probabilidades de elevada inflación que aún sondean al Viejo Continente. "La rigidez de la probabilidad asignada de alta inflación a medio plazo puede preocupar algunos de los miembros más duros del BCE. Los principales responsables políticos, como Isabel Schnabel, consideraron significativo el aumento inicial, por lo que su por lo que es probable que su persistencia mantenga viva esa preocupación", explican desde Oxford Economics.

Así, más allá de la prevista deflación (una "mejora" en la inflación), la nube de la inflación elevada por un mayor periodo del previsto nunca se ha marchado. De hecho, otras voces reputadas del BCE -su propio economista jefe, Philip Lane- descartan revisiones a la baja de la inflación. Por el contrario, el reciente aumento de los precios del petróleo podría dar lugar a una ligera revisión al alza.

Bajo esta mezcla de presión de los costes (salvo la energía, un indicador que sí empuja ya los precios a la baja) sobre las empresas y la contracción generalizada de la industria y los servicios que marca el negativo cambio de tendencia durante el presente ejercicio se sirve el cóctel de la estanflación en la Unión Monetaria.

El BCE valora una nueva subida de tipos o frenar la escalada el 14 de septiembre

Hay otras voces que calman las aguas y, en cierta medida, difieren del consenso del mercado. "Los indicadores de confianza y PMI más recientes anunciados en los dos últimos meses reflejan una importante caída. ¿Caída de los precios? Yo hablaría de forma general de frenada de precios. Ahora le toca elegir al Banco Central Europeo si finaliza ya la subida de tipos en la próxima reunión. Aunque hay una reducción de la actividad de aquí a final de año también se espera una reducción de la inflación que tanto se había resistido. Por tanto, yo no hablaría tanto de estanflación, porque los datos de precios están descendiendo, sino de desinflación. La inflación está yendo en la dirección que tiene que ir", explica a este medio la economista senior de Funcas, María Jesús Fernández.

La tasa general de precios sólo ha bajado marginalmente durante el verano en el conjunto del euro, aunque se debe en gran medida a los efectos base de Alemania como consecuencia del estímulo fiscal por el abaratamiento del transporte público y la reducción de impuestos sobre la gasolina, indican desde ING Economics. "El crecimiento salarial se mantuvo elevado, en torno al 5% interanual en el segundo trimestre, y las últimas expectativas de los consumidores del BCE mostraron un ligero aumento de las expectativas de inflación", señalan los expertos del departamento de análisis macroeconómico de la entidad bancaria.

Aterrizaje con turbulencias

Tal y como se puede observar en el registro del PIB que arrastra el continente desde la caída de la pandemia, la Eurozona se ha quedado detrás rezagada respecto al liderazgo del PIB global o de Estados Unidos, pese a que el mercado laboral ha reaccionado sorprendentemente bien en comparación con otra crisis reciente gracias a las políticas laborales aplicadas. Lo que es un hecho es que un crecimiento esperado del 0,7% para la Eurozona no era lo que se esperaban los responsables de la política económica europea.

Una de las preguntas que ponen sobre la mesa los expertos es cómo afrontará el BCE un escenario en el que destaca un crecimiento más débil y una inflación elevada. "Los datos macroeconómicos publicados desde la reunión de julio dan margen tanto para una pausa como para una decisión de subida de tipos la próxima semana", explican desde ING Economics, aunque el último dato de PIB publicado para el promedio de la Eurozona fue peor de lo previsto.

"Los bancos centrales más previsores optarían claramente por una pausa tras más de un año de subidas de tipos de 425 puntos básicos, las crecientes preocupaciones por el crecimiento y la desinflación que probablemente cobrará impulso en los próximos meses. Ganar algo de tiempo para evaluar cómo se desarrollarán las subidas de tipos hasta ahora sería el tema principal", analizan desde el departamento de análisis. La próxima reunión se plantea para esta primera quincena de septiembre con cada vez más voces enfrentadas dentro del principal órgano rector.

Aunque pueden comenzar a hacer más ruido las voces que abogan por echar el freno a las subidas de tipos, en ING Economics recuerdan que "la experiencia del último año ha demostrado que el BCE se ha mantenido fiel a su postura de hacer más hincapié en los datos reales que en los previstos, y sigue considerando que existe un mayor riesgo de detener el endurecimiento demasiado pronto que de ir demasiado lejos".

"Los mercados financieros asignan una probabilidad del 35% a que el BCE suba tipos en septiembre, pero la probabilidad de que lo haga antes de terminar el año es del 70%", analiza CiaxaBank Research. "Nuestra visión es que al BCE todavía le queda un incremento más para llevar los tipos a un pico del 4,00% (depo) y 4,50% (refi). Esta visión recoge la preocupación, enfatizada por el propio BCE, por una inflación demasiado alta durante demasiado tiempo. Con todo, la debilidad mostrada por los últimos indicadores de actividad puede llevar al BCE a tomarse una pausa en septiembre", indican.

Recordemos que la inflación general apenas comienza a descender y se mantiene lejos del objetivo que persigue el banco central tras el importante shock de 2022. Aunque lo que más valora ahora el BCE sería el crecimiento de la actividad frente a una evolución inesperada de los precios. "Para los halcones, el riesgo de que una pausa se transforme en un verdadero alto el fuego este mismo año podría ser demasiado alto", indican.

En todo caso, se entiende que las políticas monetarias están diseñadas para actuar sobre los precios y tienen efectos secundarios que pueden dañar la economía y el BCE deberá decidir hasta dónde puede poner a prueba a Europa.

Precisamente esta semana la OCDE se mostró tajante sobre estos efectos derivados del endurecimiento de las condiciones de crédito. Citando a varios economistas, el organismo es tajante: "La bajada de la inflación parece improbable sin un aumento correspondiente en la tasa de desempleo a corto plazo".

Sin embargo, hay teorías económicas que apuntan a un efecto más suave en Europa por las políticas laborales adoptadas desde la pandemia que contuvieron ya una caída histórica del empleo en el confinamiento más duro. "La dinámica de la curva de Beveridge en la UE puede ser más benigna, lo que refleja el uso generalizado de planes de mantenimiento del empleo durante la pandemia", explicaron desde París.

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