
A menos de un mes para la celebración de las elecciones generales Alberto Núñez Feijóo, candidato del Partido Popular, ha rescatado la idea de la mochila austríaca para el modelo laboral que quiere diseñar en el caso de conseguir la presidencia del Gobierno.
El nombre de esta medida, como no podía ser de otra manera, responde a que Austria fue el primer país en desarrollar una política de ese tipo. El país centroeuropeo la implantó en 2003: consiste en la aportación mensual por parte de los empresarios de un porcentaje del salario bruto del trabajador que se destina a la creación de una cuenta de ahorro a nombre del empleado para que, en caso de despido, pueda recurrir a esos ingresos, que son de su propiedad y hacen las veces de indemnización. Es decir, que de forma simple y resumida la empresa se encarga de ir pagando la indemnización por despido mes a mes.
Esta contribución no se pierde si el trabajador ficha por otra empresa (sin pasar por una extinción de contrato que le deje en paro), así que en casos de permanencia indefinida de alta en el mercado laboral se va acumulando con el paso del tiempo y en ningún momento el empleado pierde el dinero que hay ingresado en la cuenta, puesto que ya es suyo.
Así se aplica la mochila austríaca
Las diferentes variables que tiene la aplicación de la mochila austríaca hace que los resultados de la misma puedan llegan a ser muy diferentes dependiendo de cómo se configure. El modelo no es rígido y el porcentaje que destinan las empresas al fondo puede ser diferente de un país a otro. En paralelo, la indemnización por despido que cobren los trabajadores cuando se les despida puede ser de ese fondo acumulado en su cuenta más una cantidad reducida en concepto de despido o simplemente del dinero acumulado en su cuenta personal.
Además, en función de cómo se aplique esta mochila austríaca es posible que dichos fondos puedan tener cierta rentabilidad: en Austria, por ejemplo, se permite al trabajador elegir entre varios fondos que le garantizan el capital aportado.
Al margen de las situaciones más evidentes (las de un despido del trabajador ejecutado por la empresa dentro de los cauces legales establecidos), otro de los aspectos a tener en cuenta para la aplicación de la mochila austríaca es el catálogo de circunstancias en las que el trabajador puede recurrir a ese fondo acumulado: en caso de cambio de trabajo, si se decanta por la jubilación, si decide dejar su trabajo para formarse profesionalmente...
Qué dicen los defensores de la mochila austríaca
Entendida como una forma de combatir la temporalidad perenne del empleo español (se partía de la premisa de que si las empresas tienen que asumir desde el principio costes por despido, no es tan rentable despedir a los trabajadores poco tiempo después de su incorporación) y de propiciar la movilidad laboral (porque el trabajador no pierde las indemnizaciones en el caso de marcharse de su empresa), la mochila austríaca es concebida por sus partidarios también como una figura que protege al trabajador de las pérdidas de poder adquisitivo en contextos de inflación (dado que el empleado puede conseguir rentabilidad con alguno de los fondos habilitados por el Estado).
Qué dicen los detractores de la mochila austríaca
La mochila austríaca tiene no pocos detractores que tradicionalmente se han situado en sectores de izquierda y cercanos a los sindicatos. Argumentan que la puesta en marcha de la mochila puede conllevar la reducción de las cuantías de las indemnizaciones por despido, propiciar la falta de alternativas de las empresas en momentos de crisis (que pueden recurrir rápidamente al despido porque no tienen que pagar el importe completo de la indemnización de golpe) y un coste extra para las empresas (de hecho, las que no despiden a los trabajadores asumen un gasto 'a fondo perdido').
Cómo afectaría la mochila austríaca a las pensiones
La implantación de la mochila austríaca también tendría implicaciones en lo que respecta a las pensiones y la sostenibilidad del sistema, un debate que no desaparece en España.
En la actualidad se destina un 11,7% del Producto Interior Bruto para el pago de estas prestaciones en un contexto de profunda reforma ejecutada por el Gobierno de coalición, que ha aumentado las cotizaciones para dotar de recursos extra la hucha de las pensiones, ha ampliado el periodo de cálculo de las mismas y, a la vez, ha vinculado el aumento de las pensiones al IPC (Índice de Precios al Consumo).
En este sentido, también existen dos posturas enfrentadas: frente a las personas que defienden que este fondo que se alimenta mes a mes con las contribuciones empresariales fortalece las pensiones porque estas encuentran un complemento, sus detractores esgrimen que la gran mayoría de los trabajadores recurre al dinero del fondo antes de la jubilación y que, en todo caso, para que la mochila austríaca tuviese un impacto positivo en el sistema de pensiones las aportaciones empresariales tendrían que ser mucho mayores.
De Zapatero a Sánchez pasando por Rajoy: la mochila austríaca en España
En todo caso, la mochila austríaca se ha erigido en un mecanismo de pago de las indemnizaciones por despido rodeado de mucha polémica en nuestro país a pesar de que actores políticos tanto del PP como del PSOE la han defendido en algún momento de los últimos años (si bien fue Ciudadanos en su momento de mayor representatividad el partido que la blandió como una de las medidas estrella de su programa electoral).
Fue José Luis Rodríguez Zapatero el primero en hacerlo: en la Ley 35/2010, de 17 de septiembre (puede consultarse en este enlace del Boletín Oficial del Estado) puso como fecha el primer semestre de 2013 para abordar la posible "constitución de un Fondo de capitalización para los trabajadores, mantenido a lo largo de su vida laboral, por una cantidad equivalente a un número de días de salario por año de servicio a determinar". Pero en noviembre de 2011 se celebraron elecciones anticipadas y el Partido Popular, con Mariano Rajoy a la cabeza, llegó al poder.
El cambio de color político tampoco trajo consigo la implantación de la mochila austríaca, aunque esto no fue óbice para que el primer ejecutivo de Rajoy sí abaratase el coste del despido con la reducción de la indemnización por despidos improcedentes (de 45 a 33 días por año trabajado y de un máximo de 42 a 24 mensualidades). El presidente popular llegó a incluir la medida en su programa político de las elecciones de 2015, pero no la llegó a poner en marcha incluso a pesar de imponerse en las urnas y reeditar su mandato.
La mochila austríaca recibió su último rechazo de manos de su último gran defensor (antes de Núñez Feijóo): ni más ni menos que Pedro Sánchez. En 2019, el presidente del Gobierno incluyó esta medida en su Agenda del Cambio de la mano de Nadia Calviño, que ya era ministra de Economía. Sin embargo, las elecciones generales de junio de ese año y la repetición electoral que derivó en el Gobierno de coalición dieron al traste con ello, ya que Unidas Podemos se negó desde el primer momento a aprobar un modelo de indemnizaciones por despido que, otra vez, vuelve a sonar con fuerza.