Esta vez sí. Parecía que la selección inglesa de fútbol tenía esta vez en su mano hacer un papel destacado en un Mundial. Muy lejos ya la victoria de 1966 o las semifinales de 1990, el potencial de la plantilla y la fortaleza de su liga -la Premier League es ahora mismo el emporio del deporte rey-, se daban todos los condicionantes para brillar. Pero la barrera de cuartos de final volvió a ser infranqueable -la Francia de Kylian Mbappé tiró de oficio- y lo único que se trajeron los pross a casa fue una contracción del PIB en diciembre.
Aunque parezca sorprendente, la ausencia de partidos de la Premier League durante gran parte de diciembre por la celebración del Mundial de Qatar golpeó a la economía. El PIB británico se contrajo un 0,5% en diciembre, por encima del retroceso del 0,3% vaticinado por los economistas. Tanto la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) como los analistas, coinciden en señalar que la actividad se vio muy lastrada en diciembre por las importantes huelgas en sectores esenciales como la sanidad. El coste de la vida ha sacudido a los británicos y muchos profesionales públicos han visto sus salarios estancados mientras la inflación corría al doble dígito, en el que aún sigue.
Sin embargo, el fútbol también contribuyó. Durante las cuatro primeras semanas de diciembre -en concreto hasta el día 26-, los aficionados de los clubes de la primera división inglesa no acudieron a sus estadios a animar a sus equipos. Toda la actividad generada en torno a esas citas de la liga más potente del mundo se ha notado en términos económicos. Si hubo algún repunte en la actividad por el propio seguimiento del Mundial -mayor consumo, mayor ocio-, palideció por el hecho de que cada fin de semana se 'perdieran' diez partidos de la Premier. La caída en la actividad deportiva llegó al 17% en el mes.
"La contracción del 0,5% del PIB mensual en diciembre, peor de lo esperado, puede achacarse en gran medida a las huelgas (visibles sobre todo en los sectores del transporte y la sanidad, ambos con una contracción cercana al 3% en el mes) o, lo que es más extraño, a la ausencia de partidos de fútbol de la Premier League en diciembre debido a la Copa del Mundo que se celebró en Qatar. Esto fue suficiente para que la categoría de ocio/entretenimiento cayera casi un 8%, aunque hay que admitir que se trata de una serie volátil", explica en una nota el economista de ING James Smith.
"La ONS ha indicado que parte del descenso del PIB en diciembre se debió a las diversas huelgas (trenes, enfermeras, correo real, etc.). La producción de la sanidad cayó un 2,8% intermensual, en parte debido al menor número de citas del PIB durante las huelgas, la producción del transporte bajó un 3,1% intermensual y las artes/entretenimiento cayeron un 7,8% intermensual (en parte debido a la ausencia del fútbol de la Premier League debido a la Copa del Mundo)", coincide Paul Dales, de Capital Economics. "Parte del debilitamiento respecto a la subida del +0,1% intermensual del PIB en noviembre se debió también a cierta debilidad subyacente como consecuencia de la elevada inflación y los altos tipos de interés", agrega.
Pese al dato de diciembre, la economía del país evitó la recesión técnica en 2022 -dos trimestres seguidos de contracción- al ser la lectura del último cuarto del 0% -el anterior trimestre hubo caída del 0,2%, revisada desde el -0,3%-. El gasto de los hogares aumentó un 0,1% en el cuarto trimestre, lo que sugiere que los británicos están capeando como pueden la peor crisis del coste de la vida en generaciones.
Tras la leve mejora de las previsiones económicas del Banco de Inglaterra (BoE), parece que 'llueve menos' en Reino Unido. Cabe recordar que el FMI ha insistido en que sería la economía más golpeada entre las principales del mundo (G-7) y que hasta hace poco se hablaba de 'tormenta perfecta' con el banco central vaticinando la recesión más prolongada en un siglo.

Sin embargo, la coyuntura sigue siendo compleja y parece difícil que Reino Unido sea capaz de evitar la recesión en 2023. De hecho, está el agravante de que es la única economía del G-7 cuyo PIB sigue por debajo de los niveles previos a la pandemia.
"Parece como si la combinación del apoyo del Gobierno y la utilización por los hogares y las empresas de sus reservas de efectivo hubiera amortiguado hasta ahora el golpe de la caída de los ingresos reales. El reciente descenso de los precios del gas al por mayor y el mejor contexto mundial (reapertura de China y resistencia de la zona euro) son otros tantos motivos para el optimismo. Dicho esto, dado que el lastre de la elevada inflación y los altos tipos de interés es muy grande (y estimamos que hasta ahora solo se ha sentido un tercio del lastre de los tipos más altos), seguimos pensando que la economía entrará en recesión este año", valora Dales, de Capital Economics.
"La recesión sigue siendo la hipótesis de base para el primer semestre de este año. Esto sugiere que la recesión, o al menos una recesión técnica, sigue siendo el caso base, especialmente si incluimos la contracción del tercer trimestre del año pasado. Pero parece que va a ser muy leve en comparación con los niveles históricos, ayudada, por supuesto, por el desplome de los precios del gas al por mayor. Creemos que el Gobierno británico suprimirá con toda probabilidad en abril la subida prevista de los precios de la energía para los hogares, y los actuales costes al por mayor del gas y la electricidad sugieren que la factura media anual se habrá reducido entre un 15 y un 20% para el verano con respecto a los niveles actuales. Esto debería ayudar a la economía a evitar un mayor impacto en la producción durante la primavera y el verano", complementa Smith desde ING.
¿Qué implicaciones tendrá esto para la política monetaria? "Sinceramente, probablemente no muchas", responde Smith. "La imagen ruidosa presentada por las cifras del PIB solo significa que los responsables políticos del BoE pondrán más énfasis en los datos de salarios y precios que obtendremos la próxima semana". "Es posible que el banco tenga que subir un poco más los tipos de interés para exprimir la inflación", contrapone Kitty Ussher, economista jefe del Instituto de Directores.
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