
El extraño comportamiento del mercado laboral sigue desconcertando a los expertos, incluso en un país como España, que mantiene una tasa de paro muy por encima del 12% mientras registra récords de afiliación y vacantes. Un informe plantea que no es un fenómeno pasajero, sino que irá a más en las próximas décadas y nuestro país será uno de los más afectados. La causa está en la demografía.
Le llamemos 'sobrecalentamiento' del mercado laboral, Gran Renuncia o Gran Reestructuración, la dificultad de encajar demanda y oferta de mano de obra ha sido un problema creciente en los últimos años, aunque muchos sectores no han sido plenamente conscientes de ello hasta la pandemia.
La tesis dominante hasta ahora ha sido que este fenómeno se explica por el 'rebote' de la actividad que recupera la normalidad tras las restricciones provocadas por la Covid 19 y remitirá según este se enfríe. Pero esto no ha sido exactamente así.
Ni siquiera por la incertidumbre generada por la guerra de Ucrania tras el endurecimiento de tipos para frenar una inflación que tiene mucho que ver con la presión de unos salarios abocados a subir por esta mayor dificultad de contratar.
Ahora un informe de tendencias elaborado por Indeed y Glassdoor, dos de las principales plataformas de búsqueda de empleo y de candidatos del mundo, ponen sobe la mesa la razón por la que esta Gran Renuncia está resultando mucho más persistente de lo esperado: el envejecimiento de la fuerza laboral.
"Es un error fundamental pensar que a medida que la Covid retrocede, las dificultades de contratación se evaporarán", advierte el documento, quien augura que la "dinámica" demográfica "profundamente arraigada y a largo plazo" seguirá agravando la "brecha" en el mercado laboral. Y ni siquiera un revés económico podrá remediarlo.
"Por supuesto, las economías de muchos países podrían ralentizarse o incluso caer en recesión mientras los bancos centrales trabajan para reducir la inflación. Pero incluso si el apetito de los empresarios por contratar se reduce, la oferta de mano de obra seguirá siendo escasa a largo plazo", incide el informe.
Más edad y más paro
Para sustentar su tesis, los autores citan las estimaciones del Banco Mundial, que plantean que la población entre 15 y 64 años (el estándar global de lo que se considera la edad de trabajar) se reducirá en las principales economías del mundo en los próximos tres lustros. Aunque no tanto como lo hará en España.
Uno de los grandes misterios del empleo en España, más allá de su sorprendente vigor en los últimos meses, es el hecho de que pese anotar cifras récord de trabajadores la tasa de paro siga enquistada por encima del 12%, cuatro puntos por encima del mínimo histórico previo al estallido de la crisis financiera.
Una explicación puede estar en el afloramiento de la economía sumergida promovido por la regularización de miles de contratos, sobre todo tras la reforma laboral. Pero este análisis, soslaya el profundo cambio en la composición del desempleo en los últimos años.
En octubre, el 55,6% de los parados registrados tenía más de 45 años, un porcentaje 20 puntos superior al registrado en el mismo mes de 2008. Si cotejamos esta evolución con los datos de la población activa, la respuesta es clara: la recuperación del empleo se concentra en la franja central de edad de los trabajadores.
Esta evolución se consideraba hasta ahora en sintonía con la del envejecimiento de la población laboral. Sin embargo, las previsiones de los próximos años hacen saltar las alarmas.
Y es que, según el Banco Mundial, entre 2026 y 2050 la población entre 25 y 55 años (que se supone la franja "principal" de participación en el mercado laboral) se reducirá en casi 8 puntos, del 39,1% al 31,5%.
Pero mucho antes, en apenas una década, ya se habrá colocado a la cola del grupo de economías objeto del estudio, con una caída mucho mayor que la de Alemania, Francia o Estados Unidos.
Dicho de otra forma: en España se combina un mayor envejecimiento de los trabajadores con una marcada tendencia a prescindir cada vez antes de ellos.
Un problema que ya no se resuelve solo con políticas de natalidad o de empleo juvenil, y que refleja a la incapacidad también del mercado laboral y el modelo productivo para anticiparse, o reaccionar siquiera, a este cambio demográfico.
Expectativas y natalidad
El análisis de Indeed y Glassdoor ofrece tres soluciones a este problema: la primera pasa por atraer inmigrantes y es la vía por la que España ha optado principalmente, con cambios en el Reglamento de Extranjería para cubrir vacantes en el campo o la construcción.
Aunque la visión de España de la inmigración es poco atractiva para estos trabajadores. Incluso en el diseño de las políticas públicas se considera que sus dos ventajas principales son aportar mano de obra barata que, además, contribuiría a compensar la menguante tasa de natalidad.
Sin embargo, tras la pandemia, nuestro país pierde atractivo para atraer a los foráneos en detrimento de otros países europeos: prefieren irse a otros lugares con mejores perspectivas de desarrollo profesional y vital, como Alemania.
Por otro lado, los incentivos a la atracción de talento cualificado son escasos en comparación con los de otros países y chocan con una legislación laboral que no está preparada para lidiar en este marco global.
La segunda alternativa es la "exploración" de "piscinas de talento" subestimadas. En el caso español, se trata ineludiblemente de los trabajadores de mayor edad.
Y es que, mientras algunos países se plantean incluso reducir las limitaciones a la contratación de personas con antecedentes penales, en España la gran asignatura pendiente es, ante todo, el edadismo.
Que ya no es una cuestión solo de desempleo juvenil. España ha reducido la tasa de paro de los menores de 25 años en 20 puntos desde la crisis financiera, pero esto no se ha traducido en ningún cambio en la tendencia de envejecimiento de la fuerza laboral ni en la tasa de natalidad.
En este sentido, sin dejar de poner el foco en los jóvenes, hay que hacerlo también en la recualificación del colectivo de mayores de 50 años, clave para adaptarse a unos cambios tecnológicos a los que muchas veces se achaca este "desfase". Algo que no es fácil en nuestro país, más centrado en el empleo para toda la vida que en la actualización continua de competencias.
Las políticas puestas en marcha en el ámbito del empleo y el de la formación durante la última década han fracasado en este aspecto. Y ello tiene, de rebote, un impacto demográfico entre los jóvenes, que cada vez confían menos en las expectativas profesionales a largo plazo, decisivas a la hora de formar una familia.
Carrera contra las máquinas
Atajar esta cuestión es imperativo por otro motivo. Y es que la tercera forma de combatir la falta de profesionales disponibles que barajarán las empresas será la automatización de procesos.
Y aunque Indeed y Glassddor consideran que su efecto no tiene por qué perjudicar el empleo, esto no se aplica en España: nuestro país ya es uno de los más vulnerables de la OCDE, en términos de empleo, al uso de máquinas y algoritmos.
El proceso es imparable, pero si nuestra fuerza laboral no se adapta a trabajar con ellos en lugar de verse reemplazados será también letal para la economía española, cuya competitividad a nivel internacional se basa en ofrecer una mano de obra cualificada. A fin de cuentas, un robot hará lo mismo en China o India que en España.