Economía

El BCE cierra la puerta a la crisis de los 70 con cinco argumentos para ahuyentar la estanflación

  • La subida del crudo tiene un impacto limitado en el PIB de la zona euro
  • La dependencia de la energía ha bajado un 40% en cuatro décadas
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Las crisis sucesivas del petróleo durante la década de los setenta desencadenó diez años de estancamiento económico con precios disparados, que terminó en dolorosas recesiones en los ochenta. Comienza a haber serios paralelismos, pero los bancos centrales se han conjurado para que no se repita la historia. No solo se trata de subir tipos de interés, también de ganar a la inflación con el relato. Varios análisis del boletín económico giran sobre sólidos argumentos para desterrar a los fantasmas de la década de los 70.

El Banco de Inglaterra ha traído las crisis petroleras de los años 70 a las puertas de la economía global. Ayer se puso al frente de los bancos centrales más realistas y claros con sus previsiones económicas. La institución advirtió que la inflación escalará por encima del 13% en lo que queda de año, niveles que en Reino Unido no se alcanzaban desde 1980, cotas que se alcanzaron para despedir la década de los setenta, cuando los registros de inflación llegaron a superar tasas del 20%. Detrás de la inflación de los setenta estaba el encarecimiento del precio del petróleo. En esta ocasión, además del crudo, está la cotización por las nubes del gas y la electricidad.

La receta que están intentando aplicar los distintos países para hacer frente al precio de la energía es muy parecida a los 70. Primero anunciaron ayudas y recortes de impuestos, como ocurrió después de la crisis del petróleo de 1973. Después las políticas se orientaron a ajustar los niveles de consumo a la nueva realidad, como ahora intenta hacer la Unión Europea ante el corte de suministro de gas ruso.

Pero desde el inicio de la crisis, los bancos centrales ha intentado desmontar la idea de que la crisis energética va a parecerse a la década de los 70. No es para menos. El precio del petróleo puso fin a los acuerdos de Breton Woods, donde los tipos de cambios se fijaban alrededor del dólar y el oro, y fue la última vez que las expectativas de inflación se le desbocaron a los grandes bancos centrales del mundo. Las consecuencias se sufrieron en la década posterior con la caída en recesión de las principales economías del mundo.

La actual subida del petróleo se queda corta

En el último boletín del BCE, los economistas de la institución despliegan varios argumentos para alejar la actual coyuntura de la crisis del petróleo vivida hace alrededor de 50 años. El primero es el más obvio. En términos relativos, la subida actual es menor a la experimentada en aquella época. El precio del barril de Brent registró un aumento del 168% en 1974, al que siguió una subida del 51% en 1979 y del 67% en 1980. Prácticamente en diez años, la cotización de crudo pasó de marcar precios estables sobre los 25 dólares el barril a dispararse por encima de los 125 dólares. Los economistas europeos Julien Le Roux, Bela Szörfi y Marco Weißler apuntan que el encarecimiento actual se sitúa alrededor del 40%, tomando de referencia el promedio del período precovid, entre 2017-2019. Hay que recordar que en 2020, el petróleo llegó a marcar precios negativos al inicio de la pandemia.

Sin embargo, los dos rallies de precios comparten la característica común de que el encarecimiento del precio se ha cocinado desde un problema de la oferta, no de un crecimiento del consumo que tire de la valoración. En los setenta, la crisis de precio se desató por el embargo de la OPEP a los países occidentales por apoyar a Israel en la guerra del Yom Kipur. Ahora la evolución del petróleo se debe "en gran medida una perturbación de oferta asociada a cuellos de botella en la oferta y a la invasión rusa a Ucrania", recoge el informe del BCE. Además, el aumento del precio del petróleo ha coincidido con un acusado incremento del precio del gas natural, y esto puede amplificar los efectos negativos de los precios del crudo sobre la actividad económica al reducir significativamente las posibilidades de sustituir el uso de petróleo por gas.

Los problemas de suministro de energía, actualmente, vienen por el lado del gas ruso con significativos recortes de oferta. Mientras la producción mundial de crudo no está viendo afectada, relativamente. La producción mundial de petróleo cayó alrededor de un 5% alrededor de la crisis del petróleo de 1973 y vino acompañada de una caída en el consumo de petróleo en las economías occidentales del 8%, debido en parte a los embargos, según datos del Banco Internacional de Pagos (BIS por sus siglas en inglés), el gran banco de bancos centrales, en un reciente informe.

Menor dependencia de la energía

Ya el pasado el mes de junio, el BIS ya deslizaba que la envergadura de la actual crisis era más pequeña que en los setenta, aunque reconocía que era más compleja. "Las subidas recientes de precios son proporcionalmente menores, aunque repartidas entre una gama más amplia de materias primas", y apuntaba a que "la economía mundial se ha vuelto mucho más eficiente en el uso de muchos productos básicos, y el contexto inflacionario es más benigno". El economista galo y antiguo gerente del FMI, Olivier Blanchard, sostiene, también, que las perturbaciones del precio del petróleo han perdido importancia como fuente de fluctuaciones económicas desde la década de los setenta hasta la actualidad.

Según el BCE, cuando la primera perturbación del precio del petróleo afectó a la economía mundial en 1973, era necesario aproximadamente un barril de crudo para generar 1.000 dólares de PIB a precios de 2010. Actualmente se precisa menos de la mitad de dicha cantidad de petróleo para generar el mismo nivel de PIB. Blanchard apunta a que esto se produce gracias a la mayor flexibilidad de los mercados de trabajo, la mejora de la política monetaria y el hecho de que esas economías son menos intensivas en petróleo que en los años setenta.

Las cuentas del BIS también avalan esta teoría. La cantidad de energía necesaria para producir una determinada cantidad de bienes y servicios ha caído alrededor de un 40% desde finales de la década de 1970. La reducción ha sido más sorprendente para el petróleo, cuyo consumo se ha reducido a más de la mitad en relación con el PIB. Sin duda, parte de esto refleja un cambio en el uso de energía del petróleo a otros combustibles, como el gas, cuyos precios también han aumentado recientemente. Pero incluso para el gas, el consumo total por unidad de PIB es menor ahora que a fines de la década de 1970.

Impacto limitado en la zona euro

Los expertos limitan el impacto del precio del petróleo en el PIB de la zona euro. Los economistas del BCE estiman que la pérdida en el nivel de producto potencial de la zona del euro a medio plazo se situaría alrededor del 0,8%. Los cálculos están basados en que el incremento de precios del petróleo se mantengan sobre el 40% hasta 2024 y en la estimación de la Comisión Europea de un PIB potencial de la zona euro del 5,2% hasta 2024. Los economistas señalan que "no hay evidencia empírica clara de que las perturbaciones del precio del petróleo tengan un efecto duradero en el producto potencial". A medio y a largo plazo, la economía debería volver a la normalidad con relativa rapidez. Es decir, hay pocas probabilidades de que se produzcan daños permanentes en el sistema productivo.

Hay otro factor diferencial respecto a los setenta. La inflación global ha aumentado significativamente desde principios de 2021, pero hay que tener en cuenta que viene de varios años de baja inflación. Por el contrario, la crisis de 1973 tuvo lugar en un contexto de varios años de inflación mundial en constante aumento y señales de que las expectativas de inflación se estaban desanclando, recordaban desde el BIS, y apuntaban a que el ambiente de alta inflación contribuyó a que se desbordara con el aumento de los precios del petróleo a los precios de otros bienes y servicios.

El BCE señala que los salarios no están teniendo comportamiento parecido con los años 70, aunque los expertos señalan que la reciente dinámica salarial puede estar distorsionada por el uso de programas de mantenimiento del empleo por parte de varios Gobiernos por el coronavirus. Los salarios reales, descontando la inflación, cayeron tras la reciente escalada de los precios de la energía, mientras que en los años setenta registraron un considerable ascenso. "En general, pese a algunas presiones alcistas como consecuencia de la disminución de la productividad, el retroceso de los salarios reales se tradujeron en un leve descenso de la participación de las rentas salariales en la formación de precios, que contrasta con el considerable aumento que tuvo lugar tras el embargo de petróleo de la OPEP", explican.

Los salarios no contribuyen igual a la inflación

Para llegar a esta conclusión, tienen en cuenta el deflactor del PIB, el indicador dentro del PIB que mide la evolución de la inflación, en lugar de calcular los precios a través de una cesta de productos como hace el IPC. "Para los expertos, la participación de las rentas salariales, calculada dividiendo los salarios nominales por el PIB nominal, es un determinante de la inflación importante en términos cuantitativos y para formar los precios. Otro factor que tienen en cuenta los economistas del BCE para determinar la inflación es la relación entre los precios a la importación y a la exportación. La subida del precio del petróleo incide, sobre todo, en los costes de las importaciones para las economías dependientes de la energía. El incremento de los precios de la energía causó una fuerte caída de la relación real de intercambio en la zona del euro entre el segundo trimestre de 2021 y el primer trimestre de 2022, que dio lugar al mayor deterioro en cuatro trimestres de los últimos 40 años. Con todo, la pérdida de renta representó solo una tercera parte, aproximadamente, de la provocada por el embargo de petróleo de la OPEP en el período transcurrido entre el cuarto trimestre de 1973 y el tercer trimestre de 1974, en otra prueba más de la menor dependencia de la zona euro de la zona euro.

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