Economía

Así ha sido la era de las mascarillas: guerra por los precios, polémicas y un golpe de 33.000 millones

1 de diciembre de 2019, un extraño virus aparece en la ciudad de Wuhan, China, donde se registra el primer contagio. Los días se suceden y las imágenes de ciudadanos protegiéndose con mascarillas se multiplican, aunque aún es un problema del lejano oriente, que poco o nada puede afectar a Europa. Con los primeros casos en Austria el día 26 de enero saltan algunas alarmas, pero todo parece bajo control hasta que los casos empiezan a dispararse a finales de febrero e inicios de marzo. El día 14 se produce el gran confinamiento, el segundo estado de alarma de la historia del país, para hacer frente a la pandemia.

El Gobierno se encuentra con que no hay suficientes mascarillas para abastecer al mundo y conseguirlas se convierte en una subasta mundial que tarda meses en resolverse, con centenares de empresas reconvirtiendo su producción para la fabricación masiva de este producto. Habrá que esperar hasta el 19 de mayo para que el suministro sea correcto y su uso se convierta en obligatorio. Han pasado 700 días desde entonces y, finalmente, el Consejo de ministros dio luz verde ayer al fin del uso obligatorio de las mascarillas en espacios exteriores e interiores. Por lo tanto el día de hoy se convierte en el primer día oficial en que ya no existe esta obligación.

En cualquier caso, aunque su uso ya no sea obligatorio salvo en determinados supuestos, la situación ha cambiado completamente y las mascarillas seguirán siendo un producto que marcará la vida diaria de prácticamente la totalidad de los españoles. Cientos de empresas se han construido en torno a la pandemia y a la necesidad de protegerse del covid una angustia que, aunque superada, sigue latente. Así ha marcado la mascarilla los últimos dos años en España y este es el futuro que le espera al producto que se ha convertido en el símbolo de la lucha contra una pandemia.

Un golpe de 33.000 millones de euros

De un día para otro, millones de españoles tuvieron que afrontar un golpe económico completamente inesperado: comprar mascarillas. La última encuesta realizada por el CIS refleja que un 20% de la población utiliza más de 9 mascarillas diferentes a la semana y más de un 50% de toda España utiliza, como mínimo cinco cubrebocas. Su uso se ha convertido durante todo este tiempo en una constante.

En un principio el gasto fue muy complicado de asumir porque se formó en torno a este producto una verdadera guerra de precios en 2020. Muchas mascarillas llegaron a costar 8 euros y Amazon llegó a registrar subidas del 690% en muchas marcas. La falta de stock provocó que los precios se disparasen y la compra se convirtió en una guerra por parte de los países. Esto también ocurrió con geles, equipos de protección oficial, guantes, tests y otros productos que se usaban para protegerse de la pandemia.

El Gobierno detuvo esta escalada en noviembre de 2020 limitando por ley el precio a los 0,72 euros. Además, el Ejecutivo acompañó esta medida con un descenso del IVA del 21% al tipo superreducido del 4%. Esta decisión vino después de una marcada polémica por los elevados impuestos a un producto cuyos precios estaban disparados y que era de primera necesidad, pues no se podía salir a la calle sin estar expuesto al virus.

Esto provocó que las empresas que ya estaban instaladas en el sector hiciesen el negocio del siglo. Hay muy pocos casos de empresas occidentales cotizadas dedicadas especialmente a la fabricación de mascarillas, pero sí hay ejemplos de Asia, donde su uso siempre ha estado más generalizado. En consecuencia, firmas como la japonesa Kawamoto, llegó a subir un 800% en escasos días y no se trata de una empresa pequeña. Otras como Tianjin Teda se dispararon un 240%. En España ni siquiera había una industria en activo. Los bajos costes de los productos enviados desde otro países y la baja demanda provocaron que el suministro estuviera prácticamente sostenido desde el exterior y esto se notó en el bolsillo de los ciudadanos.

No hay datos concretos de las ventas de mascarillas, pero la OCU ha elaborado encuestas sobre el impacto económico que este producto ha tenido para los consumidores. Según la asociación cada español se ha gastado, de media, 700 euros desde que comenzó el coronavirus. Esto en el caso de las quirúrgicas, pero si decidías utilizar FFP2, este gasto se dispara hasta los 1.515 euros. Estos datos significan que, como mínimo, los españoles mayores de 12 años se han gastado más de 33.000 millones de euros en mascarillas. Una cifra inmensa que se ha traducido en 132 millones de euros de recaudación mínima para el Estado.

El nacimiento de una industria

Al calor de una demanda disparada las empresas reconvirtieron su producción de forma masiva. En aquel entonces todas las textiles como Inditex, Louis Vuitton o Mango se lanzaron a ello, pero también algunas poco habituales como Cruzcampo, que empleó impresoras 3D para ello. Sin embargo, todo esto era un parche y para solventar la demanda las importaciones se dispararon y, paralelamente se empezó a conformar una industria nacional.

Respecto a las importaciones 2020 marcó un hito histórico en la compra de mascarillas. Según datos de la Cámara de Comercio se superaron los 2.200 millones de euros en compras por parte de las empresas españolas, cuando en 2019 apenas se llegó a los 160 millones. Los diferentes ayuntamientos, Gobiernos y Ejecutivo nacional, procedieron a realizar compras millonarias por adquirir mascarillas de otros países.

Y mientras se buscaba con urgencia el producto en el exterior, en España diversas empresas se lanzaban a producir y, para agrupar sus intereses, formaron la Asociación Española de Fabricantes de Mascarillas, Batas y Epis (oESP). Su presidente, Juan Francisco Sánchez Gordo, afirma que "el inicio de la pandemia estuvo marcado por la incertidumbre. No había mascarillas por ninguna parte y nos lanzamos a producir llamados por que había una gran necesidad de este producto".

Según oESP, se ha pasado de una producción casi inexistente a producir más de 171 millones al mes entre las quirúrgicas y las FFP2 solo entre los asociados de la patronal. En cualquier caso, la demanda que estas firmas tienen que afrontar es mucho menor. Según el comparador de precios idealo, en la recta inicial de 2021 (de enero a mayo) se perdió un 87% de la demanda, territorio en el que aún se mueve la población española y que parece que va a reducirse después de que se acabe con la obligación de su uso en exteriores e interiores.

Sánchez explica que durante todo este proceso las empresas que se acercaron al sector, animadas por la demanda disparada, se han encontrado con una baja rentabilidad. "Si realmente uno quiere ganar dinero en este sector el mejor negocio era la compra en el extranjero para vender en este mercado. Sin embargo, producir, con todos los costes derivados no es rentable". Sin embargo, todos ven la oportunidad de formar parte de un sector en construcción y que esperan que en los próximos años se estabilice. Pues creen que pese a que llega el final del uso obligatorio de las mascarillas, estas permanecerán con nosotros y será muy habitual llevar siempre una encima.

Un futuro incierto

Ahora que ya no hay obligación los fabricantes temen que se produzcan cambios de calado en el sector y también creen que hay un fuerte peligro de que el fin de su obligatoriedad se malinterprete. "El fin de las mascarillas obligatorias en interiores tenía que llegar en algún momento, pero tenemos una profunda preocupación sobre si esta medida puede no comprenderse bien y que la gente deja de usar de golpe la mascarilla" explica Sánchez. "No es obligatorio, pero hay que dejar claro que es más que recomendable y que siempre hay que llevar encima una mascarilla" remarca el presidente de la patronal de fabricantes.

Pero lo que es un hecho es que la demanda caerá y ante ello desde la oESP se anticipan a una criba entre las empresas. "Han aparecido numerosas firmas y parece lógico que la nueva demanda (con un covid más suave y con sin obligatoriedad de mascarillas) provoque un goteo de cierres y una concentración en el sector para adaptarse a una nueva realidad".

Otro de los peligros que alertan desde las empresas es que las administraciones públicas descuiden la producción nacional, comprando en masa al exterior por sus precios bajos. "No podemos competir con la producción de otros países en los que la normativa es muy diferente a la europea, pero esta crisis nos ha demostrado la importancia de tener una producción nacional activa. No hay que descuidarla y deberían primar en sus encargos los productos nacionales" defienden desde la patronal, que aclaran que primar los productos nacionales consistiría en que las administraciones públicas mantengan un volumen de compras de estos productores.

Además, desde la oESP creen que después de años de intentar saciar una demanda interna inagotable, ahora toca mirar al exterior y buscar nuevos mercados para expandirse a través de las exportaciones en el medio plazo. En ese sentido, descartan Asia por el momento por la capacidad productiva de las empresas locales pero afirman que "ya estamos sondeando otros países".

¿Un negocio mundial?

A pesar de que la demanda en España parece perder fuelle, los expertos auguran que a nivel mundial va a ser un producto que tomará especial relevancia. Así lo explica uno de los últimos informes de Fortune Business Insights que afirmaba que la facturación mundial de este producto fue de 23.700 millones de dólares en 2021. Los expertos de este estudio descuentan una caída anual de 3,9% hasta el 2028.

Ese descenso es suficientemente leve, según los expertos, para que suponga una gran oportunidad para numerosas empresas. Según detalla el informe, a pesar del fin del covid (en los niveles de 2020 y 2021), el impacto de la pandemia seguirá presente en nuestras sociedades y, por ejemplo, muchas empresas seguirán exigiendo su uso a sus empleados. En definitiva esto hará que se mantenga una importante demanda a pesar de que su gran momento está cerca de acabar.

Grand View Research habla de un desplome del 27% de la facturación anual hasta 2030

Este es uno de los análisis más favorables, pero no hay un consenso generalizado entre los expertos. Grand View Research, por su parte, habla abiertamente de un desplome del 27% anual hasta 2030 en la facturación y creen que ya en 2022 las cifras serán minúsculas en comparación al 2021. Sin embargo, ofrece otro enfoque sobre por qué el uso de mascarillas va a caer menos de lo que se podría esperar. Estos expertos creen que los países en desarrollo como India o Brasil (también China) empezarán a usar mascarillas al ritmo que crezca su sector industrial, debido a la protección que ofrece contra la contaminación y posibles infecciones.

En cualquier caso, la Organización Mundial de la Salud es clara y afirma que hay que aumentar la capacidad de fabricación mundial un 40% para estar protegidos ante una posible pandemia. A pesar de ello, la institución también ha señalado uno de los principales problemas que las mascarillas tienen en la sociedad moderna: el daño que hacen al medio ambiente. Según sus cálculos, alrededor de 5 gramos de plástico por persona en todo el mundo acaban en la basura por culpa del uso de este producto. En consecuencia se están desechando 350.000 kilos al mes que no son reciclables, 4,2 millones al año.

Así será la España sin mascarillas

Ahora que el fin de las mascarillas es una realidad hay que remarcar que su uso seguirá siendo obligatorio en determinados escenarios y que, en cualquier caso, seguirá siendo recomendable su uso para evitar contagiarse. Además, desde el propio Gobierno han remarcado la importancia de que determinados colectivos, como los mayores de 60 años, embarazadas, pacientes con enfermedades de riesgo o los inmunodeprimidos, sigan usándola de forma continuada. Al margen de estos, será obligatorio su uso en medios de transporte (destacando servicios públicos como el metro o los autobuses), centros sociosanitarios o en hospitales. Debido a ello, la utilización de los cubrebocas seguirá estando presente en amplias capas de la sociedad.

Tras el fin de la medida, se abre un nuevo debate que marcará el devenir de muchas empresas durante las próximas semanas: sí estas pueden imponer su uso a los trabajadores. La ley no obliga a su utilización pero entrará dentro de la prevención de riesgos laborales de cada firma, lo que permite que la situación en cada organización puede llegar a ser diferente y queda por ver cómo aterriza el fin de las mascarillas en las mismas. Al margen del área laboral los colegios también quedarán exentos de su uso.

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