
La jubilación es un asunto clave en el tramo final de nuestras vidas y que, además, no siempre transcurre por el mismo camino: existen diferentes modalidades que se pueden adaptar en función de nuestra situación particular, por lo que resulta muy importante conocerlas con el fin de saber qué se puede ajustar mejor a nuestro caso.
A tal efecto, la Seguridad Social dispone de un cuadro explicativo en el que relata, a modo de resumen informativo, todas las modalidades de jubilación con sus características más representativas resumidas y comparadas unas con otras. Así, el ciudadano puede saber cuál es la que más puede beneficiarle o cuál es la que más le interesa de cara al futuro.
La primera de la lista, como no podía ser de otra manera, es la jubilación ordinaria, con sus dos posibilidades: a los 65 años si se han trabajado 37 años y tres meses, o a los 66 en caso negativo. Eso sí, siempre que, como mínimo, se acrediten 15 años de cotización.
Por supuesto, también se incluyen todos los tipos de jubilación anticipada: la voluntaria (dos años como máximo), la involuntaria (cuatro años como máximo), por incapacidades superiores al 45%, por aplicación de coeficientes reductores de la edad y en razón de la actividad desempeñada. Cada una de ellas contempla periodos de cotización obligatorios diferentes, así como reducciones de la pensión en función de cuánto se adelante la jubilación.
Por otro lado, la jubilación parcial, que presenta diferencias entre la de las personas con condición de mutualista y las que no ostentan esta condición, que tienen diferentes periodos de parcialidad y exigencias dispares de años de cotización previos.
Completa la lista la jubilación del Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI), que permite jubilaciones a los 65 y 60 años (por incapacidad). Un sistema ya extinguido, pero por el cual hay todavía ciudadanos que, sin tener derecho a una pensión del sistema actual, sí reciben prestaciones del antiguo por sus cotizaciones previas.
Estos son los cambios que se avecinan en las pensiones
Una buena parte de las jubilaciones anteriores se exponen a cambios cruciales en los próximos meses o años. La reforma de las pensiones que plantea el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, incluye cambios que han de aprobarse con el 'sí' de los agentes sociales y que apuntan a la desaparición del factor de sostenibilidad, la revalorización de las pensiones con el IPC (Índice de Precios al Consumo) o la reforma de la jubilación anticipada, con nuevos coeficientes mensuales (en lugar de trimestrales) que afectan a la cuantía de la pensión (en lugar de a la base reguladora) y que penalizan a las prejubilaciones de más meses.
El objetivo de Escrivá es alinear la edad efectiva y la edad real de jubilación, y para eso quiere alargar la vida laboral de los ciudadanos españoles de cara a ayudar al mantenimiento del sistema público de pensiones. En este contexto, también se ha planteado modificar la jubilación demorada mejorando sus beneficios y haciéndola más atractiva. El ministro, siempre buscando el mismo objetivo, también ha introducido la modificación de las cláusulas de jubilación forzosa para que, al menos, esta no pueda tener lugar hasta los 68 años.