
Solo una de cada cuatro personas con capacidad de decisión en los principales estamentos de poder en España es mujer. En este escenario, la infrarrepresentación femenina en puestos de liderazgo en las esferas críticas de influencia se sitúa en el 25,8%, muy lejos del umbral del 40% desde el que se empieza a habla de paridad. La mejor brecha de género se encuentra en política, aunque de momento ninguna mujer ha ostentado presidenta del Gobierno, pero en el ámbito empresarial, que ellas dirijan empresas del Ibex 35, por ejemplo, es 16 veces menos probable a que lo haga un hombre. Esta desigualdad de género frena el avance económico y lastra el PIB, que en un escenario más feminizado podría aumentarse en más del 24%.
Así lo revela el último estudio del clúster ClosinGap sobre el coste de oportunidad de notoriedad pública en España de Sustainability & Economics de Kreab, que sitúa la brecha de género en posiciones de notoriedad pública en el 14,2%. Según publicó la consultora en el informe de marzo sobre el coste de oportunidad de la desigualdad de género en la economía española, si España elevara la presencia de mujeres en posiciones de liderazgo en las principales esferas de poder hasta alcanzar el umbral de paridad, el PIB asociado se situaría en 1,7 billones de euros, lo que supone un aumento de casi el 18,6% (o 264.000 millones de euros) respecto al nivel actual. Una cifra que se eleva a más del 24% si se elevara el umbral de paridad al 44%1; en este escenario la riqueza del país se incrementaría en 340.000 millones de euros.
Estos datos auparían la economía española entre las diez más potentes, con un PIB per cápita que pasaría de los actuales 30.509 euros a entre 36.195 y 37.838 euros, respectivamente sobre esos dos supuestos.
Por qué contar con más mujeres en posiciones de notoriedad genera riqueza
Según el modelo matemático seguido en el estudio, las posibles causas que hacen que una mayor presencia de mujeres en posiciones de poder lleve asociado un mayor nivel de PIB per cápita, o viceversa, (que la correlación no implica causalidad) dependen de una serie de variables que relacionan su toma de decisiones con una mayor prosperidad económica.
Por ejemplo, el hecho de que haya mujeres en los parlamentos o una mujer sea la líder de su país reforzaría cuatro dimensiones políticas (la calidad regulatoria, la efectividad del gobierno, la calidad del poder judicial y el control de la corrupción) que desembocarían en una reducción del riesgo de inestabilidad política, la mejora de las infraestructuras y los servicios públicos, o la reducción del nivel de burocracia.
En las conclusiones de la literatura comparada queda más claro el vínculo. Por ejemplo, las mujeres tienen una visión sobre la corrupción más exigente y cuando están en gobiernos o empresas tiende a haber menos situaciones de corrupción y soborno. También quedó demostrado que las compañías que tenían mayor presencia femenina se vieron menos impactadas y experimentaron un mejor desempeño durante la crisis financiera de 2007-2009. Otro ejemplo está en la correlación positiva entre la diversidad de género y raza y los resultados de negocio de una empresa: por cada incremento del 10% en diversidad de género, el EBIT puede crecer un 1,5% adicional. O en que el aumento en la diversidad de género de las organizaciones (una desviación típica) se tradujo en una reducción de la probabilidad de rescate de los bancos del 2,44% y una reducción de la cantidad de las garantías de más de 1.000 millones de euros.
Política, grandes empresas y medios de comunicación: España no aprueba y lo paga en el PIB
Por qué en España el PIB podría aumentar considerablemente pero no lo hace. El índice evalúa la presencia de mujeres en puestos de liderazgo en gobiernos y parlamentos, grandes empresas y medios de comunicación y el modelo matemático demuestra que una mayor presencia femenina está relacionada con una mayor riqueza. Así, la medición indica que, en comparación con otros países de su entorno España no solo se encuentra alejada de las primeras posiciones que ocupan Alemania (44,1%), Noruega (41,6%) o Islandia (40,4%) sino que está incluso por debajo de la media de los 26 países europeos analizados (26,8%) en la presencia equilibrada de ambos sexos en puestos de notoriedad pública, En concreto, España ocupa el puesto 14.
De las tres esferas analizadas, la de política es la que cuenta con menor representación femenina (22%) y donde mayor es la brecha de género a superar (18%). Sin embargo, y a pesar de que España es uno de los pocos países que cuentan con un Ejecutivo completamente paritario (12 carteras y cuatro vicepresidencias las ostentan mujeres), este resultado está en línea con la mayoría de los países analizados porque que el indicador no solo valora la presencia de mujeres en parlamentos nacionales y autonómicos, sino también el tiempo en que una mujer ha sido el máximo mandatario del país. Y en España, nunca una mujer ha sido presidenta del Gobierno. "Este aspecto, precisamente, es el que penaliza a España en el indicador", subraya Eugenio Martinez Bravo, presidente y CEO de Kreab Iberia, Latam y Marruecos.
A pesar de la celebrada paridad de la política española, esta queda muy alejada de Alemania ( en primera posición con un 65,6%), Noruega (53,3%), Islandia (48,1%) o Dinamarca (43,1%). En todos estos casos, los gobiernos están liderados por mujeres; Angela Merkel (canciller alemana desde 2005) Erna Solberg (primera ministra noruega desde 2013) Katrín Jakobsdóttir (primera ministra de Islandia desde 2017) y Mette Frederiksen (primera ministra danesa desde 2019).
En la actualidad, sólo en 22 países la jefatura de Estado o de Gobierno está ocupada por mujeres (donde más, en Europa), dos más que hace un año. A escala mundial, indica el informe, la proporción sigue siendo mínima: ellas representan un 5,9% del total de jefes de Estado y un 6,7% de los jefes de Gobierno. Cabe recordar que el último Informe Global de Brecha de Género 2020 publicado por el Foro Económico Mundial apuntaba en enero que quedan casi 100 años para que haya tantas mujeres como hombres con representación política.
Si se mira a la esfera empresarial, liderada por Islandia, (45,9%), el indicador para España vuelve a situarse por debajo el umbral de paridad, con una infrarrepresentación femenina en los cargos de liderazgo en las grandes empresas del 26,4% frente al 27,3% de la media europea y que se traduce en una brecha de género del 13,6%.
"La probabilidad de que un hombre pueda llegar a ser presidente de una empresa del Ibex 35 es 16 veces mayor que la probabilidad de una mujer"
En cambio, en el ámbito de los medios de comunicación, España obtiene un 29% y supera el promedio europeo, en el 28,2%. Este resultado se acerca al 33% de Suecia, que lidera esta categoría, haciendo de este ámbito el que registra la menor brecha de género de los tres estudiados (11%). A pesar de que el análisis refleja que en la profesión periodística hay una sobrerrepresentación femenina (64%) aunque los puestos de responsabilidad dentro de los medios de comunicación se concentran en los hombres tras descender el porcentaje de mujeres en este rango jerárquico al 43%.
"En España, la probabilidad de que un hombre pueda llegar a ser presidente de un Consejo de Administración de una empresa del Ibex 35 es 16 veces mayor que la probabilidad de una mujer", indica Alberto Muelas, director del área de Sustainability & Economics de Kreab. Y la mejora no se prevé rápida. Según recuerda, en los últimos cinco años, la evolución de la presencia de mujeres en puestos intermedios y alta dirección de las empresas ha sido plana. A cierre del informe solo dos mujeres eran presidentas de empresas del Ibex, a día de hoy, lo son tres: Beatriz Corredor, presidenta ejecutiva de Red Eléctrica; Ana Botín, presidenta ejecutiva de Banco Santander; y María Dolores Dancausa, CEO de Bankinter.
La esperanza a que cambie la tendencia se abre ante el nuevo objetivo de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de elevar al 40% la presencia de mujeres en los consejos de administración para finales de 2022.