Eliminar las desigualdades de género del mercado laboral aportaría 230.847 millones de euros a la economía española, un 18,5% del PIB, y supondría la creación de 3,2 millones de empleos a jornada completa para mujeres.
Según el primer informe del indicador ClosingGap de PwC sobre el coste de oportunidad de la desigualdad de género en la economía española, la brecha de género se sitúa actualmente en el 35,9% tras estrecharse cuatro puntos entre los años 2015 y 2020. De mantenerse la tendencia de estos últimos cinco años, la paridad no se alcanzaría en España hasta 2055.
Supondría 230.847 millones de euros más a la economía y crearía 3,2 millones de empleos
De las categorías analizadas por el índice (empleo, educación, conciliación, digitalización y salud y bienestar), la de empleo es la única con impacto directo sobre el PIB. A esta conclusión se llega tras analizar los tres aspectos clave en el ámbito laboral que penalizan a la mujer y, en consecuencia, a la economía: su participación es más reducida en el mercado laboral, registran menos número de horas trabajadas debido a la mayor tasa de parcialidad y están sobrerrepresentadas en sectores económicos menos productivos.
Según el informe, esta situación provoca que las mujeres, aunque representan el 51,4% de la población en edad de trabajar, solo contribuyan a un 41,5% del PIB, señala el análisis. Se calcula que con la eliminación de estas desigualdades del mercado laboral, en su conjunto, supondría sumar 230.847 millones de euros, un 18,5% del PIB. Pero además, el análisis estima la mejora en la economía vendría impulsada por la creación de 3,2 millones de empleos femeninos equivalentes a jornada completa y por el aumento promedio de la productividad femenina de 1.301 euros.
De momento, a pesar de la progresiva incorporación de la mujer en el mercado laboral, el índice ClosinGap sitúa la de brecha de género en el empleo todavía en un 35% y apunta a que se está reduciendo a un ritmo anual del 1,9% desde 2015 por lo que de continuar esta tendencia, no desaparecía hasta dentro de 23 años, en 2043.
Desglosado, si se equiparase la participación laboral de las mujeres a la de los hombres, el PIB español podría aumentar un 10,1% y si las horas trabajadas de las mujeres fuesen las mismas que las de sus homólogos masculinos, el PIB nacional podría crecer hasta un 7,5%. Por último, si se igualase la distribución sectorial del empleo femenino a la de los hombres, el PIB se incrementaría hasta un 1%.
Conciliación, la mayor asignatura pendiente
De todas las categoría analizadas, es la conciliación la que se sitúa a la cola del índice con una brecha del 56% aún por cerrar. Este dato, refleja el informe, pone de manifiesto que las mujeres siguen asumiendo la mayor parte del trabajo no remunerado, principalmente tareas del hogar y cuidado de hijos, por lo que registran unas tasas de inactividad y parcialidad laboral mucho más elevadas.
Sin embargo, la conciliación es la brecha que se estrecha a mayor ritmo anual (4,4% desde 2015) por lo que si se mantiene la tendencia, las diferencias en este ámbito serán inexistentes en 2040, tres años antes que la brecha de empleo.

En el ámbito de la Educación, el índice ClosinGap sitúa la brecha en el 32,1%. Según se explica, aunque las mujeres cuentan con mayor educación universitaria que los hombres tienen un acceso muy bajo a las carreras de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM), que son el presente y futuro del mundo laboral. Este es el motivo por el que esta brecha es la única de las cinco que ha experimentado una evolución negativa en los últimos años.
En la categoría de Digitalización no se aprecian diferencias relevantes en el uso de nuevas tecnologías a nivel usuario entre hombres y mujeres pero aún así el porcentaje de mujeres especializadas en TIC en el mercado laboral es aún muy bajo, con una brecha del 28,7%.
Y por último, en Salud y Bienestar se registra la menor brecha, de un 15,5%, y es el ámbito en el que España más ha evolucionado. A pesar de que la paridad está más cerca, el informe refleja que aunque las mujeres viven más años, lo hacen con peor salud y calidad de vida que los hombres y, además, tienen mayor riesgo de sufrir pobreza y exclusión social.