
El economista jefe del BCE, Philip Lane, se está convirtiendo en el verdadero guardián del euro ante la tibieza mostrada ayer por parte de Christine Lagarde. Un día después de la reunión del banco, el euro ha vuelto a recuperar su senda alcista frente al dólar. Lane vuelve a insistir en que la apreciación de la divisa está presionando a la baja a la inflación y que no debe haber lugar para la complacencia.
La fortaleza del euro se ha convertido en un invitado indeseado en los debates del BCE. Su evolución pone en serios apuros la recuperación al aumentar el riesgo de fuerzas deflacionistas para la economía. Un euro fuerte implica anular una de las palancas de crecimiento de la zona euro, las exportaciones. Se harán menos competitivas y, además, se reduce el precio de las importaciones, dejando un escenario temido por los economistas, la deflación. Una caída en espiral de los precios casi imposible de contener.
La presidenta Christine Lagarde pasó ayer de puntillas sobre las consecuencias de un euro al alza. La banquera se ajustó al guion de los bancos centrales modernos al dejar claro que el tipo de cambio no es uno de sus objetivos, más allá de estabilización de los precios. "El consejo de gobierno (del BCE) discutió la apreciación del euro", admitió la presidenta. "Tenemos que observar de cerca y con cuidado este tema, pero como ustedes saben, nosotros no controlamos el tipo de cambio". Su tibieza fue asumida por el mercado. Tras seis días a la baja, el euro volvió a retomar la senda alcista, llegando a subir cerca de un 1%, en algunos momentos de la sesión. Hoy vuelve a apreciarse. Lane hace una semana tuvo que salir a contener el rally de la moneda comunitaria cuando rozó los 1,2 dólares y hoy ha vuelto a mostrarse más contundente que la presidenta.
El economista jefe ha reconocido en su blog que los esfuerzos del BCE para levantar las perspectivas de inflación se están viendo "significativamente atenuada por la apreciación del tipo de cambio del euro". Días antes de la reunión, ya advirtió que la evolución de la divisa sí "importa" en la política monetaria. Este aviso sirvió para relajar euro. Su postura había dejado la puerta a que el BCE volviera a tomar la iniciativa para profundizar en las medidas desplegadas para amortiguar el impacto de la crisis del coronavirus.

Pero ayer el BCE sorprendió por su moderación. Nadie esperaba que tomara ninguna decisión de calado, pero sí que con la revisión de sus previsiones económicas sentara las bases de futuras decisiones. Muchos expertos daban por descontado que las estimaciones de inflación iban a sufrir recortes. Sin embargo, no fue así. Las perspectivas de inflación general no han cambiado para 2020, revisadas al alza para 2021 y sin cambios para 2022. El propio Lane comenta que "mirando con más detalle, la proyección sin cambios para 2022 enmascara una revisión al alza en la inflación excluyendo alimentos y energía". Es decir, para el BCE la inflación subyacente, la referencia más importante que utiliza el banco para analizar el IPC, a largo plazo mejora para acercarse al objetivo del 2%.
En su entrada al blog, Lane se muestra enérgico "no hay lugar para la complacencia" y "el Consejo de Gobierno está dispuesto a ajustar todos sus instrumentos, según corresponda, para asegurar que la inflación avance hacia su objetivo de manera sostenida". El economista jefe, que aspiró a la vicepresidencia, se está destapando como una voces más independientes del BCE. Las actas de las reuniones han mostrado en más de una ocasión contrario al consenso del Consejo. En el anterior cónclave rompió el optimismo reinante entre los miembros ante los buenos datos económicos de mayo y junio, que apuntaban a una fuerte recuperación económica. Lane advirtió a sus colegas de que el repunte de la actividad estaba siendo engañosa. Las cifras de empleo y de inversión empresarial no iban a la misma velocidad que el resto de indicadores. Además, alerto de que el repunte de contagios iba a complicar la situación en el verano.
Aunque sobre el papel, el BCE se muestra satisfecho con la recuperación, de hecho redujo el impacto del coronavirus en el PIB de este año; la presidenta Lagarde incluyó en su discurso de ayer las advertencias de Lane sobre el estancamiento de la inversión y la pobre respuesta del empleo. En el difícil equilibrio en el Consejo del BCE entre halcones y palomas, el economista jefe del BCE se ha destapado como el verdadero guardián del euro.