
Al BCE se le acumulan los problemas para encarrilar la recuperación económica de la zona euro. Además del efecto devastador del coronavirus, la apreciación del euro se está convirtiendo en un auténtico quebradero de cabeza para el banco central por el riesgo que supone para dejar anulado los esfuerzos por reavivar la inflación.
Lo peor que podía pasarle al BCE está sucediendo. La recuperación económica pierde impulso, la inflación cae en picado y el euro amenaza con seguir su escalada. Ayer la divisa comunitaria tocó los 1,2 dólares, en máximos de dos años, y la inflación en la zona euro entró en terreno negativo por primera vez desde 2016. Una espiral que acorrala al BCE para tomar más decisiones sobre las medidas desplegadas para amortiguar el impacto del coronavirus.
El euro se ha disparado un 12% desde que empezara el confinamiento, hace justo cinco meses. La apreciación de la divisa deja a la intemperie a la economía europea por su dependencia de las exportaciones, quedando bloqueada una salida de la crisis económica, cuando el comercio mundial comience a coger ritmo de crucero. El euro fuerte supone productos europeos menos competitivos y crea un efecto bajista en los precios al abaratarse las importaciones.
"Cuando se tiene un euro más fuerte, las expectativas del mercado es que siga subiendo, con lo que es probable que las previsiones de inflación se revisen a la baja", comenta Carsten Brzeski, economista de ING, para explicar como se puede agravar la situación para el BCE. No es la primera vez que el protector del euro se enfrenta a este reto. Para Mario Draghi, antecesor de Christine Lagarde, ya fue un auténtico problema sacar a la zona euro de la anterior crisis. El experto recuerda que en su momento cuando la divisa europea se desmadró, el BCE tomó las medidas más drásticas.
Todo un aviso a navegantes, justo cuando el debate interno en el Consejo de Gobierno gira sobre si se debe agotar los 1,350 billones de euros del programa de compra de deuda, mientras algunos expertos ven al banco ampliando su capacidad de compra de aquí al final de año.
De momento, el BCE ha sacado del cajón su retórica contra incendios. El economista jefe, Philip Lane, logró apaciguar el fuego en el mercado de divisas, en su comparecencia de ayer. "El tipo de cambio nos importa, si hay fuerzas que mueven el euro y el dólar, influyen en nuestras previsiones y a su vez influye en nuestro marco de política monetaria", dijo. Sus palabras provocaron que el euro bajara y hoy cede un 0,5% alejándose de la barrera de los 1,19 dólares.
"Los 1,20 dólares son una especie de línea roja para el BCE", subraya Katharina Utermoehl, economista senior de Allianz SE. "Pero por el momento no puede hacer mucho más que tratar de rebajar la moneda destacando la persistente incertidumbre económica, mientras mantiene la puerta abierta a un mayor aumento en las compras de activos más adelante en el año".
Con la espiral deflacionista echada a rodar, la reunión del BCE de la próxima semana (10 de septiembre) parece convertirse en decisiva. Ayer el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, ya advirtió que la recuperación estaba perdiendo impulso. "La fortaleza del euro parece exagerada, pero debemos respetar el impulso y la narrativa positiva en la mente del mercado, no podemos descartar más subidas", advierte Ross Hutchison.
Una semana en el mercado puede ser mucho tiempo. El último tramo de subida fue acentuada por la agresiva postura de la Reserva Federal para resucitar la inflación. Para el consenso del mercado no será el último tramo alcista. Los analistas más optimistas ven al euro alcanzando cotas de 1,25 dólares, que serían máximos de cinco años para el cruce euro-dólar.
De fondo para el euro es una cuestión de propia debilidad. La caída de precios apunta a que la recuperación económica no va por el buen camino y puede torcerse de aquí a final de año. Se hace difícil pensar en una estabilización de los precios teniendo en cuenta el repunte de contagios y la apreciación del euro. a cuestión sin embargo es que la inflación sea capaz de repuntar por encima del 2%, algo especialmente difícil en el caso concreto de Europa a la vista del repunte de contagios y de la fuerte apreciación del Euro. Daniela Ordonez, analista de la consultora Oxford Economics, anticipa que si la inflación subyacente de la zona euro continúa cayendo, "aumentará la presión sobre el BCE para que amplíe el apoyo monetario".
Sin embargo, Stephanie Kennedy, economista de Julius Baer, cree que es poco probable que haya cambios significativos en la política monetaria en la reunión del Banco Central Europeo (BCE) la próxima semana; pero el BCE estará obligado a lanzar un mensaje de preocupación por los precios bajos y reiterará su postura acomodaticia junto con su disposición a actuar si persiste la tendencia a la baja.
Dentro del BCE hay responsables que mantienen la calma en la actual situación y ven normal el repunte del euro. Isabel Schnabel, miembro de la Junta Ejecutiva del BCE, explicó recientemente que la caída del dólar puede verse en parte como una señal de recuperación de la confianza mundial, el dinero está volviendo al flujos de "refugio seguro" de activos en dólares, tras la huida a la renta fija.