
Ya no son sólo pesquisas judiciales o denuncias de periódicos. Unidas Podemos, el partido que acaudilla Pablo Iglesias y que gobierna en coalición con el PSOE, ha sido imputado como persona jurídica en la causa que investiga la financiación de la formación morada por presunta malversación de fondos y administración desleal.
Y con la formación política el juez ha imputado también al tesorero, a la gerente y al responsable de campaña y mano derecha del Vicepresidente del Gobierno, Juan Manuel del Olmo.
Delitos de corrupción que, unidos a las causas ya abiertas como el caso de Dina Bousselham, el edificio de la nueva sede o las denuncias falsas contra el excoordinador del equipo de abogados de UP, José Manuel Calvente, han empezado a abrir grietas importantes en el Gobierno y el PSOE, añadidas a las que ya empezaban a asomar por el contenido de los Presupuestos del Estado.
De momento algunos barones regionales y destacados miembros del Gobierno han empezado a sugerir al jefe del Ejecutivo la conveniencia de romper la coalición con su socio podemita, al que acusan de "deslealtad y de hacer oposición al Gobierno desde dentro del Gobierno", para recuperar la imagen y el electorado perdido y para tapar la podredumbre de sus causas judiciales.
Son voces como las de las tres vicepresidentas, Carmen Calvo, Nadia Calviño y Teresa Ribero, con las que Iglesias está enfrentado y mantiene diferencias irreconciliables. Como las de las ministras de Defensa, Margarita Robles; y de Hacienda, María Jesús Montero. Las de presidentes autonómicos, como Lambán, García-Page y Fernández Vara, o las de veteranos dirigentes como el ex presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, quien el pasado miércoles se preguntaba: "¿cómo es posible que un Gobierno tenga a esta gente dentro?".
A ellos hay que se sumar también a las bases del partido, como reflejaba esta semana la encuesta de Sigma Dos que muestra como son ya el 41,4% de los votantes del PSOE quieren a Podemos fuera del Gobierno.
La necesidad no salpicar la imagen del Gobierno y del PSOE con la podredumbre de las cloacas podemitas, la urgencia de reforzar las instituciones del Estado para hacer frente a los momentos más dramáticos a nivel sanitario y económico de nuestra reciente historia y de aprobar unos Presupuestos que permitan gestionar con eficacia los dineros que vengan de Bruselas son los argumentos de quienes defienden la ruptura.
Responsables del equipo económico han informado al Presidente de que "sin presupuestos no hay programa que llevar a Europa y sin programa no vendrá el dinero del fondo de reconstrucción". Son los mismos que han impulsado las negociaciones con Ciudadanos y que, ahora, apuestan por un acercamiento al Partido Popular. Y en esta línea se interpretan las declaraciones de la titular de Hacienda, María Jesús Montero, cuando recordaba que "no es el momento de ideologías sino de arrimar todos el hombro".
Un planteamiento que choca frontalmente con las pretensiones de Iglesias
Los portavoces de UP ya han avanzado su rechazo al aplazamiento de la reforma fiscal, exigen que los Presupuestos reflejen el contenido del programa económico que pactaron con el PSOE e, incluso, en sus reuniones periódicas con la cúpula del PSOE han amenaza con "no votar y romper la coalición de Gobierno" si en el proyecto de ley presupuestaria se incluyen las propuestas y las tesis que defiende Ciudadanos. El problema para el Gobierno es que si Podemos amenaza con tumbar la coalición y el Gobierno, los Presupuestos quedan más en el aire que nunca. El acercamiento a Ciudadanos no garantiza nada, precisamente porque lo que ahora está en duda es que Ciudadanos pueda pactar nada con el Gobierno precisamente por la imputación de Podemos. Y sin Presupuestos, tampoco habrá ayudas europeas.
Y Sánchez, ¿qué dice de todo esto? Desde la oposición y también desde los sectores críticos del socialismo recuerdan que por un caso como este hubo una moción de censura promovida por el hoy jefe del Gobierno. Sin embargo, en medios próximos a La Moncloa apuntan que la intención del Presidente es "no mover ficha", hasta que no se habrá juicio oral, y tampoco creen que el vicepresidente segundo tenga intención de dimitir. Por eso explican la evasiva del Presidente cuando, tras entrevistarse con el Rey Felipe VI en Marivent, evitó respaldar explícitamente a su vicepresidente y se limitó a defender la independencia de los jueces, frente al cuestionamiento que del Poder Judicial están haciendo los portavoces podemitas.
En esta línea confirman también que Sánchez, todavía en vacaciones, había encargado expresamente a Carmen Calvo que Pablo Iglesias no asuma más protagonismo y más poder durante su ausencia.
Que la ruptura se consume, o no, es una pelota que está ahora en el tejado de La Moncloa, y Sánchez y su guía Iván Redondo deben decidir entre dar un giro hacia la moderación y el acercamiento a Ciudadanos y al Partido Popular para el fortalecimiento de las instituciones, el modelo sanitario e intentar unos Presupuestos basados en un programa económico coherente, o seguir uniendo su destino al de unos socios que ni gobiernan ni dejan gobernar.