
Volvió a actuar la Reserva Federal de EEUU, pero esta vez su acción formó parte de un plan mucho más amplio de los mayores bancos centrales para garantizar que haya liquidez suficiente para hacer frente al impacto económico del coronavirus.
Por primera vez en una acción coordinada al mismo tiempo, el Banco del Canadá, el Banco de Inglaterra, el Banco del Japón, el Banco Central Europeo, la propia Reserva Federal y el Banco Nacional de Suiza anunciaron anoche un plan para facilitar liquidez en dólares.
Aunque una acción concertada era lo que se llevaba días pidiendo a las instituciones monetarias, el anuncio no consigue poner freno a la sangría que se vive en el mercado de renta variable. Los futuros de las bolsas europeas anticipan hoy caídas de hasta el 9%, después de que anoche los futuros de Wall Street reaccionaran con furia a la sorpresa de la Fed con caídas de casi el 5%.
El paso dado anoche por sorpresa contempla una reducción del coste de los swaps o líneas de crédito en dólares en un intento por canalizar mejor toda esa liquidez al mercado. El tipo de los swap semanales a 84 días de vencimiento quedará fijado en 25 puntos básicos. Es decir, semanalmente los bancos centrales ofrecerán dólares con un vencimiento a 84 días, al margen de las operaciones de vencimiento semanal que ya se ofrecen.
En palabras de la propia Fed "las líneas de swaps ayudarán a dar un apoyo importante a la liquidez para paliar las tensiones que se están dando en los mercados globales de financiación, ayudando así a mitigar los efectos de estas tensiones en la oferta de crédito a los hogares y empresas, tanto a nivel doméstico como en el extranjero".
En el mismo comunicado, publicado a última hora del domingo, la Fed recogía las dos medidas que apoyarán esta acción conjunta: una nueva rebaja de los tipos de interés desde el 1-1,25% hasta un rango del 0- 0,25%, -niveles no vistos desde la crisis financiera de 2008- y que supone un recorte de un punto porcentual (100 puntos básicos) como ya descontaba el mercado.
Además, el recorte ha llegado acompañado del lanzamiento de un nuevo programa masivo de flexibilización cuantitativa, es decir, compra de activos, por valor de 700.000 millones de dólares para proteger a la economía de los efectos de la pandemia. De esta forma, el banco central engullirá 500.000 millones de dólares en bonos del Tesoro de EEUU y otros 200.000 millones de dólares más en activos respaldados por hipotecas, emulando las tres rondas de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés) implementadas tras el azote de la crisis financiera.
Por su parte, el Banco de Japón (BoJ)ha acordado hoy mantener en el mismo nivel el tipo de interés de referencia, pero decidió ampliar la compra de bonos y de otros instrumentos, así como crear una nueva línea de financiación a las empresas, todo ello para hacer frente al impacto del Covid-19.
De hecho, las entidades que han participado en este plan coordinado ya habían anunciado por separado un sinfín de medidas como inyecciones de liquidez y recortes de tipos para combatir al Covid-19, al fin llegó un paso unido al frente.
El pasado jueves el Banco Central Europeo (BCE) lanzó una batería de inyecciones de liquidez y amplió los estímulos en 120.000 millones de euros, aunque no movió los tipos de interés. Fue el organismo que más tarde actuó. Mucho más tarde que la Fed, que pasó a la acción por primera vez el pasado 3 de marzo, al anticiparse al resto de bancos centrales con una bajada de tipos por sorpresa y fuera de una reunión oficial, algo que no ocurría desde la crisis financiera de 2008. Sus acciones han venido posteriormente acompañadas de nuevos recortes y de una inyección de hasta 1,5 billones de dólares.