
UniCredit y BPM, BBVA y Sabadell, Credit Mutuel y OLB, Novo Banco y CaixaBank... La lista de compras entre entidades financieras europeas no para de sumar candidatos. En los últimos 12 meses, se han multiplicado las opas por todo el continente. El Banco Central Europeo apoya firmemente que las entidades financieras se unan para crear gigantes a escala continental que puedan competir contra las firmas de Estados Unidos, pero la realidad es que la mayoría de operaciones son nacionales. No obstante, las crecientes compras están empezando a encontrar un obstáculo importante: el rechazo abierto de los Gobiernos.
Las cancillerías europeas temen que estas fusiones conlleven despidos, cierre de sucursales, empeoramiento de la calidad de los servicios bancarios y un deterioro generalizado de un sector que fue rescatado por los mismos Estados hace 20 años. Las crecientes ofertas transfronterizas, como la posible compra de Novo Banco por parte de CaixaBank o la opa de Credit Mutuel por OLB, está añadiendo más leña a un creciente nacionalismo económico.
En una mezcla de orgullo nacional, temor económico y pérdida de soberanía financiera, muchos Gobiernos europeos se están empezando a oponer tajantemente a estas operaciones. Los diferentes Ejecutivos empiezan a buscar subterfugios o circunloquios administrativos para detener o entorpecer las ofertas. El caso más llamativo proviene del país que está viviendo un seísmo no visto en años: Italia.
La guerra de opas le estalla a Giorgia Meloni
En pleno noviembre, Banco BPM lanzó una oferta por Anima Holdings, una gestora de seguros, por 1.600 millones de euros. La operación sorpresa fue la comidilla de la banca mediterránea durante días. El tercer banco de Italia quería ampliar su cartera de seguros en una compra ligeramente agresiva, pero conforme con los tiempos de adquisiciones y fusiones. Lo que no sabía la propia entidad milanesa era que su peor pesadilla se acercaba.
UniCredit, segunda firma del país mediterráneo, lanzó por sorpresa una opa por 10.000 millones de euros por BPM. La oferta pilló con el pie cambiado a la víctima, al sector y al Gobierno de Roma. Nadie esperaba este movimiento y menos tras haber estado jugando al ratón y el gato con el Ejecutivo alemán meses antes. El objetivo declarado de UniCredit era fusionar ambas firmas y convertirse en el primer banco de Italia y un coloso europeo.
La oferta de UniCredit, que BPM calificó de hostil y rechazó, provocó una cascada de opas en las semanas siguientes. Monte dei Paschi se lanzó por Mediobanca por 13.000 millones de euros, BPER por Banca Popolare di Sondrio por 4.000 millones de euros y la última operación llegó por Mediobanca, que ofertó comprar Banca Generali por 6.000 millones de euros, en una especie de contraopa.
En menos de seis meses, Giorgia Meloni se encontró con una guerra de ofertas que podría dejar el mercado reducido en poco más de cinco grandes bancos. La estupefacción ha llevado a la oposición. El Ejecutivo italiano ha comenzado a atacar la principal oferta: la de UniCredit por Banco BPM. Ha solicitado una lista de requisitos al opante para descarrilar la operación: cerrar su división en Rusia, prohibir el cierre de sucursales después de la opa, etc.
Estas reclamaciones han dado al traste con las pretensiones de UniCredit, que confiaba en cerrar la operación con rapidez. Ahora ha solicitado una prórroga de la operación a la autoridad bursátil y ha pedido formalmente que el Gobierno italiano bloquee la operación utilizando su "acción de oro". De esta manera, UniCredit podría retirarse de la oferta sin sufrir penalizaciones. BPM ha respondido que llevará estas acciones a los tribunales.
Alemania, cercada por Italia y Francia
Los tambores de guerra se oyen mucho antes de que empiece una batalla. Dos meses antes de que UniCredit se lanzase con todo a por BPM, la entidad milanesa puso sus ojos en Commerzbank. El mayor banco comercial de Alemania era víctima de una entidad italiana, lo que Berlín interpretó como una afrenta nacional inenarrable.
En esos días, UniCredit solicitó la ampliación mediante derechos de hasta el 21% del capital social de Commerzbank. La entidad alemana se opuso a estos movimientos temiendo una opa, que de momento no se ha ofertado oficialmente. Tras el plácet de las autoridades, hubo un cruce de reproches y contrarreproches entre Roma y Berlín. Para Italia era una forma de vengarse de la arrogancia teutona hacia el Mediterráneo años atrás, durante la crisis de deuda. Para Alemania, era un golpe directo a la razón de ser del euro y la UE: consolidar su superioridad financiera frente al resto del continente.
Sin embargo, aunque Berlín ha sudado por la presión del viejo conquistador romano, el ataque definitivo ha venido directamente desde el otro lado del Rin. Credit Mutuel comprará OLB a través de su filial alemana, Targo Deutschland. Supone la consolidación gala ante una firma mediana que llegó a coquetear con salir a bolsa. Y ahonda en la pérdida de vigor de la máquina financiera germana.
La Unión Bancaria Ibérica
Las últimas noticias llegan de la cuarta potencia del euro: España. En estos momentos, la opa del BBVA por el Banco Sabadell pende de un hilo. Aunque las autorizaciones regulatorias están prácticamente aseguradas a falta de la CNMV, el Gobierno se ha opuesto a la adquisición por el temor a una mayor concentración bancaria, la destrucción de empleos y el impacto a las pymes catalanas. Como apunte anecdótico, la fusión de hace unos años entre CaixaBank y Bankia, en la que el Estado tenía una participación estratégica, no supuso tanto problema.
El Ejecutivo ha realizado una consulta pública inédita para recabar informaciones y justificar una posible batería de requisitos que hagan descarrilar el proyecto. De momento, el Ministerio de Economía no ha aclarado si llevará los resultados al Consejo de Ministros, pero ejerce cada vez más presión sobre el banco de origen bilbaíno.
En paralelo, el Gobierno de Portugal ha alertado de la misma concentración hacia sus firmas bancarias. Lone Star, dueño de Novo Banco, ha anunciado su intención de vender la entidad lusa. Entre los principales candidatos se encuentra CaixaBank, que quiere ampliar su presencia en el país vecino. Esta posibilidad ha levantado ampollas en Lisboa, que ha advertido de la enorme cuota —y, por tanto, poder— que tienen los bancos españoles sobre las cuentas financieras de los portugueses.
El nacionalismo cotiza al alza
Los ambages, ardides y triquiñuelas de los diferentes Gobiernos europeos, sino directamente prohibiciones a las bravas, ponen en entredicho (una vez más) la cacareada unión económica. El BCE sigue advirtiendo de la necesidad de contar con campeones europeos y los informes Letta y Draghi insisten en aumentar la integración continental. De momento, la mayoría de las operaciones se quedan en casa, con mercados nacionales atomizados, concentrados y con las dudas en el horizonte de si eso genera un mayor bienestar económico.