Hace unos años, un gestor de inversión global contaba a este periódico que en vez de comprar acciones de los fabricantes de automóviles, él prefería comprar títulos de quienes producen sensores. A su entender, estos se irán incrustando con el tiempo en los coches, las señales de tráfico y los semáforos para monitorizar las calles y generar datos con los que analizar la movilidad.