Redactor de Internacional. Aprendí a cubrir economía en Argentina, aunque mi pasión siempre ha estado en Reino Unido y EEUU, en las que me centro actualmente, porque si algo no son precisamente estos dos países es aburridos. Estudio sobre el bitcoin y el universo de ideas y fraudes que ha crecido alrededor en mis ratos libres.

Boris Johnson se juega el futuro de la relación entre el Reino Unido y la UE a un 'juego de la gallina', y él no piensa ser el que levante el pie del acelerador. Esa es la conclusión del anuncio que hizo este viernes el primer ministro británico en un mensaje grabado, y que luego amplió su portavoz. Reino Unido no tiene la más mínima intención de moverse de sus posturas en la negociación del acuerdo comercial, y si la UE tampoco cede, el 1 de enero el país amanecerá con un Brexit duro, sin acuerdo. "Estaremos preparados", dijo Johnson, como ya dijeron el jueves los Veintisiete en las conclusiones de la cumbre europea.

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Nueva patada hacia adelante. Con el reloj acercándose a la medianoche del 31 de diciembre, los líderes de la Unión Europea han constatado este jueves que "no se han producido los avances necesarios" para cerrar un acuerdo con Reino Unido sobre la relación futura en los tiempos previstos, aunque no se levantan de la mesa: las negociaciones continuarán durante las próximas semanas.

Cuando el republicano Mitt Romney derrotó aquí a Barack Obama por 16 puntos en 2012, Texas era la joya de la corona de los conservadores estadounidenses. Con 38 delegados presidenciales y con una posición ideológica unos 20 puntos a la derecha de la media del país, Texas permitía contrarrestar la influencia de estados como Nueva York a la hora de elegir al presidente del país. Sin ella, ni George W. Bush ni Donald Trump habrían pisado la Casa Blanca. Pero una década es mucho tiempo, y la evolución demográfica y política del estado han obligado a los republicanos a enfrentarse por primera vez a una posibilidad terrorífica para ellos: tener que invertir millones para defender un territorio en el que solían ganar sin mover un dedo y del que depende su viabilidad como partido de Gobierno.

Nueva sorpresa en la carrera electoral estadounidense. En cuestión de una hora, la Comisión para los Debates Presidenciales anunció que cambiaría el formato del segundo debate a virtual y el presidente, Donald Trump dijo que no participaría. "Sería una pérdida de tiempo", afirmó en una entrevista telefónica con la cadena Fox Business. En su lugar, prefieren aplazar los debates una semana, según informó su campaña más adelante, para que pueda estar presente.

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A una semana de que se cumpla el plazo para llegar a un acuerdo comercial entre Reino Unido y la UE, y con ambas partes en los tribunales, el Gobierno británico redobla el órdago: si no hay avances claros en esta última ronda, se levantarán de la mesa y optarán por someterse a un Brexit duro.

Más de cuatro millones de votos ya están depositados en las urnas, y este martes Ohio amanece con largas colas para votar. EEUU se encuentra ya de lleno en las elecciones, y la cifra de papeletas no va a hacer más que crecer de forma exponencial en los próximos días. Y estas circunstancias son las peores para que el presidente, Donald Trump, se hunda en las encuestas tras su mal debate de la semana pasada y su contagio por Covid-19. Todas sus esperanzas para frenar la sangría, por el momento, están depositadas en el vicepresidente, Mike Pence, que esta semana se enfrenta a su rival demócrata, Kamala Harris, en el único debate de 'segundas espadas'.