Redactor de elEconomista

El miedo a una ralentización en el crecimiento económico de EEUU se está consolidando en el mercado, y ha terminado llevando a los mercados a descontar dos nuevos recortes de tipos de interés en Estados Unidos en apenas una semana. La huida de los inversores hacia los activos refugio, como el bono estadounidense, ha llevado al título de deuda norteamericana a reducir su rentabilidad a vencimiento hasta el 4,16%, un nuevo mínimo anual que contrasta con el 4,79% que se llegó a tocar el 14 de enero. En estos niveles, el mercado de deuda descuenta ya tres bajadas de tipos de 25 puntos básicos por parte de la Reserva Federal este año, y se esperan para mayo, julio y octubre.

El programa económico de Donald Trump ha pasado de ser una promesa de crecimiento, a convertirse en una amenaza para el bolsillo de los estadounidenses. Analistas e inversores están poniendo en duda el impacto positivo de la llegada de Trump a la Casa Blanca, y la incertidumbre sobre la imposición de aranceles ha despertado el temor de que se produzca uno de los peores escenarios macroeconómicos posibles: un regreso de la inflación en la primera economía del mundo, que se combinaría con un estancamiento económico. En pocos días los inversores han dejado claro que están preocupados por las señales macroeconómicas que están surgiendo, como el frenazo en la actividad el sector servicios, o el último dato de actividad manufacturera. La rotación de los inversores, desde la bolsa estadounidense hacia los bonos del país, es prueba de la preocupación que hay, y hay expertos, como Mohamed el-Erian, o James Knightley, economista jefe de ING, que reconocen las malas señales que está dando la economía estadounidense.

Los últimos días de febrero han sido testigos de un cambio en el comportamiento de los inversores, que se han lanzado a comprar bonos del Tesoro estadounidense hasta llevar la rentabilidad a vencimiento del título hasta el 4,29%. Durante cinco sesiones de mercado consecutivas, los mercados han optado por refugiarse en la deuda norteamericana, buscando una protección ante la posibilidad de que la economía estadounidense se esté ralentizando. En las últimas jornadas se han visto señales de debilidad en algunos frentes, y hay analistas que avisan del impacto negativo que pueden tener las políticas de Donald Trump en EEUU. Con el último movimiento, los inversores han sumado un recorte de tipos más en el calendario de la Fed, y ya esperan 2 bajadas en el precio del dinero antes de que empiece 2026. Ahora se descuentan para las reuniones de junio y de septiembre.

Wall Street atraviesa una mala racha. Parece que la bolsa americana ha perdido atractivo para los inversores y la rentabilidad que ofrecen sus beneficios previstos no es suficiente para asumir el riesgo que conlleva la renta variable, si se compara con el retorno que ofrece la renta fija. Esta es una de las razones por las que está propiciando una rotación hacia los bonos. Que el bono ofrezca más rentabilidad que la bolsa es anómalo y la última vez que se produjo fue a principios de siglo, cuando acabó estallando la burbuja de las puntocom.

La Unión Europea está a punto de dar un gran paso atrás en su principal proyecto de los últimos años. Las instituciones europeas han querido que el Viejo Continente liderase la transición hacia un mundo dominado por los criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza), pero, en los últimos trimestres, ante las críticas que han recibido por el impacto negativo de sus propuestas en la propia economía europea y, sobre todo, ante un gobierno estadounidense que va a dar los pasos opuestos, parece que la Comisión Europea se ha decidido a dar un giro importante a su plan de futuro. Según explica la agencia Bloomberg, que habría tenido acceso a documentos de la Comisión, este miércoles se va a oficializar una retirada clave de las exigencias que se preparaban en el frente ESG: las nuevas directivas centradas en sostenibilidad se van a suavizar mucho, con una propuesta final que dejará fuera al 85% de las empresas que, en principio, iban a estar sujetas a las nuevas exigencias.

Berkshire Hathaway, la sociedad cotizada propiedad de Warren Buffett que recoge la cartera de inversión del magnate y de los accionistas de la firma, ha presentado su cartera al cierre de 2024, acompañada de la carta a inversores que todos los años escribe el propio Buffett para resumir el desempeño de la empresa en el año y los cambios de posiciones en el porfolio que se han llevado a cabo. La publicación durante el fin de semana se ha convertido en una señal de alarma para los mercados, por la exposición a liquidez que ha alcanzado Buffett al cierre de 2024: el holding de inversión mantiene 334.000 millones en caja, la mayor cantidad de toda su historia, lo cual plantea que Buffett esté protegiéndose ante una posible corrección en las bolsas, teniendo en cuenta las altas valoraciones a las que se paga ahora la bolsa estadounidense.

La Administración de Donald Trump tiene un plan para reducir la enorme deuda de Estados Unidos. Aunque todavía no es más que una propuesta, algunos inversores de Wall Street ya están evaluando qué implicaciones tendría para las distintas clases de activos, ya que el planteamiento de los republicanos podría trastocar el sistema financiero global. El acuerdo Mar-a-Lago, como se conoce este plan, propone renunciar a la fortaleza del dólar y replantear las dinámicas comerciales para que sean los países extranjeros los que tiren de la economía americana, sin necesidad de que se estimule internamente. Esto no solo reforzaría aún más a la potencia americana, sino que también se postula como una solución para el endeudamiento del país.

El activo refugio por excelencia, el oro, que lleva reincidiendo en nuevos récords cada sesión, ha conquistado una cifra totalmente histórica, los 3.000 dólares por onza. El metal amarillo ha superado esta jornada esta marca en medio atrapada en un clima de euforia, tras subir un 12,7% en lo que va de 2025. El metal lleva atrapado en una enorme espiral alcista ya un tiempo. A menudo los tiempos difíciles suelen ser su gran aliado, pues es el refugio favorito de los inversores cuando las tormentas de las crisis y las guerras emergen. Sin embargo, esta vez ha sido algo mucho más allá que un simple movimiento defensivo, una sucesión de factores ha conspirado para desatar un rally con pocos precedentes para esta materia prima.

Arabia Saudí, con el príncipe Mohamed Bin Salman a la cabeza, presentó hace casi una década el proyecto Vision 2030, un plan con el que el futuro monarca pretende diversificar los ingresos del petróleo, y convertir el país en una economía dinámica en distintos frentes. Uno de ellos es conseguir alcanzar la independencia alimenticia, es decir, dejar de depender de las importaciones de comida, en un país en el que, a día de hoy, todavía se necesita comprar en el extranjero el 80% de los alimentos necesarios para el consumo de su población.