Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

Hasta la fecha, la guerra comercial entre EEUU y China ha tenido, sobre todo, consecuencias en los mercados financieros. Los disparatados aranceles entre ambas potencias han vapuleado las bolsas mundiales y los mercados de bonos, pero la economía apenas ha sentido el 'pellizco' (por ahora). Sin embargo, las empresas y los analistas ya han empezado a atisbar la tormenta en el horizonte y no pinta nada bien: estanterías vacías en los comercios, inflación y recesión son los tres componentes de esta tormenta que se cierne sobre la economía real de EEUU. Además, esta compleja coyuntura tiene otra cara (la otra cara de la moneda), China ha empezado a reducir la producción de sus fábricas, lo que está dejando a una parte de los empleados chinos sin trabajo (con menos horas de trabajo, al menos). La guerra comercial está ya dañando la economía real de las dos potencias más grandes del mundo, lo que sin duda hará mella en el PIB global.

Aunque la nueva pantalla de la guerra comercial entre EEUU y China tiene mucho de dialéctico, el poco tiempo en vigor de los aranceles por encima del 100% ya se está reflejando en el transporte marítimo. El temor al elevado castigo de los aranceles por parte de EEUU está provocando que se frenen muchos envíos desde el gigante asiático. Las navieras, estresadas en esta rápida gestión de la reducción de los pedidos, multiplican las conocidas como 'salidas en blanco' (blank sailing en inglés), en referencia a las cancelaciones de viajes programados. Otra imagen que se está presenciando es la de grandes buques de mercancías partiendo prácticamente vacíos hacia América.

Cada vez hay menos dudas de que la economía de Marruecos se está convirtiendo en una de las más potentes de África. El fuerte desarrollo de la industria del automóvil, un mercado laboral con mano de obra que presenta cierta cualificación y una situación geográfica privilegiada convierten al país norteafricano en un imán para la inversión extranjera. Pero Marruecos no solo se conforma con el automóvil y pone ahora los ojos en el mar con una estrategia que podría amenazar a un importante negocio español. Entre los ecos de los martillos y el olor a sal del Atlántico, Casablanca se prepara para una transformación que podría redibujar el mapa de la industria marítima de la zona. Donde antes solo operaban pequeños astilleros pesqueros, Marruecos se está preparando para levantar el que será el mayor astillero de toda África: una infraestructura del tamaño de una treintena de campos de fútbol diseñada no solo para reparar y mantener embarcaciones, sino para pugnar con los astilleros del sur de Europa, como los de España y Navantia.

En un mundo cada vez más convulso, cambiante e incierto, la Organización de Países Exportadores de Petróleo no podía ser menos. El cártel del petróleo ya está acostumbrado a lidiar con luchas intestinas en las que la producción de petróleo se convierte en el arma arrojadiza. Cuando la OPEP era solo la OPEP (dos bandos formados por Arabia Saudí e Irán y sus aliados a grandes rasgos) ya había problemas. Ahora que el cártel se ha ampliado a países como Rusia (y satélites rusos), la denominada OPEP+, la falta de entendimiento puede ser aún mayor. Buena prueba de ello es lo que está sucediendo en estos momentos con un país muy cercano a Rusia que se ha rebelado públicamente contra el cártel y las cuotas de producción, algo prácticamente inédito. Normalmente, cuando un país productor se salta las reglas, suele comprometerse a corregir sus excesos (otra cosa es que luego lo haga o no), pero esta vez, Kazajistán, el protagonista, ha señalado abiertamente que su producción no dependerá de la que diga la OPEP+. La 'guerra' está servida.

Con los precios del petróleo cayendo, casi 15 dólares por debajo de los niveles de enero, la economía sumida en una espiral de volatilidad e incertidumbre y la demanda futura de crudo juego... y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) podría estar preparándose para inyectar un nuevo 'chorro' de petróleo a partir de junio en los mercados (el mes de mayo ya producirán 411.000 barriles más). La estrategia parece cada vez más clara: el péndulo está de vuelta y ahora toca abrir los grifos del petróleo para hundir los precios y volver a expulsar del mercado a los rivales menos competitivos (los que incurren en mayores costes) y dar una lección a aquellos miembros del cártel que no se han adherido de forma estricta a los recortes (los gorrones). Como no podía ser de otra forma, detrás de esta estrategia estarían los de siempre: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait... y los grandes aliados de Riad y los que pueden producir petróleo a unos costes irrisorios. Tras filtrarse esta información, el precio del crudo llegó a caer casi un 3%, devolviendo al Brent a los 66 dólares y al West Texas a la zona de los 62 dólares. Sin embargo, este mañana de jueves, el crudo parece cotizar con cierta calma.

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ha anunciado esta semana una medida que "suprime de facto todos los colorantes alimentarios derivados del petróleo en Estados Unidos", según ha declarado el propio presidente de la institución, Marty Makary, en rueda de prensa, junto secretario de Salud, Robert Kennedy Jr.

Nadie pone en duda la fortaleza agregada de la economía de España en un entorno incierto y de desaceleración. El PIB está creciendo tres veces más rápido que en la eurozona, la creación de empleo sigue siendo sólida y las previsiones no paran de mejorar. La última revisión al alza ha sido la del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha sido la más gratificante y, quizá, inesperada porque se ha producido en un contexto de elevadísima incertidumbre global y rebajas generalizadas. Con la excepción de Argentina (y algún país más que se escape), España ha sido la única gran economía que ha recibido una mejora de previsión. Esta meritoria mejora ha sido justificada en los medios como un signo de fortaleza de la economía española por su buena situación coyuntural y su baja exposición al comercio con EEUU. Sin embargo, al igual que nadie duda de la fortaleza de la economía, es cierto que hay otra parte que nadie ha contado y que es, probablemente, la más importante de todas: el FMI ha mejorado la previsión de crecimiento de España porque en esta publicación ha contabilizado el 'efecto arrastre'.

Esta vez no hay vuelta atrás: la economía global parece estar adentrándose en una nueva era en la que las reglas que han regido durante casi un siglo (más libre comercio, integración, intercambios y división internacional del trabajo) están revirtiéndose a una velocidad vertiginosa. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca parece haber dado un impulso definitivo a este gran reseteo que ya había comenzado a 'asomar la patita' en los últimos años (la 'slowglobalization') con la irrupción de fuerzas políticas y grupos que ven en el proteccionismo y el nacionalismo el camino hacia una mayor prosperidad, pese a que la teoría económica y la práctica hayan demostrado lo contrario. Aunque este cambio ya parece imparable, no se podía 'inaugurar' esta nueva etapa hasta que un gran organismo internacional lo oficializara. Este momento ha llegado. Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha publicado una nota titulada 'La economía global entra en una nueva era'.

EEUU es una auténtica potencia energética. La más grande del mundo (por ahora). La revolución del fracking (fracturación hidráulica) ha permitido que el mayor consumidor del mundo de energía sea autosuficiente en términos agregados. Con un 20% de la producción mundial de petróleo y gas, EEUU se ha convertido en un jugador dominante en un mercado que otrora estaba completamente controlado por un puñado de países en Oriente Medio. Sin embargo, este reinado energético podría estar llegando a su fin. La misma tecnología y ambición que han llevado a EEUU al trono de la energía global de forma rápida es que la que está detrás de las decadentes previsiones. Los yacimientos de petróleo y gas se están quedando 'huecos' ante el rápido ritmo de producción (están llegando a su punto de maduración y cada vez expulsan menos crudo), mientras que la otra potencia económica global (China) tiene está siguiendo un estricto plan para convertirse en la nueva potencia energética global: inversiones masivas en energía nuclear y renovables.

Bajo la arena ardiente de Arabia Saudí, donde el sol calienta a altísimas temperaturas, la arena de las dunas y la vida se adapta a la escasez, se esconde un tesoro energético que curiosamente se oculta bajo el agua. El país de los desiertos y la arena tiene también grandes cantidades de 'oro negro' bajo el mar. El mayor yacimiento de petróleo marino del mundo se encuentra bajo las aguas del Golfo Pérsico. De este modo, en un país donde todo parece seco y dorado, el oro negro también 'brota' desde el subsuelo marino. Allí, entre los pliegues geológicos que se formaron hace millones de años, duerme una riqueza energética sin parangón: el campo de Safaniya, un gigante sumergido que late al ritmo de los barriles que emergen cada día. De este modo, Arabia Saudí cuenta con dos de los cinco mayores yacimiento de petróleo del mundo en su territorio.