Correlación no implica causalidad. Vicente Nieves lleva buscando explicaciones a los movimientos de los mercados y de la economía desde la crisis financiera de 2007. Aún no tiene la respuesta.

El precio del petróleo Brent cerró el 2024 en los 74 dólares por barril. Estos niveles relativamente bajos y una oferta muy fuerte hacían presagiar que la primera parte de 2025 podría ser el comienzo de un nuevo año bajista para el crudo (sería el tercero consecutivo). Sin embargo, desde el primer día de cotización, el petróleo comenzó a subir de precio sin aparente explicación. Poco a poco, algunos analistas empezaron a revelar que la demanda estaba subiendo con más intensidad de lo previsto por la llegada de olas de frío en el hemisferio norte (el gran consumidor de crudo). A partir del día 10 de enero, la subida ganó tracción ante las nuevas sanciones al petróleo ruso, que ahora atacan directamente a la 'flota en la sombra' y a grandes productores de Rusia. Pues bien, la Agencia Internacional de la Energía ha confirmado todo lo anterior con datos concretos: la demanda está repuntando con fuerza y el frío amenaza la producción de crudo en América del Norte (EEUU y Canadá). Lo que junto a las nuevas sanciones a Rusia está disparando el precio del crudo, que ya supera los 80 dólares por barril. No se le puede llamar aún 'tormenta perfecta', pero sí que esto podría ser un susto importante para los consumidores de crudo. Sobre todo porque los niveles de reservas (inventarios) están en niveles muy bajos.

El mar Cantábrico, con sus aguas frías y profundas, se convierte ahora en un escenario clave en la batalla por los recursos energéticos en Europa. Este bastión del norte peninsular, acostumbrado a albergar a petroleros y cargueros que surcan sus rutas, observa estos días cómo un buque ruso desafía las sanciones impuestas por Estados Unidos, poniendo a prueba la resistencia de los mercados y la voluntad política de los compradores europeos. Estas nuevas sanciones amplían el impacto a buena parte de la 'flota fantasma' rusa (hasta 180 buques nuevos) y a los productores Gazprom Neft y Surgutneftegas. Todo con la estrecha colaboración de Reino Unido. Según informa Bloomberg, el Cool Rover, un buque cargado de gas natural licuado (GNL) procedente de la planta de Porto Vaya en Rusia, flota indeciso cerca de las costas de España y Portugal. El hecho de que el primer buque que está en esta situación sea en aguas ibéricas no es una casualidad, España será el país más afectado en la UE de las sanciones EEUU-Rusia.

Una vez más, los planes fiscales de EEUU están arrollando al mercado europeo y poniendo en peligro la hoja de ruta del Banco Central Europeo (BCE). El programa fiscal de Donald Trump (pretende rebajar los impuestos drásticamente sin recortar el gasto en la misma forma) promete elevar la inflación global (como ocurrió en 2020 y 2021) a través de un incremento de la demanda de bienes y servicios (petróleo, chips, maquinaría…) globales. Los mercados ya están descontando parte de este escenario con una subida intensa de los bonos americanos y el fin de las bajadas de tipos de la Reserva Federal. ¿Y qué pasa con Europa? Los mercados también han comenzado a rebajar la intensidad y profundidad de la cascada de bajadas de tipos que se avecinaba (la divergencia monetaria no puede prolongarse eternamente entre dos economías con ciclos relativamente coordinados), mientras que los bonos soberanos ya ven cómo sus rendimientos vuelven a aumentar.

Los nacionalismos son en la mayoría de los casos multifactoriales y difíciles de comprender. Sin embargo, en otras ocasiones, hay factores que pesan más que otros y quedan evidenciados. Este parece ser el caso de la región de Alberta en Canadá. Este vasto terreno, de ser un país independiente, estaría entre los cinco mayores productores de petróleo del mundo, lo que le otorga unos jugosos ingresos. Ahora que Donald Trump se dirige a la Casa Blanco y la amenaza de un conflicto comercial a gran escala se cierne sobre el horizonte de Canadá (petróleo incluido), Alberta parece estar más cerca que nunca de Washington y más lejos que nunca de Ottawa. Si EEUU impone aranceles, Canadá está dispuesto a responder y eso no gusta enAlberta, que quiere seguir vendiendo su petróleo al país vecino. De este modo, la imposición de un embargo petrolero a EEUU, tal y como ha sugerido la ministra de Exteriores de Canadá, Mélanie Joly, en respuesta a las amenazas arancelarias de Trump a su país, provocaría una "crisis de unidad nacional", se advirtió este lunes desde la provincia canadiense.

Un inesperado terremoto ha sacudido a Canadá. Semanas antes incluso de tomar posesión como presidente de EEUU, Donald Trump está sacando la artillería contra su vecino del norte. Buscando socavar al actual gobierno liberal, encabezado por un Justin Trudeau que ya ha dicho que tira la toalla, y una relación más beneficiosa en el futuro, Trump ha percutido con fuerza. Primero amenazando con un arancel global del 25% por la supuesta falta de colaboración de Otawa en el control de las fronteras y en la lucha contra el tráfico de drogas. Después, haciendo un llamado a que Canadá pase a ser el estado 51 de EEUU. Aunque este escenario pertenece a la política-ficción y no puede ser más remoto, sí hay una región de Canadá en la que el movimiento separatista tiene una sólida implantación, hasta el punto de poder mostrarse favorable a los cantos de sirena de Trump. Un acercamiento de Alberta a EEUU, se materialice como materialice, abre dos escenarios inéditos: EEUU se convertiría en un 'macro estado petrolero' que haría temblar al mundo entero (produciría el doble de petróleo que Arabia Saudí y Rusia) y la Canadá 'central' sufriría una hemorragia que podría ser letal.

La economía es caprichosa y el siguiente ejemplo real lo corrobora. Corría el año 2012. España se encontraba inmersa en una crisis histórica, la tasa de paro superaba el 20% y encontrar un trabajo era casi más difícil que ganar la lotería. Sin embargo, en ese justo momento, la población rumana que había llegado a España buscando un futuro mejor marcaba máximos. Año 2025: contra todo pronóstico y mostrando cómo la economía puede cambiar en unos pocos años, las empresas españolas tienen cada vez más problemas para encontrar determinados trabajadores en el mercado laboral. Frente a lo que sucedía en 2012, los ciudadanos rumanos están marchándose en desbandada, lo que puede agravar la escasez de mano de obra de España. El buen hacer de la economía rumana, el envejecimiento de la primera oleada migratoria y el lúgubre futuro que le depara a la economía española están generando esta peligrosa tendencia para el mercado laboral español. El 30% de los rumanos que residían en España se han marchado en unos pocos años, además, según los economistas, "una buena parte son los perfiles más preparados". Perfiles con una cualificación media o medio-alta que desempeñaban algunos de los trabajos manuales más demandados en la actualidad.

La economía de España es una de las más endeudadas de la zona euro, con una deuda pública sobre PIB que supera el 105%. No obstante, estos niveles están lejos del 120% que alcanzó hace escasos años con la resaca de la crisis del covid. El fuerte crecimiento del PIB nominal ha ayudado a rebajar los niveles de deuda. Ahora, se espera que el impacto de los fondos europeos en la productividad, el crecimiento y los costes de financiación permitan reducir aún más la deuda pública, una previsión que hacen desde el BCE, pero que a la vez oculta una advertencia: esta misma previsión ha sido revisada muy a la baja ante la incapacidad de España de ejecutar (gastar) buena parte de estos fondos. La primera previsión que se realizó en 2022 hablaba de que los fondos europeos ayudarían a España a reducir la deuda pública entre 12 y 14 puntos, pero la incapacidad para gastar el dinero ha rebajado esa previsión de forma considerable.

La intensa subida del precio de la vivienda en varios países de la eurozona, incluido España, lleva siendo años una seria amenaza para la economía de las familias a nivel 'micro' (agentes individuales) y, en otro nivel, para los gobiernos, que se enfrentan a un creciente gasto en ayudas (a veces contraproducentes) para intentar aliviar esta crisis. Ahora, la dificultad para acceder a una vivienda ha dado un paso más y se ha convertido en una amenaza para la 'macroeconomía', es decir, para el rendimiento de la actividad económica en su conjunto. En un nuevo informe publicado por la Comisión Europea sobre el estado de la economía de la zona euro se dedica un recuadro de varias páginas a advertir sobre el riesgo que supone la escasez de vivienda en varios países del euro y su posible impacto en el PIB. La carestía de los inmuebles amenaza la movilidad interna, la eficiente asignación de los recursos y la productividad de forma directa.

La imagen de que los nórdicos son la antítesis de los ciudadanos del sur de Europa, y en especial los españoles, en materia de bienestar económico y calidad del empleo tiene más de mito que de realidad. Al menos si observamos los datos del mercado laboral de Suecia o Finlandia (que posee el ostentoso título de "el país más feliz del mundo"), con tasas de paro, mano de obra desaprovechada y rotación laboral más cercanos a nuestras latitudes que a la media de la UE. Y muy lejanas a las expectativas que prometen.

El petróleo es una auténtica obsesión para muchos países emergentes o en desarrollo que buscan dar un empujón a su economía a través del hallazgo de esta preciada materia prima. El éxito de algunas naciones que han logrado cumplir este sueño, como es el caso de la pequeña Guyana, refuerza aún más si cabe este deseo. Un buen ejemplo de ello es el caso de Marruecos, donde se está viviendo un auténtico esfuerzo exploratorio en aguas que bañan las costas del país africano y de Canarias. Aunque no se han producido, hasta la fecha, descubrimientos importantes, el potencial de la zona es de sobra conocido, lo que está llevando a Marruecos y diferentes empresas privadas a acelerar las actividades exploratorias para intentar encontrar el denominado 'oro negro' y dar un mayor impulso a una economía en plena transformación.