Los PMI han sido un 'jarro de agua fría' para la economía de la zona euro
Cuando el pasado jueves 12 de septiembre concluyó la reunión del Banco Central Europeo (BCE) con el segundo recorte de los tipos de interés en este ciclo tras el primero en junio, la posibilidad de una nueva bajada en octubre quedaba en el más absoluto misterio. La presidente Christine Lagarde fue tan impenetrable en rueda de prensa que fue imposible extraer cualquier pista de cara al mes que viene. En los días sucesivos, sus propias palabras y las de sus compañeros en el Consejo de Gobierno le cerraban poco a poco la puerta a octubre bajo los argumentos de que las previsiones se van cumpliendo, es mejor ir despacio y entre septiembre y octubre hay muy poco espacio. Pero cuando parecía que diciembre era la carta ganadora, la Reserva Federal de EEUU se sacó de la manga un primer recorte de tipos 'jumbo' de 50 puntos básicos que ha metido presión al BCE para moverse más rápido con las bajadas. Aunque los mercados todavía no compren al completo el recorte en octubre -especialmente dada la obcecación mostrada por el BCE con decretar una pausa en octubre aún preocupados por la inflación de servicios-, los malos indicadores adelantados de actividad de la eurozona conocidos este lunes redoblan esa presión y empiezan a abrir la puerta a un recorte 'jumbo' (de 50 puntos básicos) para la reunión de diciembre ante la dificultad que tiene el BCE para allanar el terreno para un recorte en octubre. Además, el cuadro de ingente debilidad macroeconómica subyacente en los PMI ha sacudido con fuerza al euro, que ha llegado a borrar hasta un 0,7% frente al dólar en su mayor retroceso desde agosto, cuando los mercados sufrieron una volatilidad extrema ante el miedo a una recesión en EEUU. Aunque la caída se ha moderado después al rango del 0,4%, el mensaje ha sido claro: el mercado pulsa la tecla de 'cuidado con el crecimiento'.