Economía

La gran bomba demográfica no estallará en Europa ni Japón: el país que perderá 100 millones de trabajadores cada década

  • China va a perder 400 millones de trabajadores en unas pocas décadas
  • La ONU asegura que su transición demográfica es de las más rápidas del mundo
  • Pekín debe 'pagar' esta transición mientras que la economía se apaga poco a poco

Todos los días del año se pueden encontrar varios titulares en los medios occidentales haciendo referencia a la intensa transición demográfica que está en marcha en Europa o que sufre Japón desde hace años. El envejecimiento de la población y el presumible aumento de las jubilaciones (y de la tasa de dependencia) es, quizá, el mayor reto al que se enfrentan los países avanzados. Sin embargo, hay un país que tanto por números absolutos como por etapa de desarrollo se enfrenta a un reto mayor: así es la gran transición demográfica de China.

La economía de China va a sufrir la pérdida de 100 millones de trabajadores en cada una de las próximas décadas. Para colmo, estas previsiones no paran de empeorar cada vez que se revisan, conformando gráficos verdaderamente impactantes, como el trazado recientemente por los estrategas de Apollo en el que se puede apreciar cómo la fiebre con la población en edad de trabajar dibuja una suerte de montaña con un pico cercano a los 1.000 millones actualmente cuya abrupta ladera hacia el futuro es una cuesta abajo hacia los 400 millones en 2100. Este es en parte consecuencia de la desastrosa política del hijo único.

El desafío demográfico de China se ve acentuado por una población en pleno retroceso. La población del país disminuyó por segundo año consecutivo en 2023, y se espera que el número de personas de 60 años o más represente alrededor del 30% de la población para 2035, frente al 14,2% en 2021. Y lo que es peor, mientras que en buena parte de Occidente se espera que la situación comience a mejorar desde entonces, en China se prevé que la población mayor de 60 años siga creciendo hasta alcanzar incluso el 50% o más en 2070, según el escenario base de la ONU. La esperanza de vida en China está aumentando significativamente, alcanzando los 78 años en 2021, y se proyecta que supere con creces los 80 años para 2050.

Son ya numerosos los análisis que contrastan esta situación con la de la India. Se calcula que ambas economías rozarán este año los 1.000 millones de personas en edad de trabajar. Pero en las próximas dos décadas, ambas evolucionarán en direcciones diferentes. India probablemente verá aumentar su población en edad de trabajar en otros 100 millones de personas, mientras que China experimentará el citado de 100 millones de personas por década.

"En términos generales, las economías de renta alta seguirán una tendencia, y las de renta baja y media, otra, con notables excepciones como China, cuya población activa seguirá la misma trayectoria descendente que la europea, y EEUU, donde es probable que la población activa siga creciendo. India tomará el relevo de China como país con mayor población activa, con algo más de 1.100 millones de personas, mientras que la población activa de China se reducirá a 850 millones", introduce en un informe sobre el futuro de la fuerza laboral en todo el mundo el equipo de Danske Bank encabezado por Heidi Schauman.

El problema de las pensiones

Aumentando la lupa sobre el caso chino, el sistema de pensiones podría empezar a sufrir serios problemas a partir de 2035, según la Academia China de Ciencias Sociales, una entidad estatal. Esa fue una estimación de 2019, antes de los cierres por la pandemia, que afectaron duramente a la economía de China. Ahora podría ser mucho peor ante la lenta recuperación de la economía. El sistema va a tener que sostener durante muchos años a una pirámide gigante invertida.

Tal es la situación que Pekín se ha visto obligado a retrasar la edad de jubilación por primera vez desde 1978. Las nuevas normas, aprobadas por el Congreso Nacional Popular de China, entrarán en vigor a partir del 1 de enero de 2025 y se implementarán gradualmente a lo largo de 15 años. Esta medida surge tras varios datos recientes sobre el descenso de las tasas de natalidad que han provocado el cierre de más de 22.000 guarderías en los dos últimos años. Para completar la panorámica cabe destacar que varias de estas guarderías se han convertido directamente en residencias de ancianos. Además, la población china cayó en 2023 por segundo año consecutivo.

Según la nueva norma, la edad de jubilación para los hombres se elevará de 60 a 63 años, mientras que para las mujeres se ajustará en función de la ocupación: las trabajadoras de oficina se jubilarán a los 58 años, en lugar de a los 55, mientras que las trabajadoras en oficios manuales o que requieren un mayor esfuerzo físico pasarán de los 50 a los 55 años. La implementación se realizará mediante ajustes que se irán aplicando cada pocos meses.

La desaceleración de la economía y el creciente gasto sanitario que se disparó con la pandemia de covid-19 están provocando problemas fiscales y una mayor caída de la natalidad. Además, la confianza de los hogares sigue en mínimos, una especie de misterio que no logran descifrar los economistas chinos, asegura Ernan Cui, analista de la consultora Gavekal Dragonomics, en una nota para clientes. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, la tasa de fertilidad total de China se estimó en solo 1,05 hijos por mujer en 2022, frente a los 1,5 de 2019. Estos números se encuentran por debajo de los de España (1,27), por ejemplo.

"Los esfuerzos del gobierno chino por impulsar la tasa de natalidad hasta ahora han tenido poco efecto", comenta Cui. "Está resultando mucho más difícil de lo que se creía que la política gubernamental influya en la fertilidad, lo que hace que sea más urgente que la política gubernamental se adapte a la principal consecuencia de una menor fertilidad: una sociedad envejecida".

El año pasado, China cruzó el umbral de la ONU para convertirse en una "sociedad envejecida", con al menos un 14% de la población mayor de 65 años. Se espera que para 2032 se convierta en una "sociedad súper envejecida", es decir, una en la que los ancianos representen más del 20% de la población. Si esa predicción se cumple, China tardaría sólo nueve años en pasar de la categoría envejecida a la súper-envejecida, protagonizando un ritmo de envejecimiento más rápido que el de cualquier otro país importante, excepto Corea del Sur. Japón tardó 11 años en dar el mismo salto, mientras que Alemania tardó 34 años y Estados Unidos va camino de cruzarlo en 14 años.

El gran problema es que China ha llegado a esta etapa muy temprano. Los países avanzados se han enfrentado al gran reto demográfico con una riqueza acumulada importante y un nivel de desarrollo elevado. No todos, pero sí la mayoría pueden tomarse ese 'respiro' que llega ahora y que fuerza a unos pocos jóvenes a mantener a muchos mayores. Pero China aún es una economía que tiene recorrido para seguir prosperando con una renta per cápita de unos 12.000 dólares.

Mientras tanto, la situación fiscal se está deteriorando. Los ingresos fiscales de China se han reducido un 2,8% en el primer semestre de este año respecto del año anterior, en medio de una débil demanda interna y una confianza empresarial que no repunta, según revelan los datos de Pekín. Los gobiernos locales llevan años lidiando con una interminable crisis del mercado inmobiliario, lo que les está privando de una fuente clave de ingresos: los ingresos por ventas de terrenos.

La situación fiscal empeora

"El plan del gobierno probablemente no mejorará sustancialmente la situación fiscal, al menos por ahora", asegura Cui, haciendo referencia al aumento de la edad de jubilación. "Aun así, la decisión marca un hito y señala que los responsables políticos están preparados para absorber cierto grado de dolor político con el fin de abordar los desafíos demográficos a largo plazo que están empeorando".

Yue Su, un economista que dirige el equipo de investigación de China de la Unidad de Inteligencia Económica, señalaba en una nota reciente que posponer la edad de jubilación a los 65 años para 2035 reduciría el déficit del presupuesto de pensiones en un 20%. "Aumentar gradualmente la edad de jubilación surge como una de las pocas opciones viables para mantener el equilibrio fiscal a largo plazo, a pesar de los desafíos potenciales que esto puede suponer para el mercado laboral joven durante la transición y la carga que puede suponer para las personas mayores mantener su estado de salud y su productividad", sentencia.

Zhu Qin, profesor de la Universidad de Fudan experto en demografía, explica al South China Morning Post que aunque el aumento de la tasa de natalidad podría haber sido una solución a largo plazo para los desafíos demográficos en China, esta opción ya no está sobre la mesa. Aunque los chinos disparen ahora la natalidad, el problema ya está a la vuelta de la esquina y esos niños no tendrán tiempo de contribuir para pagar las futuras pensiones.

"La reforma de las pensiones es entonces un paso necesario... A medida que pasa el tiempo, la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones es un gran problema", asegura, y agrega que las edades de jubilación de China eran "demasiado bajas" en comparación con el resto del mundo. Las edades de jubilación anteriores estaban muy por debajo de las de la mayoría de las economías desarrolladas. En Japón, las personas pueden comenzar a recibir pensiones a los 65 años, al igual que en Europa.

"Pero retrasar la jubilación por sí solo no llenará el vacío en la financiación de la seguridad social", advierte, por lo que también es necesario considerar otras estrategias, como exigir a las empresas estatales que contribuyan más. Zhu destacó el desequilibrio en el sistema de pensiones de China, donde la mayoría de los jubilados dependen del "primer pilar" de las pensiones públicas, mientras que en países como Estados Unidos el sistema de pensiones estaba más equilibrado entre diferentes fuentes (públicas y privadas).

"La reforma para retrasar la edad de jubilación es demasiado escasa y lenta para abordar los retos de las pensiones en China a largo plazo y probablemente tendrá un impacto mínimo en el mercado laboral a corto plazo", argumentan Wei Yao y Michelle Lam, analistas de Société Générale en una nota para clientes en la que constatan la "espiral descendente" en la que se encuentra la economía china.

Lo cierto es que los datos nacionales de actividad volvieron a deteriorarse más de lo previsto por el mercado en agosto. Con los datos en la mano,el crecimiento del PIB en el tercer trimestre se sitúa en el 4,7%, lo que significa que se necesitan más estímulos para alcanzar el objetivo del 5%. El descenso de los precios de la vivienda volvió a acelerarse, mientras que la contracción interanual de las ventas y las inversiones en vivienda se estabilizó. El crecimiento de las infraestructuras se ralentizó bruscamente a pesar de una notable aceleración del endeudamiento público. El crecimiento de las ventas al por menor volvió a caer, a pesar de la mejora de las ventas de electrodomésticos gracias a las subvenciones. El propio mercado laboral también se está deteriorando. La inversión en bienes de equipo de la industria de gama alta y las exportaciones fueron bien, pero depender de la demanda exterior es insostenible y peligroso. En consecuencia, la presión deflacionista persiste y el crecimiento del crédito se enfría aún más.

"Es evidente que las tímidas medidas de flexibilización adoptadas hasta ahora distan mucho de ser suficientes para frenar la tendencia a la baja de la demanda interna. Es probable que algunas o todas las medidas especuladas se materialicen pronto, pero es improbable que mejoren significativamente las perspectivas de crecimiento", sostienen Yao y Lam.

Según inciden estos expertos, los preocupantes datos pueden ser la razón del flujo constante de noticias sobre posibles medidas de flexibilización, entre las que se incluyen recortes de tipos en las hipotecas existentes y la autorización de ingresos especiales de los gobiernos locales para el desabastecimiento de viviendas. El recorte de tipos especulado de 80 puntos básicos equivale al 0,2% del PIB y es poco probable que impulse el consumo de forma significativa, opinan Yao y Lam. Apoyar la reducción de existencias con fondos públicos ofrece más esperanzas de estabilizar el sector, pero la cuantía y el calendario no están nada claros.

"Para sacar a la economía de la espiral deflacionista descendente, hace falta mucho más, sobre todo desde el punto de vista fiscal, para aliviar la presión del desapalancamiento de las administraciones locales. Es posible que los responsables políticos estén posponiendo estas decisiones hasta que se conozcan los resultados de las elecciones estadounidenses", concluyen los analistas de Société.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky