En el vertiginoso mundo de los negocios, la inversión en ESG (factores ambientales, sociales y de gobernanza) ha dejado de ser una opción, convirtiéndose en un eje central e ineludible. No actuar ya es un riesgo. No se trata solo de cumplir con las crecientes demandas regulatorias o la presión del mercado, sino de aprovechar los numerosos beneficios que trae consigo esta apuesta. Las empresas que abrazan la integración de estos factores no solo mitigan riesgos, sino que también se posicionan para capitalizar nuevas oportunidades.