En los últimos dos años el mundo se ha enfrentado a continuas disrupciones que han obligado a las organizaciones a adaptarse y a volverse más resilientes para sobrevivir. Podríamos afirmar que, a pesar de la incertidumbre, este contexto ha tenido consecuencias positivas en las organizaciones. Así, observamos cómo han surgido nuevas formas de hacer negocios que tienen más en cuenta el impacto de la actividad económica en su entorno, así como una mayor conciencia en las compañías de la necesidad de tener un propósito corporativo y de la importancia de implementar programas de diversidad e inclusión, sostenibilidad e innovación para garantizar su viabilidad a largo plazo.

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