Michael Spence
30/03/2019, 00:30
Sat, 30 Mar 2019 00:30:20 +0100
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La economía global se debilita, en gran medida por una sensación de incertidumbre. Y una causa importante de esa incertidumbre es la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Como ha demostrado Lawrence J. Lau de la Universidad de Stanford, el problema no es que los aranceles en carácter de represalia hayan tenido un impacto relevante, excepto quizás en algunos sectores económicos. Más bien, el conflicto ha arrojado dudas sobre el futuro de la conectividad económica global, que se ha traducido en una menor inversión y en un menor consumo en China y Estados Unidos, y entre sus respectivos socios comerciales. Es más, el Estado chino ha expandido su rol en la economía. Las empresas estatales vuelven a ser las favoritas entre los jóvenes y a los ojos del sector bancario, principalmente estatal, aunque a muchas empresas estatales realmente habría que reestructurarlas en lugar de mantenerlas a flote. Al mismo tiempo, a muchas compañías del sector privado el crédito les está resultando escaso y muy costoso, y las quiebras parecen estar en aumento. Las intervenciones políticas periódicas para revertir estas asimetrías de larga data entre el ámbito público y privado han demostrado ser insuficientes.