Si fueron los leoneses los que sirvieron de cuna al parlamentarismo mundial, y los ingleses los que lo popularizaron, son desde luego los franceses los que, nostálgicos de su monarquía, innovaron el pasado siglo XX para generar un sistema político en el que, de manera casi incomprensible, a un presidente electo por las urnas se le añade, pocos meses después, un primer ministro surgido, más o menos, de la mayoría del legislativo. Es una innovación que funciona bien cuando el presidente tiene una alta legitimidad y su formación gana las elecciones; pero cuando pierde la mayoría en el legislativo puede acabar originando un calvario político (cohabitación lo llaman los franceses) en el que dos poderes con legitimidad popular pueden acabar chocando entre sí.

Director de Asuntos Públicos de Atrevia