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Sat, 15 Mar 2025 14:02:36 +0100
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Los abogados, esos actores secundarios del gran teatro de la herencia, se encargarán de que la historia no termine en un simple fundido a negro. Mientras tanto, la función está así alrededor de la última morada de Gene Hackman, bajo el cielo abrasador de Santa Fe. Allí la muerte llegó dos veces antes de que el polvo tuviera tiempo de asentarse. Primero, Betsy Arakawa, su esposa, cayó víctima de un hantavirus tan raro como letal. Siete días después, el actor, doblemente oscarizado, la siguió, traicionado por un corazón que había latido durante 95 años con la misma intensidad con la que interpretó a Harry Caul o al despiadado sheriff de Los Imperdonables. Su casa, ahora silenciosa, quedó como un escenario vacío, sin protagonistas, pero con un último guion aún por revelarse: su testamento.