Javier Nart
La política exterior se fundamenta en una acentuada dosis de realismo. Pero una cosa es el pragmatismo y otra muy distinta la hipócrita conjunción de elementos contradictorios. Viene ello a cuento de la experiencia que padecí hace unos días con ocasión de la reciente Asamblea conjunta de miembros del Parlamento Europeo con diputados de Parlamentos nacionales de África, Caribe y Pacífico (ACP).