De un padre pobre pero inteligente que hizo una fortuna, y de una mente fantasiosa siempre necesitada de llamar la atención: de esos dos orígenes ha salido la riqueza de la que goza Ana García Obregón desde niña, que solo ha hecho que crecer con su variopinta actividad profesional, y que le permite todo tipo de caprichos hasta, incluso, comprarse un bebé mediante el método de alquilar el vientre de una mujer en territorio estadounidense y saltarse la legalidad española.