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La pandemia ha supuesto la aceleración de muchos cambios que se venían fraguando desde hacía algún tiempo. Al shock inicial que supuso la imposibilidad de acudir a nuestros puestos de trabajo, sucedió, prácticamente de forma automática, la alternativa del teletrabajo, fruto de un desarrollo tecnológico y digital que, en cierta medida, ya se había ido incorporando a los procesos de las empresas y a los usos cotidianos de las personas.

La Covid ha enfrentado a empresas y trabajadores a una especie de simulación, aunque con fuego real, que les ha permitido poner a prueba su capacidad para seguir funcionando de forma no presencial. Y el experimento, a la vista de los resultados, puede calificarse de bastante satisfactorio. Se dice que la pandemia, en términos de digitalización ha permitido avanzar a las empresas, en unos pocos meses, lo que en una situación de normalidad hubiera llevado años. En este contexto, en el último año, casi dos millones de personas, el 12,2% de los asalariados, teletrabajaron, debiéndose adaptar sobre la marcha a un nuevo modelo de relación digital y de organización del trabajo.

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