La Covid ha enfrentado a empresas y trabajadores a una especie de simulación, aunque con fuego real, que les ha permitido poner a prueba su capacidad para seguir funcionando de forma no presencial. Y el experimento, a la vista de los resultados, puede calificarse de bastante satisfactorio. Se dice que la pandemia, en términos de digitalización ha permitido avanzar a las empresas, en unos pocos meses, lo que en una situación de normalidad hubiera llevado años. En este contexto, en el último año, casi dos millones de personas, el 12,2% de los asalariados, teletrabajaron, debiéndose adaptar sobre la marcha a un nuevo modelo de relación digital y de organización del trabajo.
La digitalización de la empresa, además de favorecer aspectos relacionados con un aumento de la eficacia y la eficiencia de las organizaciones, abre un interesante debate en un país como España que, con 3,5 millones de desempleados, el 15,26% de la población activa, se sitúa a la cola del empleo de toda la Unión Europea. No solo nos enfrenta a la promesa de creación de nuevos puestos de trabajo en todos los sectores de actividad, sino que, de forma más inmediata, nos aboca a desafíos como la forma de reconvertir o hacer evolucionar a los empleados hacia tareas de alto valor añadido, precisamente porque la automatización ha empezado a eliminar aquellos trabajos repetitivos que requerían escasa cualificación.
Según el informe La digitalización de la economía, elaborado por el Consejo Económico y Social de España, 8 de cada 10 puestos que se crearán en el futuro más próximo estarán relacionados con este uso de las tecnologías. Se trata de profesiones científico-técnicas que van desde la robótica y la inteligencia artificial a otras funciones como desarrolladores de software y aplicaciones, analistas de datos, expertos en ciberseguridad, o especialistas en CRM, SEO o e-commerce, entre otras.
De hecho, estas especializaciones han obtenido en los últimos meses grandes resultados en la contratación. Según un análisis realizado por la red social Linkedin, las vacantes de especialistas para marketing digital crecieron el pasado año más del 60%, en línea con lo que lo hicieron los contratos de ingeniería especializada para desarrolladores Java, DevOps o informática en la nube, o los puestos relacionados con la ciencia de datos o la ingeniería artificial.
La penetración de la tecnología en la empresa obliga a repensar múltiples aspectos relacionados con el ámbito laboral. Empezando por la vertiente institucional, parece evidente que será necesario invertir en la mejora de la calidad de la educación española a todos los niveles, lo que deberá ir acompañado, por parte de las empresas, de mayores recursos para facilitar una formación permanente a los trabajadores. Pero además supondrá una actualización de las relaciones laborales y una nueva orientación de las normativas laborales y fiscales. Asimismo, del lado de los trabajadores, el nuevo paradigma digital exigirá de ellos un nuevo compromiso con la recualificación permanente, con el fin de reforzar su empleabilidad.
Si la digitalización de la empresa permite el trabajo a distancia, uno de los nuevos aspectos que llega de su mano es la flexibilidad, con la posibilidad de que sean empresas y profesionales los que acuerden aquellos marcos de colaboración que mejor se adapten a las necesidades concretas. Ello explica también que en los últimos tiempos estemos viendo un creciente número de trabajadores relacionados con el entorno digital que han decidido realizar sus funciones por cuenta propia.
Una derivada de esta mayor flexibilidad hará posible que, en adelante, veamos cada vez más casos de seniors laboralmente activos en proyectos en los que puedan aportar valor en términos de experiencia y conocimiento. Estos nuevos modelos de empleo que traen las nuevas tecnologías, homologables a lo que se conoce como GIG Economy, que alude al trabajo por proyectos o encargos y sin exclusividad con la empresa contratante, está conociendo crecimientos exponenciales en los últimos años, hasta el punto de que se calcula que más de un tercio de la población activa en EEUU ha llevado a cabo en el último año proyectos remunerados por cuenta propia, y de éstos, el 50% lo compaginan con un puesto de trabajo por cuenta ajena.
El Índice de la Economía y la Sociedad Digitales 2020 (DESI), realizado por la Comisión Europea en los distintos Estados miembro, que analiza factores como la conectividad, el uso de servicios de internet o la integración de la tecnología digital, muestra el largo camino que a España le queda todavía por recorrer en el campo de la digitalización. Este índice nos situaba en el puesto decimotercero de todos los que conforman la UE y determinaba que las PYMES no aprovechan el potencial del mercado electrónico. Según el estudio, tan solo el 19% de las pequeñas y medianas empresas realizaban ventas online, y el volumen de negocios del comercio electrónico suponía tan solo un 9% del total.
Los próximos años serán pródigos en cambios en materia digital, pues las empresas se juegan el ser no ser de su actividad, y lo serán también, en consecuencia, dentro de un entorno laboral que resulta directamente condicionado por esta cadena de transformaciones. Es de esperar que acciones como las que prevé el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que contará con cuantiosos recursos financieros del Fondo Europeo de Recuperación, no solo contribuyan a acelerar esta transformación, sino que además la extienda a sectores más tradicionales y alcance a la mayor parte del tejido productivo. Del mismo modo, la revolución digital trae una nueva forma de concebir las relaciones laborales, ya no tan anclada en el presentismo ni en la relación laboral directa y exclusiva con las empresas, lo que exige abordar la nueva realidad del mercado laboral no con los ojos del siglo XIX, ni siquiera del XX, sino con la flexibilidad y la originalidad que el nuevo entorno nos demanda.