Secretario general de CCOO
Cuando le preguntas si el nuevo Gobierno es una especie de soplo de aire fresco para los sindicatos dice que no quiere ser "cenizo", pero que si se abren expectativas y no se cumplen sería letal para la izquierda. "La política estaba como una habitación cerrada contaminada por el aire viciado de la corrupción, y se ha abierto una esperanza casi exagerada", afirma. Es la cara y la voz de CCOO, el sindicato más importante de España. Unai Sordo (Bilbao, 1972) está a punto de cumplir un año como secretario general. Su carácter reservado, austero y cercano que, afirma, hace honor a sus orígenes vascos y vallisoletanos, pero sobre todo a su experiencia liderando el sindicato en Euskadi, han obrado el milagro de una renovación generacional sin sobresaltos, inusual en estos tiempos. Se define como de izquierdas, "de familia humilde y jerséis heredados", y tiene una forma de hablar sosegada, sin palabras gruesas. Dice que su primera reunión con el presidente del Gobierno ha sido positiva, pero insiste en que si para abordar la reforma laboral no hay acuerdo con la patronal, el Gobierno debe obrar vía Parlamento. Recalca que un Ejecutivo con Podemos hubiera dado más estabilidad, que la dimisión del ministro de Cultura demuestra que hay menos tolerancia con prácticas dudosas y que la entrada de Urdangarin en la cárcel es un signo de salud y normalidad democrática.