Enrique Verdeguer Puig
03/11/2015, 09:00
Tue, 03 Nov 2015 09:00:13 +0100
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Resulta significativo que, una vez más, las legislaturas pasan y el mismo reto permanece. Me refiero a la recurrentemente mencionada necesidad de reformar la Administración. Quizás lo primero que habría que plantearse es el porqué de la incapacidad de hacer frente a esa reforma. Cuando se habla de la necesidad de reformar algo, lo que subyace es que ese algo es mejorable y lo es con un coste asumible. ¿Es mejorable nuestra Administración y lo es a un coste asumible? Por supuesto que la pregunta, al menos la primera parte, es algo falaz porque todo es mejorable. Es cierto que sería necesario matizar que no hay una única Administración sino que hay muchas administraciones. ¿Son equivalentes las Administraciones del Estado, las de Comunidades Autónomas o las de Corporaciones Locales? ¿Es lo mismo un Ministerio que una empresa pública? ¿Es idéntico el comportamiento de Sanidad, Educación, Defensa o I+D+i? Existen elementos comunes a todas ellas, pero también diferencias sustanciales. Creo que todos estaríamos de acuerdo en que es necesario tener una Administración eficiente, adaptada a los tiempos y necesidades actuales y, especialmente, al servicio de los ciudadanos. Siendo el objetivo compartido, ¿cómo se puede alcanzar? He escuchado muchas veces que en determinada empresa pública sobraba o faltaba gente. Para afirmar una de estas cosas, sería necesario saber y determinar qué se pretende que haga cada empresa. Por ejemplo, ¿sobra o falta gente en nuestros Puertos o en nuestros Aeropuertos? Dependerá de qué tráfico o qué actividad marítima o aérea se quiera y pueda desarrollar. Por otra parte, y más en los tiempos actuales, dentro de una organización puede haber necesidades no cubiertas en determinadas ocupaciones y puestos que, por el contrario, sean redundantes o innecesarios.