Director de Inversiones Finaccess Value

A pesar de la volatilidad, los aranceles y el flujo constante de noticias, el saldo de 2025 es muy satisfactorio. Fe de ello dan unas bolsas en máximos de los últimos años (cuando no en máximos históricos) y diferenciales de crédito en mínimos, lo que supone un mensaje de optimismo claramente implícito.

Opinión

A pesar de la volatilidad, los aranceles y el flujo constante de noticias, el saldo de 2025 es muy satisfactorio. Fe de ello dan unas bolsas en máximos de los últimos años y diferenciales de crédito en mínimos, lo que supone un mensaje de optimismo claramente implícito. Si intentamos mirar más allá y buscamos las razones de este optimismo, nos encontramos con dos narrativas muy diferenciadas y prácticamente opuestas. Por un lado, podríamos inferir que detrás de los avances de la renta variable podría estar la anticipación de una recuperación cíclica. Sólo bajo esta óptica de recuperación cíclica y de crecimiento de beneficios se podría justificar los múltiplos que se pagan en la bolsa estadounidense y, ya también, en algunos índices europeos.

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Después de los excesos que vivió la renta fija en los dos últimos meses del pasado ejercicio, el inicio de este 2024 ha supuesto que los inversores hayan entrado en modo recalculando ruta, ajustando sus estimaciones sobre las bajadas de tipos que, en principio, deberían realizarse este año.

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Tendemos a asociar el movimiento extremo de los mercados con la renta variable, pero en este final de 2023 hemos visto que la fluctuación del miedo extremo a la avaricia no es potestad únicamente de las bolsas. Los inversores en renta fija también pueden dar fe de este comportamiento pendular del sentimiento inversor, dado que, desde octubre, el mercado de bonos ha realizado una violenta transición desde la decepción por otro año mediocre en renta fija hasta la euforia ante la posibilidad de volver a un mundo de tasas de interés más bajas.

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