Opinión
Barcelona es una ciudad con un atractivo incuestionable. Su gran magnetismo cultural, gastronómico, empresarial y urbanístico la sitúa como una de las capitales más deseadas por turistas e inversores. Sin embargo, mantener ese liderazgo requiere equilibrio entre la necesidad de regular el crecimiento del turismo y la voluntad de seguir atrayendo inversión. La reciente decisión del Ayuntamiento de Barcelona de duplicar la tasa turística municipal abre de nuevo este debate.