Ni siquiera la llegada de una inversión de más de 3.000 millones de euros con la gigafactoría de Volkswagen a Sagunto asegura la estabilidad a la industria del metal y de la automoción valenciana. El cierre anunciado ayer de la planta de Thyssenkrupp en Sagunto, cuya reapertura en 2016 se consideró como todo un símbolo de la reindustrialización en la región, es un síntoma más de la crisis que afronta uno de los motores de la economía valenciana.