Escribo sobre temas de cultura, ocio y entretenimiento desde 2018. Di mis primeros pasos en el periódico 20minutos. En 2023 llegué a elEconomista, donde sigo aprendiendo y contando historias.

En la víspera de la Feria del Libro de Madrid, celebramos la magia atrapante de la lectura poniendo la mirada no solo sobre las novedades editoriales que aterrizan, sino también sobre quienes hacen posible su publicación. Títulos que saltan de nuestro corazón a la estantería y editoriales como, por supuesto, Libros del Asteroide, que en su XX aniversario inaugura el formato mini con El accidente, la primera novela de Blanca Lacasa; y Vamos a comprar un poeta, del portugués Afonso Cruz.

Leo Rizzi tenía 12 años cuando probó con la guitarra, una pasión que fue alimentando junto a su hermana, quien le contagió el amor por la música. De raíces diversas, por aquel entonces vivía con un pie en España y otro en Uruguay: nació en Ibiza, creció en Punta del Este y, finalmente, se instaló en Valencia, donde estudió Bellas Artes y una amiga le dio el consejo que cambiaría su vida: le propuso que publicara acústicos en Internet. Él le hizo caso. En el pasado jugueteaba por YouTube, pero ocultó los vídeos. No ocurrió lo mismo con TikTok: su canción Amapolas se convirtió en un hit viral y, finalmente, el artista terminó fichando por Warner. Sus sueños de futuro cambiaron por completo. Es lo que tiene aunar talento, entusiasmo y el magnetismo. Al principio, le molestaba que se le conociera como "el cantante de TikTok". Ahora, aprecia las oportunidades que le brindan las redes sociales. "Antes estaba la radio, y ahora está esto", nos dice. A sus 26 años, apunta que es inquieto, perfeccionista y reflexivo, un apasionado de su profesión que se encuentra en constante transformación.

Transformarse para reblandecerse, tornarse blanda para la transformación. Ser blanda y cambiante, lejos del granito. La artista e investigadora blanca arias aborda en su primer libro, Blandito, blandito (cielo santo), "lo blando" como fuerza resiliente y libertaria, un reto que conecta las prácticas feministas con el cuerpo, la erótica y la poesía y que ensalza la obra de nombres como Mari Chordà, Sarah Lucas, Lorenza Böttner o Sara Ahmed. Comisaria y mediadora, Arias se pregunta cómo combatir —ablandar— la rigidez patriarcal desde el feminismo y la entraña, pasando por las diferentes texturas de aquello que es capaz de plegarse, arrugarse, volverse hacia sí mismo. ¿Es posible 'enternecer' el museo?, ¿cómo enfrentar una Historia del Arte anticuada y violenta?, ¿qué papel juega el arte en todo esto? Blandito, blandito es un viaje sensitivo bañado de intuiciones. Es tierno y, por supuesto, es político. Está vivo.

No hay material más personal que el que guarda un diario. Pensamientos, anécdotas, proyectos y un sinfín de anotaciones conforman las páginas que tantos escritores y escritoras han rellenado en la intimidad de sus habitaciones. Desde hace siglos, la escritura diarística sirve como una búsqueda, un viaje interior que a veces se emprende sin imaginar, necesariamente, un final. No atiende a un resultado, sino a una necesidad —a veces, artística; otras, terapéutica, catártica— que se hincha y que, en ocasiones, sale hacia afuera. El texto diarístico salta de la libreta al libro, y del libro al estante de la librería, la biblioteca y el hogar. Es entonces cuando las puertas quedan abiertas. Ya no hay cerrojo, nos podemos asomar. Está permitido.

Abrir un libro, entregar una flor y viceversa. Llega un nuevo 23 de abril y, con él, la celebración de la lectura, ese campo inmenso que tantas propuestas nos ofrece. Es difícil seleccionar únicamente diez títulos de entre la marea de novedades que nos llegan. Regresan grandes nombres, como Sara Mesa, Rachel Cusk, Enrique Vila-Matas o Belén Gopegui; y brillan otros como el de Carmen Martín Gaite, a punto de cumplirse el centenario de su nacimiento -seleccionamos, por ello, el reciente lanzamiento editado y prologado por José Teruel, De hija a madre, de madre a hija (Siruela)-. Además, la fotógrafa y escritora Laura C. Vela celebra la llegada a las librerías de Seismil (Niños gratis). Editada por Sabina Urraca, a esta obra tan especial le han hecho falta escasas semanas para generar una conversación mullida y calurosa que, por supuesto, ha hecho más que comenzar.

"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas cambiantes, ese montón de espejos rotos". Borges escribió estas palabras y estas palabras representan, precisamente, el sentir que ocupó este miércoles la sala But, donde cerca de 1.000 asistentes corearon las canciones que Claudio Montana presentó, de la mano de Nacho López y Marco Henri —creadores de la banda valenciana Ultralágrima— en el primero de los tres conciertos que ofrece esta semana en Madrid. Un concierto como un lugar donde ser y nutrirse. Un concierto como lugar de encuentro, homenaje y bálsamo. Un concierto como museo.

Almería, 1952. El asesinato de un hombre de 60 años da lugar a una historia marcada por el espionaje, la intriga y algunos secretos que hasta la primera mitad del siglo XX se mantenían ocultos. Es la que el escritor Jorge Díaz cuenta en El espía (Planeta), una novela que se mueve entre la realidad y la ficción. "Me gustan las novelas históricas, pero también el thriller", avanza el autor, que ahora recibe con los brazos abiertos una nueva etapa en su trayectoria literaria. Tras el lanzamiento de El esplendor, el último libro de Agustín Martínez, llega una nueva obra firmada por un Carmen Mola, disponible en las librerías desde este miércoles, 9 de abril. De nuevo, el crimen está asegurado.

Imagina llamarte Rosa, o Daniel, o Nora. Imagina tener 67, 76, 84 años. Imagina deshacer las maletas en un geriátrico que no es un geriátrico, sino un hotel. Imagina que se llama Hotel Abuel, que tiene un comedor para cenar kebab y un salón para bailar canciones de Arca. Imagina sortear con ironía las nubes de la demencia, darte unos besos cuando nadie te ve e intercalarlos con charlas espontáneas sobre la enfermedad, la duda y el goce. Imagina tener un compañero al que le pirra el romance. Su nombre es Joselo, aunque hace un tiempo, cuando andaba más firme y menos sordo, lo llamaban Joselito.