Tras el último recorte del BCE la semana pasada parece que una nube de deflación se ha posado sobre el continente y el BCE tiene vía libre para pisar el acelerador. Los aranceles de Trump, unos salarios moderándose, la fortaleza del euro, los precios de la energía cayendo a marchas forzadas… todo conspira a favor de los recortes hasta tal punto que Lagarde, en su rueda de prensa, ya se mostraba abierta a seguir la senda de flexibilización. El mercado ahora da por hecho un ajuste de mínimo tres bajadas en lo que resta de año y algunos creen que incluso esto podría quedarse corto. Sin embargo, crece el temor de que el mercado se exponga a una gran decepción: los recortes podrían tener un suelo mucho más sólido que acabe imponiéndose.