Churchill lo expresó de manera insuperable: "La democracia es el peor sistema de gobierno que conozco, con excepción de todos los demás". El premio Nobel inglés venía así a recordarnos que no hay creación humana infalible y que incluso los mayores avances de nuestro ingenio y las mayores conquistas de nuestra especie pueden contener en su seno graves defectos. Y que por eso mismo debemos estar alerta y no confiar en que, una vez aquí (léase: constituidos como estado democrático), ningún peligro ahí fuera tendrá poder suficiente para acabar con lo logrado.