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Maribel Vilaplana, la periodista que comió con Mazón el día de la DANA, rompe su silencio: "He servido de cortina de humo para desviar la atención"

Maribel Vilaplana y Carlos Mazón. Foto: Archivo.

Diez meses ha tardado en romper su silencio Maribel Vilaplana. La periodista que comió con Carlos Mazón en el conocido restaurante El Ventorro el día de la DANA, que arrasó numerosos municipios de Valencia y dejó un total de 228 fallecidos, ha hecho público un comunicado en el que ofrece su versión de los hechos de aquella tarde del 29 de octubre de 2024.

La propia Vilaplana comienza el escrito manifestando su respeto y solidaridad hacia las víctimas de la riada para a continuación señalar que es "la primera interesada en que se clarifiquen absolutamente los hechos" de ese día porque considera "injusto" quedar vinculada "a un capítulo tan doloroso" y que se le utilice como "cortina de humo" para desviar la atención de lo "verdaderamente importante", que es "esclarecer las responsabilidades".

La periodista explica que se ha decidido a escribir estas palabras "después de la continua oleada de ataques, falsedades y mensajes de odio" que ha recibido en redes sociales, amplificados además por otros canales, tras su reciente intervención como consejera portavoz del Levante Unión Deportiva, una responsabilidad que asume desde 2023.

En la carta, Vilaplana detalla que ese 29 de octubre mantuvo su agenda laboral tal y como estaba prevista porque "no era consciente de la magnitud de la tragedia que se avecinaba". Tras narrar todo lo que hizo durante la mañana, reconoce que fue el president de la Generalitat quien le citó para una comida "de carácter profesional", donde llegó a las 15.00 horas.

El objetivo de esa reunión, según cuenta, era el de explorar "posibles vías de colaboración profesional", de hecho, se le plantearon varias opciones, entre ellas presentar una candidatura para un cargo en la televisión autonómica, algo que rechazó en ese mismo momento.

Vilaplana indica que a lo largo de la comida, Mazón "empezó a recibir llamadas que interrumpieron la conversación de manera continuada". "Yo seguí en el restaurante, completamente ajena a esas comunicaciones: no pregunté, no participé, ni conocí en ningún momento su contenido, y el presidente tampoco me trasladó ninguna inquietud al respecto. Actué, como siempre he hecho, desde la discreción y el respeto que me caracterizan", prosigue.

"Esas interrupciones, sumadas a la espera y a la despedida, demoraron también mi salida del restaurante, que se produjo finalmente entre las 18:30 y las 18:45. En su momento, en medio de la vorágine con que se desencadenaron los hechos, el desconcierto y la presión vivida, sinceramente no dimensioné la importancia de ese desfase horario inicial que se hizo público", continúa. Sin embargo, apunta, "con la distancia del tiempo y tras hablarlo con las personas más cercanas, he considerado necesario aclarar también ese punto".

En este sentido, la periodista incide en que "en el momento en que me marché de la reunión no era consciente de la gravedad de lo que estaba sucediendo en otras localidades valencianas, porque en la ciudad no llovía y eso me hizo sentir todavía más ajena a la situación. Al regresar a casa, empecé a tomar verdadera dimensión de lo ocurrido. Nada más entender la magnitud de lo que había pasado, me puse en contacto con el presidente cuando le fue posible. En esa conversación le trasladé mi angustia y también le pedí, de forma muy clara, que por favor mi nombre no saliera".

Vilaplana destaca que en esa llamada explicó a Mazón que le parecía "profundamente injusto quedar vinculada a un capítulo tan doloroso cuando no había tenido absolutamente nada que ver". "Ese fue mi error, porque ese silencio, aunque bienintencionado, alimentó la especulación y, cuando finalmente se supo, desembocó en un acoso brutal", denuncia.

"Una auténtica pesadilla"

La periodista describe los días posteriores a la DANA como "una auténtica pesadilla" que le llevó a ser ingresada en el hospital. Tras recibir el alta, pidió a una persona de su total confianza que aclarara la situación y difundiera su versión de lo sucedido, algo que, asegura, "no ha sido suficiente".

"La realidad es que me he convertido en una diana utilizada políticamente y alimentada con insinuaciones machistas que han condicionado esta historia desde el principio", continúa. Y es por eso por lo que se ha decidido a contar su versión de los hechos, porque no puede soportar que "este relato eclipse lo verdaderamente importante, que es esclarecer qué pasó aquel día y asumir las responsabilidades que correspondan".

Vilaplana asegura en la misiva que estos diez meses ha vivido sometida a una presión "insoportable" en los que ha sido objeto de un "acoso constante, insultos, burlas y de un escrutinio injusto" que le han llevado a estar en tratamiento psicológico por un trastorno de estrés postraumático.

Vilaplana reflexiona si lo que a ella le ha sucedido le habría pasado a un hombre que se hubiera reunido con el presidente ese día en El Ventorro. "¿Habría despertado tanto morbo, tanto machismo rancio y tanto prejuicio", se pregunta.

"Ese enfoque profundamente sexista ha servido como cortina de humo para desviar la atención de lo verdaderamente importante: esclarecer las responsabilidades que se derivaron de aquella jornada. No se puede construir un relato cargado de insinuaciones y morbo para distraer el foco de lo que realmente importa. Es triste y decepcionante", destaca en la misiva.

"Un golpe de mala suerte"

Asimismo, Vilaplana señala en sus palabras que estar justo ese día en El Ventorro fue "una maldita coincidencia y un horrible golpe de mala suerte" que se ha convertido en un tormento que tendrá que aprender a sobrellevar durante toda su vida.

Por este motivo, la periodista pide ahora "respeto" hacia su persona, su familia, su vida privada, pero sobre todo para las víctimas, a quienes se les debe "sensatez" y que su dolor "no se utilice ni se banalice".

Para concluir el extenso escrito, Vilaplana le manda un claro mensaje a todos los responsables, que es a quien les corresponde dar las explicaciones que ella no puede dar. "El foco debe estar donde corresponde: en las personas que aquel día tenían responsabilidades y poder de decisión. Son ellas las que deben dar explicaciones", sentencia.

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