El farmacéutico Álvaro Fernández explica por qué no deberías ducharte con agua fría en verano: "Estarás todavía peor"

Las altas temperaturas invitan en muchos casos a recurrir a las duchas de agua helada para combatir el asfixiante calor en casa. Sin embargo, es posible que esto resulte en realidad contraproducente, provocando el efecto contrario. Así lo explica el farmacéutico Álvaro Fernández a través de uno de sus últimos vídeos en redes sociales.

"Estos días que hace tanto calor y piensa uno: 'Me pego una ducha de agua fría para refrescar y a funcionar'", comienza el vídeo. No obstante, la realidad es mucho más diferente, de hecho, "eso es contraproducente y al rato tendrás más calor".

Según Fernández, si bien aunque al principio tendrás una sensación de sentirte más fresco, ante una bajada tan pronunciada de la temperatura corporal, el organismo "activa los mecanismos de producción de calor y al rato sofocón. Vamos, que estarás todavía peor".

Por qué sucede

El agua muy fría hace que los vasos sanguíneos se contraigan, lo que ayuda a reducir la pérdida de calor a través de la superficie del cuerpo. El resultado: el organismo retiene el calor en lugar de liberarlo. A esto se añade que aplicar frío de forma tan abrupta hace que nuestro organismo crea que la temperatura ambiental es muy baja, por lo que bloquea los mecanismos naturales de refrigeración como es el sudor o el flujo sanguíneo hacia la piel.

Por todo ello, aunque al salir de la ducha sintamos un gran alivio de inmediato, al poco tiempo nuestra temperatura se incrementará aún más, por lo que esta sensación tan asfixiante puede incluso ser aún mayor.

Qué hacer

Lo ideal es optar por duchas más bien templadas, ya que permiten mejorar la temperatura corporal sin ese "choque térmico" que desactiva los mecanismos de refrigeración. También puede comenzarse la ducha con agua caliente y poco a poco ir poniéndola más fría, de forma que el cuerpo consigue aclimatarse.