
Cada persona tiene diferentes características y preferencias a la hora de dormir. Hay quienes prefieren dormir con calcetines, quienes necesitan dejar la tele encendida para conciliar el sueño y quienes no pueden dormir si hay una mínima luz encendida. Todas estas 'manías' tienen una explicación psicológica.
Hay personas que aseguran que no son capaces de dormir si la puerta de la habitación está abierta. Esto genera debates, especialmente en verano cuando el calor aprieta y una parte de la pareja preferiría dejarla abierta para que corra el aire. No obstante, este acto no es caprichoso, demuestra rasgos ocultos de la personalidad.
Rasgos comunes
La psicología explica que aquellos que necesitan dormir con la puerta cerrada demuestran independencia. Son personas que aprecian el espacio personal y el control del mismo ya que, al cerrarla, tienen una comprensión completa de lo que ocurre en el interior.
Otro rasgo común es el aprecio por la soledad. Al cerrar la puerta de la habitación tienen la posibilidad de encontrar un espacio seguro en el que estar con uno mismo, un lugar personal donde relajarse y reflexionar. Los psicólogos aseguran que no hay nada de malo en este acto.
Por último, estas personas comparten la característica del deseo de seguridad personal. No únicamente física, también mental. Con el acto de cerrar la puerta, se tiene una mayor sensación de seguridad, control y organización, de manera que los problemas y miedos quedan fuera de la habitación.
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