Salud Bienestar

Un médico de la Universidad de Yale lleva casi 10 sin bañarse y explica qué le pasó a su cuerpo: "Hay que replantear la higiene"

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La salud es uno de los temas que más preocupa a la sociedad y no solo por el ejercicio o la alimentación, sino por la higiene que cada uno pone en su día a día. En España, según datos de la OCU, el 80% de los españoles se ducha cuatro o más veces a la semana, con una media de 8,30 minutos. Sin embargo, hay expertos que son contrarios a esta práctica tan regular.

James Hamblin, doctor especializado en medicina preventiva y profesor en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, tomó una decisión algo poco frecuente en 2015 y desde entonces dejó de ducharse. Una elección algo cuestionado en una sociedad que pone detalle a la higiene diaria, pero Hamblin quería investigar los efectos para la salud de la piel y el bienestar general de reducir al mínimo los productos que se emplean para el aseo.

"Me encuentro perfectamente bien. Te acostumbras. Me siento normal", aseguró entonces el médico reconociendo que su limpieza se basaba en el uso de agua y algo de jabón de manos. Su intención fue la de permitir que su cuerpo alcanzara el equilibrio con los aceites y microbios presentes en la piel.

Durante los primeros meses su cuerpo notó cambios y pasó por una fase de adaptación, que se caracterizó por un olor corporal más fuerte. Con el tiempo su cuerpo se fue acostumbrando y ese olor desapareció, tal y como explica en varias entrevistas: "Nos lavamos por costumbre, porque es lo que dicta la norma social, no porque lo necesitemos desde un punto de vista médico", afirma el doctor que no usa en su rutina ni jabón corporal, champú ni desodorante.

En 2020 lanzó su libro Clean: The new science of skin and the beauty of doing less (Limpio: la nueva ciencia de la piel y la belleza de hacer menos), en el que presentaba su estudio sobre la higiene durante los primeros 5 años sin bañarse.

El olor corporal, sostiene Hamblin, no es un indicador necesariamente de suciedad, sino de desequilibrio microbiano. Este olor es producto de bacterias que se alimentan de las secreciones oleosas del sudor y las glándulas sebáceas: "Cuando aplicamos productos de higiene, alteramos el equilibrio natural de estos microbios, lo que puede favorecer a aquellos que generan malos olores".

Sin embargo, el cambio fue gradual. Poco a poco redujo el uso de productos de higiene. Lo primero fue espaciar las duchas y reducir la cantidad de jabón y champú. Su cuerpo terminó adaptándose a este proceso lentamente.

El experimento de Hamblin ha despertado el interés de varios dermatólogos, pero sostiene que esto no podría ser aplicable a todos los casos porque hay personas con problemas dermatológicos que requieren de estos cuidados específicos. A pesar de ello, el especialista sostiene que "no se trata de evitar la higiene, sino de replantearla".

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