
Cuando se trabaja en una oficina necesariamente se va a tener que trabajar con otras personas con las que se comparte mismo entorno durante buena parte del día. Es normal que surja algún que otro drama que rápidamente se extiende como un incendio si te involucras y reaccionas con emociones muy fuertes y, en algunos casos, un tanto exageradas. Algunas personas tienden a exagerar ciertas situaciones, por lo que saber frenarlas de manera correcta será fundamental de cara a la productividad en el trabajo.
Un estudio reciente de Leadership IQ ha revelado que los empleados que cuentan con un entorno laboral de mayor "dramatismo" experimentan un mayor estrés, un menor compromiso y una menor productividad. Esto se debe a que las reacciones emocionales muy exageradas llevan a confusión, un sentimiento de negatividad y perjudican el trabajo en la oficina. Si se sabe gestionar de manera correcta se pueden conseguir grandes beneficios de esta dramática teatralización.
El drama, tal y como apunta el estudio, bebe directamente de las emociones y se intensifica dependiendo de la manera de reaccionar de las otras personas, ya que se buscan reacciones que validen su percepción sobre una determinada situación. Las personas somos emocionales en nuestras respuestas ante eventos inesperados como mecanismo de supervivencia, pero en un entorno laboral profesional este puede generar un caos innecesario. Por suerte hay una manera de controlar la situación: ser objetivo.
Cuando un compañero llega con una historia exagerada, según recogen los investigadores, este busca que empatices con su pánico y que respondas de manera extrema como él. En su lugar haz uso de estas cinco palabras: "Solo los hechos, por favor".
En el ejemplo que plantean se puede apreciar mejor la situación. Un empleado llega a la oficina vociferando: "¡Fue horrible! ¡Una inundación! ¡Deberían evacuar todo el edificio!". Se trata de una situación en la que el interlocutor no aporta mucha información, no se sabe ni donde está esta "inundación", ni los lugares del edificio a los que afecta. Es precisamente por este motivo que señalan la primera respuesta debería ser: "No tengo ni idea de lo que pasó, así que solo cuéntanos los hechos, por favor".
El modelo que se emplea en esta respuesta se centra en la psicología conductual. En el momento que las personas se dan cuenta de que no están consiguiendo la reacción que esperaban su energía cambia. El drama se nutre de su público y si este lo racionaliza termina por esfumarse.
Además de ser una de las bases para conseguir una resolución racional del problema, se consigue fomentar la confianza en el equipo, ya que las decisiones se toman teniendo en cuenta los hechos y no las emocionalidad del momento. Con el tiempo, esta coherencia genera confianza en el liderazgo y fomenta una comunicación abierta y honesta.
Otro de los aspectos más importantes es controlar el tono, lo que hará que se controle también la conversación. Los líderes que mantienen calma y se centran en el problema en sí obtienen la confianza de sus empleados y sientan un patrón a la hora de actuar ante posibles problemas. Poco a poco aquellos empleados más propensos al drama se adaptarán a la nueva cultura y verán que esta tendencia "dramática" no tiene fuerza.
Se debe dejar claro que este enfoque a la hora de actuar no ignora los problemas, sino que filtra todo el ruido para centrarse en lo importante. Esta es la manera de hacer uso de él de manera eficaz:
- Mantén la calma: voz y expresión neutra. Sin poner los ojos en blanco ni suspirar, solo una actitud firme y serena.
- Repita la regla de los hechos: si continúan dramatizando, repita lo que necesitas: "Entiendo que esté molesto, pero necesito saber exactamente qué sucedió".
- Redireccionar la energía: una vez que los hechos estén claros, pase directamente a las soluciones.
Sin embargo, es cierto que no todas las personas responden igual y en ocasiones se deberá variar el estilo de comunicación. Según más de un millón de personas que han respondido el cuestionario de ¿Cuál es tu estilo de comunicación? Se sabe que existen cuatro estilos principales: personal, intuitivo, analítico y funcional.
Los comunicadores personales, que valoran las conexiones emocionales y las relaciones interpersonales, pueden contribuir inadvertidamente a la exageración de las emociones en situaciones dramáticas. Si bien este estilo es valioso en muchos contextos, adoptar un estilo de comunicación intuitivo, analítico o funcional puede ayudar a calmar el drama. Los comunicadores intuitivos van directos al grano sin atascarse en detalles; los comunicadores analíticos se centran en la lógica y los datos; y los comunicadores funcionales se basan en conversaciones estructuradas y paso a paso.
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