
El neurólogo y director de la Unidad de Neurología del Hospital Vithas Medimar, Francisco Mira, explica la existencia de una novedosa alternativa al tratamiento de trastornos cerebrales como ansiedad crónica, trastorno obsesivo-compulsivo y estrés postraumático. Esto se realiza gracias a la estimulación cerebral no invasiva: "Sin tener que introducir nada dentro del cerebro, ni fármacos ni dispositivos metálicos ni nada", explica Mira.
Estos nuevos tratamientos se basan en la estimulación magnética transcraneal (TMS, del inglés), que permite tratar enfermedades neurológicas y psiquiátricas con óptimos resultados. "Cuando una depresión no funciona con fármacos convencionales o el paciente no los tolera o incluso no los quiere tomar, por ejemplo, por su profesión, tiene altas posibilidades de encontrar un beneficio importante en las técnicas de estimulación cerebral no invasiva", advierte el experto.
Esta terapia se extiende a trastornos como la ansiedad crónica, el trastorno obsesivo-compulsivo o el estrés postraumático. Además, la estimulación cerebral no invasiva también ha demostrado ser eficaz en patologías como la demencia, el párkinson y la esclerosis múltiple. Particularmente en la demencia, "es un tratamiento muy prometedor que ayuda a estabilizar o incluso mejorar a un porcentaje cercano al 40 o 50% de los pacientes". Esta mejora se produce "de forma sostenida", logrando que los pacientes se mantengan estables después de varios años en tratamiento.
El tratamiento
Esta técnica se lleva a cabo contando con la comodidad del paciente: "El paciente está consciente, está hablando con el personal del equipo, está cómodo, relajado, sin ningún problema. El tratamiento puede durar desde 40 segundos hasta 37-38 minutos, dependiendo de la patología". En algunas sesiones, el propio paciente ha de realizar ejercicios cognitivos o físicos, lo que ayuda a potenciar los efectos de la terapia.
Empoderamiento del paciente
Otro de los asuntos que también aborda este experto es la importancia del empoderamiento del paciente, haciendo referencia a "la capacidad de asumir su condición y tomar decisiones relacionadas con su enfermedad, con un pensamiento crítico y control sobre su vida y su salud". En este sentido, resulta crucial "acercar dichos conocimientos al paciente, con un lenguaje accesible para que sea capaz de elegir entre las distintas opciones que tiene a su disposición y actuar en consecuencia".
Un paciente informado unido al carácter no invasivo de los tratamientos favorece una mayor implicación por parte de este, ya que se sienten más "seguros". Esto tiene grandes consecuencias positivas como una minimización de los riesgos, el no requerimiento de hospitalización y la generación de pocos efectos secundarios.
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