Todas las conversaciones que han mantenido en los últimos dos meses Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no han servido para cerrar la brecha abierta entre ambos, que no terminan de encontrar el término medio de sus propuestas para sacar adelante la investidura del candidato del PSOE. El anuncio del presidente en funciones de valorar todos los escenarios podría cuadrar con los planes del líder morado si no fuera por que el socio preferente no admite el veto a miembros de la dirección de Podemos en el Consejo de Ministros.
Parece que la televisión se ha convertido en un nuevo centro de 'reuniones' a distancia de Sánchez e Iglesias. Durante una entrevista en TVE, Iglesias ha respondido este viernes a la última oferta criticando que "parece que para estar en el Consejo de Ministro no hay que ser de Podemos o no haberse presentado a las elecciones". No cree Iglesias que la democracia sea "que gobiernen los tecnócratas", como propone Sánchez al solicitar a Podemos nombres más técnicos como posibles ministros.
El secretario general de Podemos ha respondido también a unas declaraciones de Carmen Calvo en las que insta a los equipos negociadores a sentarse este fin de semana y recuerda que la oferta del PSOE habla de "independientes", por lo que pide a Iglesias que se olvide de nombres, "que no importan". Según el líder de Podemos, si el PSOE mantiene un veto sobre alguien tendrá que explicar "abiertamente".
Lo cierto es que tras una jornada de jueves de continuo intercambio de mensajes, directos e indirectos, por teléfono, en televisión o vía Twitter, las posiciones siguen igual de alejadas porque las líneas rojas se mantienen intactas: Iglesias quiere Ministerios en un Gobierno de coalición y Sánchez quiere el apoyo a cambio de algún sillón para algún perfil concreto y poco mediático de Podemos, para cooperar pero no cogobernar. De ahí que el de Podemos consulte a las bases para refrendar el camino a seguir: o gobierno monocolor o insistir en la coalición.
Es la diferencia de perspectiva ante determinados asuntos de Estado, entre ellos Cataluña, la clave que mantiene a Sánchez en posición de defensa y por la que, al menos en apariencia, prefiere arriesgar esta investidura e incluso pensar en la repetición electoral aunque no sea un escenario deseado.
En el caso más extremo, suponiendo que ni en julio ni en septiembre se logre su investidura, unas nuevas elecciones serían fatídicas para Unidas Podemos por lo que la esperanza de que el socio preferente afloje la cuerda se mantiene entre los socialistas, aunque ya existan dos bandos internos y uno prefiera que vuelvan a salir las urnas.